La pandemia que azota a la humanidad ha venido avanzando y dejando tras de sí una estela de muerte y devastación de la población mundial. Primero China, después Italia y España en Europa; en América: Estados Unidos, Ecuador y Brasil son los países más afectados.
Hoy México se enfrenta a la terrible realidad de cómo contener el avance inexorable del coronavirus que a nivel mundial ha contagiado a 2 millones 266 mil 446 habitantes y han fallecido 155 mil 152, al 18 de abril; en nuestro país, los contagios ya suman 7 mil 497; 650 muertos y 12,369 sospechosos, según datos oficiales que se publican día a día por las autoridades de salud.
La verdadera preocupación consiste en que, a pesar de que el gobierno ha afirmado que está preparado desde enero para enfrentar este problema sanitario, la realidad es que hay una gran incertidumbre entre la población y en el personal médico del sector salud porque desde un inicio las autoridades federales, desoyendo las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS) que llamaba a controlar el ingreso de personas provenientes del extranjero y a evitar la concentración de la población en eventos masivos; desde el primer mandatario de la república, pasando por el gobernador de Puebla, seguían realizando actos masivos, repartiendo besos y abrazos, llamando a la población a seguir su vida normal y proponiendo soluciones que fueron objeto de crítica e hilaridad internacional porque evidenciaban desconocimiento profundo de la gravedad de la pandemia.
El sector médico fue quien alertó sobre la carencia total de instalaciones, equipo, insumos, medicamentos y capacitación para atender pacientes de Covid-19, manifestándose en diferentes partes de la república y exigiendo que se diera respuesta favorable e inmediata a su petición. Así como no se puede fundir el hierro con las manos, tampoco se puede curar una enfermedad altamente contagiosa sólo con las manos.
Médicos y enfermeras desde Baja California, Ciudad de México, Tamaulipas, Puebla y en prácticamente todos los estados de la república han solicitado equipo de protección, como cubre bocas de alta eficiencia, trajes biológicos, guantes y caretas que cumplan con los estándares internacionales de salud; ante la falta de respuesta de las autoridades, el personal ha adquirido insumos para su propia protección con sus recursos personales, aunque no es suficiente como lo demuestra el grave problema suscitado en el principal hospital de Tlanepantla, Estado de México y en otros nosocomios, donde un gran número del personal médico resultó contagiado por falta de protección adecuada.
Sólo la cruel realidad hizo que el gobierno de la república de la noche a la mañana cambiara su discurso, exhortando tardíamente a la población a enclaustrarse en sus domicilios, a guardar la "sana distancia" y a seguir las recomendaciones de usar cubre bocas y lavarse las manos constantemente. Sin embargo, el gobierno federal ha estado remiso en la toma de decisiones.
Ante la falta de previsión, de manera atropellada están realizando compras de pánico de equipos e insumos en diferentes países, a precios exorbitantes, por la escases de los productos y el aumento de la demanda debido al crecimiento exponencial de los contagiados; resultando que no se está proveyendo los insumos a los hospitales en tiempo y forma. Además, se inició una contratación precipitada de médicos y enfermeras que previamente habían sido despedidos como consecuencia de la política de "austeridad republicana"; ahora están ofreciendo el pago de salarios por adelantado.
El sistema de salud está al borde del colapso; esto significa que si no se cubren con prontitud las necesidades de abastecimiento que requieren con urgencia los hospitales del sector público, se estará en peligro de correr la suerte que se vive en Guayaquil, Ecuador, o en Nueva York, donde la gente que va al hospital no recibe atención médica por resultar insuficiente la infraestructura hospitalaria, condenando a morir a los pacientes en sus domicilios particulares; los servicios médicos forenses tampoco pueden proporcionar servicios de entrega de cadáveres para su entierro o incineración porque la cantidad de estos, rebasa su capacidad; en Ecuador están quemando cadáveres en las calles y en Nueva York son enterrados masivamente en la fosa común; por lo pronto, ya la ciudad capital de Puebla fue declarada en fase tres.
Ante esta dramática situación, la población debe permanecer confinada en sus casas; sin embargo, esta medida no asegura limitar el número de contagios por el hacinamiento y por la falta de aplicación de pruebas diagnósticas, no se ha identificado si algún integrante de la familia está enfermo del coronavirus ni se ha cuantificado la verdadera magnitud del problema.
Del enclaustramiento, también se deriva otro problema de grandes magnitudes, como es la alimentación de la población que no tiene trabajo ni ingresos seguros; que se ubica dentro de la informalidad, corriendo el riesgo de morir de hambre o de coronavirus si se decide a salir a trabajar para allegarse el sustento de la familia.
Por estas razones, el Movimiento Antorchista Nacional ha levantado la voz en representación de las clases trabajadoras para exigir al gobierno federal la instrumentación inmediata de un programa de entrega de alimentos para personas que carecen de ingresos, llámense choferes, vendedores ambulantes, estibadores, pequeños comerciantes, productores del campo y prestadores de servicios diversos, demanda que, mediante una campaña mediática nacional a través de redes sociales, se enarboló buscando evitar las graves consecuencias de una hambruna que no sólo pone en grave riesgo la vida de la población confinada sino que, además, podría derivar en la desestabilización de la paz y la profundización de problemas políticos.
Aun cuando la medida de confinamiento de "quédate en casa" se decretó desde más de un mes, apenas el 18 de abril el presidente de la república anunció que invertirá en ampliar los programas de ayudas monetarias que incluirán al 60% de la población, inicialmente.
Esperando que esas promesas se hagan realidad y que la entrega de apoyos no se politice ni se discrimine a nadie por no comulgar con la ideología del partido gobernante; pues, debe ser una acción de gobierno para atender las necesidades del pueblo con los impuestos del pueblo. Antorcha seguirá hoy más que nunca enarbolando las peticiones del pueblo trabajador, como lo ha hecho desde hace 46 años.
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