Los gobiernos en México, a todos sus niveles: municipal, estatal y nacional, se hallan contra las cuerdas porque los recursos que tienen a su disposición resultan muy insuficientes para enfrentar los gastos ya comprometidos y los pendientes para atender las necesidades de la población y de la infraestructura del país. El ya manido discurso de la cuarta transformación que refiere a la corrupción como la causa última de la pobreza en México, no solo de su población sino de sus gobiernos, empieza a mostrar su verdadero calado, su superficialidad y hasta su falsedad a medida que este sexenio llega a su fin y proclama el éxito de su gobierno.
El reporte de Oxfam publicado recientemente, en enero de 2023, titulado La ley del más rico. Gravar la riqueza extrema para acabar con la desigualdad, expone la política fiscal como uno de los mecanismos que han permitido que la desigualdad de ingresos y riqueza haya alcanzado hoy niveles históricos. Oxfam ha mostrado ya que la desigualdad económica, que permea cada uno de los aspectos de nuestra sociedad, es la causa última de la pobreza económica y espiritual de nuestros pueblos, de sus desgracias y sufrimientos. Por eso, es de vida o muerte su combate.
La enorme virtud del reporte de Oxfam es que, junto con el planteamiento del problema de la creciente y acelerada desigualdad económica en el mundo, del análisis sobre las terribles consecuencias sociales que este problema trae aparejadas, propone las medidas para abatirla. En el documento se propone abordar “cómo más impuestos a los ultra-ricos contribuye a reducir la concentración de poder de las élites y reducir no solo la desigualdad económica, sino también la racial, colonial y de género”; “cuánto deberían tributar los más ricos y cómo lograrlo”; finalmente, plantea que su propuesta “puede ser la vía para lograr un mundo más justo, sostenible y sin pobreza”.
La primera parte del reporte acerca la lupa al comportamiento no de la desigualdad económica en general, sino a la desigualdad en la distribución de la riqueza. Es decir, a la híper concentración del capital en sus distintas formas, aquella parte de la producción social que se ha acumulado y es la base material para producir más riqueza. Oxfam muestra que, entre 2012 y 2021, la riqueza de los milmillonarios casi se multiplicó por tres al pasar de poco más de 5 billones de dólares a casi 15 billones. También afirma que entre 2020 y 2022, el 1% más rico acaparó dos de cada tres pesos de la riqueza global creada en ese periodo. Y de otro lado, como no podía ser de otra manera, la gran mayoría de la población sufrió desempleo y falta de ingresos, propios de la recesión, así como la escalada de precios provocada y beneficiaria de los propietarios de las empresas de energía y alimentación –“en 2022, las empresas energéticas y de alimentación duplicaron sus beneficios”.
La segunda parte explica que la aceleración de este proceso de concentración de la riqueza ha sido resultado de un cambio en la progresividad del sistema impositivo en la mayor parte de los países del mundo que han optado por regímenes fiscales de baja imposición a las grandes empresas y a las personas más ricas mientras que el resto de la población ha visto incrementar su carga fiscal para compensar las reducciones de los primeros. Lo que acabó constituyendo un sistema fiscal fundamentalmente regresivo: en América Latina el tipo máximo de impuesto sobre la renta para los multimillonarios pasó de 50% a 27% (más baja aun que el promedio de países de la OCDE); el impuesto al consumo, el IVA, en cambio fue ganando terreno tanto en el número de países que lo aplicaron, como en la magnitud de la tasa (Oxfam señala que 44% de toda la recaudación proviene de impuestos al consumo y solo 4%, de impuestos a la riqueza).
Finalmente, el reporte se aboca a responder cómo hacer que los ultra-ricos tributen de suerte que la política fiscal sirva para combatir la desigualdad. La propuesta propone gravar el conjunto del ingreso independientemente de sus formas (ingresos por sueldos, salarios o ganancias financieras incluso cuando no se hayan materializado, sino que solo signifiquen una valoración de sus activos) y, por otro lado, la riqueza. Se destaca la necesidad de que los tipos impositivos sean muy progresivos, que crezcan exponencialmente hasta alcanzar hasta 60% para los ultra-ricos. Y el reporte hace especial énfasis en gravar las fortunas de los más ricos mediante impuesto a la propiedad, a la herencia y a la riqueza neta.
Un sistema fiscal progresivo es uno de los puntos fundamentales del proyecto de refundación del estado mexicano del Movimiento Antorchista Nacional. El reporte de Oxfam pone sobre la mesa una demanda urgente. Exhibe, por otro lado, el verdadero papel mediatizador de la llamada Cuarta Transformación que, ante la demanda de reforma fiscal, repite su perorata de moralidad y anticorrupción.
Palabras clave: Oxfam, Desigualdad, Política fiscal, Impuestos progresivos, Impuesto a la riqueza
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