MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

A quién defienden los actuales líderes sindicales 

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Los primeros movimientos sindicales en el mundo comenzaron a partir del siglo XIX en el continente europeo, donde los obreros buscaban la reducción a las largas jornadas de trabajo, así como la representación política dentro de los aparatos de gobierno, por medio del voto. Así se promueve la idea del derecho a la organización obrera en defensa de sus intereses por todos los países del mundo hasta que se va logrando consolidar el movimiento sindical en organismos con mayor amplitud, en asociaciones con mayor representación, formándose la Asociación Internacional de Trabajadores, primera central sindical mundial de la clase obrera.

Claro está que el desarrollo de la clase obrera se va dando con mayor rapidez a medida que se desarrolla el sistema capitalista en todo el mundo. Y es por ello que, de la formación de sindicatos al nivel de una empresa, se puede dar paso a la formación de varios sindicatos en federaciones o confederaciones, donde se agrupan obreros de distintas ramas industriales que luchan por un mismo objetivo. En nuestro país, por ejemplo, existe la Confederación de Trabajadores de México (CTM), surgida en 1936 bajo el gobierno del general Lázaro Cárdenas como una central sindical obrera que “agrupa” a todos los trabajadores y los “defiende” de las injusticias que puedan cometer en su contra los patrones.

En la Ley Federal del Trabajo se establece que una de las libertades de los obreros mexicanos es la de realizar coaliciones en defensa de sus intereses comunes; esta forma de organización en defensa de sus intereses es el sindicato, que en su artículo 356 dice: “es la asociación de trabajadores o patrones, constituida para el estudio, mejoramiento y defensa de sus respectivos intereses”. 

De entrada, ya nuestra ley, deja claro que los intereses de los obreros serán siempre distintos a los de los patrones, unos velan por mejores jornadas de trabajo y mejores salarios, mientras que los otros por utilizar el menor número de obreros posible y el pago mínimo de sueldo para su empleo.

Entonces, un sindicato debe estar integrado por obreros que persiguen un misma causa y que, normalmente, es la defensa de sus intereses de clase frente a los intereses de la clase burguesa, pero la historia en México nos ha dicho que este objetivo normalmente no se cumple ya que muchos de los “líderes sindicales” en el país han aprovechado el cargo para velar sólo por sus intereses y los de sus patrones, si no pregúntenle al actual senador Napoleón Gómez Urrutia, Carlos Romero Deschamps, entre otros, que se han perpetuado en el poder de sus sindicatos y han sido señalados por realizar desvíos de millones de pesos sin que hasta la fecha hayan ido a parar a la cárcel, pero que cuentan con fortunas inmensas de dinero.

Ahora bien, en Querétaro de acuerdo con la Dirección de Control Ambiental de la SEDESU, existen 67 parques y zonas industriales, el municipio de El Marqués cuenta con 23, Querétaro con 21, Colón con 9, Pedro Escobedo con 7, San Juan del Río con 3, Corregidora con 2, y Cadereyta y Huimilpan con 1; y según la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo del INEGI, cerca 636,826 personas son trabajadores subordinados y remunerados. 

Son miles de obreros los que generan con el sudor de su frente parte de la riqueza que se produce en el país y que por lo tanto tienen también el derecho a formar sus propios sindicatos para que los puedan representar ante a sus patrones. Sin embargo, la realidad dice otra cosa.

Cuando los obreros se dan cuenta que sus sindicatos, que sus “representantes sindicales” no son propiamente eso, sino más bien una traba que no permite exigir de forma organizada mejores condiciones laborales o si quiera explicar dónde quedan las “aportaciones voluntarias” que sus miembros dan, comienza la inconformidad al grado de llegar al paro, o a la negativa de no laborar más en la empresa. 

Hace unos días cerca de 200 obreros de la empresa Hitachi Cable Querétaro, se negaron a entrar a laborar toda vez que exigían a sus líderes sindicales, explicación sobre la ausencia de estos ante diversas irregularidades que se estaban presentando al interior de la empresa (acoso laboral, falta de pago de utilidades, despidos injustificados, etc.) y por las que el sindicato no tomaba ninguna acción.

Sus dirigentes jamás salieron a dialogar con los inconformes y lo que recibieron en cambio, fue un mensaje por más descarado de uno de los representantes de la empresa, en pocas palabras dijo “han abandonado su trabajo y están bloqueando el acceso a una propiedad privada lo que es causal de recisión laboral inmediata y no continuarán en esta empresa”.

El único delito de los obreros fue denunciar la ausencia de los “líderes sindicales” y exigir su salida, pues tenían todo el derecho a que se les diera una explicación y simplemente los despidieron. Esto es un claro ejemplo, de lo que le hace falta a la clase obrera mexicana, despertar y entender que con su trabajo y esfuerzo se logra una mejor economía para el país y que por lo tanto merece ser distribuida de manera más justa entre todos. 

El sindicalismo mexicano debe estar conformado por verdaderos dirigentes obreros, que sufren igual que sus compañeros, durante una jornada laboral, el desgaste de sus fuerzas físicas y mentales. Cada movimiento como estos debe ser un acto de conciencia de la masa proletaria para entender que entre más organizados estén, más rápido conquistarán sus intereses de clase. La pregunta es: los actuales líderes sindicales, ¿a quién defienden? 

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