Luego de más de seis años del proyecto de la Cuarta Transformación, hoy queda más claro que sin la participación del pueblo organizado y sin un proyecto de nación bien meditado y diseñado para atacar los males que aquejan a la sociedad, como la pobreza, el desempleo, la inseguridad, el escaso desarrollo económico, así como el atraso tecnológico y cultural, jamás se podrá avanzar con paso seguro.
Tampoco se podrá disminuir la acción de esos flagelos que golpean diariamente a la mayoría de la población de nuestro país y nuestro estado, Chiapas.
La pobreza no ha disminuido, el desempleo sigue creciendo y la corrupción, que era el eje del gobierno del sexenio pasado, no sólo no se enfrentó, sino que se profundizó a tal grado que ahora somos de las naciones más corruptas del mundo.
Cualquier hombre o mujer de mentalidad desprejuiciada, al observar de manera objetiva nuestra realidad actual, se puede dar cuenta de que, a pesar de que se anunció con bombo y platillo un cambio verdadero y una transformación a gran escala, no se ven los avances por ningún lado.
A la vuelta de seis años, la pobreza no ha disminuido, el desempleo sigue creciendo y la corrupción, que era el eje del gobierno del sexenio pasado, no sólo no se enfrentó, sino que se profundizó a tal grado que ahora somos de las naciones más corruptas del mundo.
Lejos de atender el tema de la salud, este se abandonó por completo; la pobreza no disminuyó, no se crearon fuentes de trabajo y los salarios siguen sin alcanzar para lo más básico, que son nuestros alimentos; las gasolinas aumentaron de precio a pesar de todo lo que se prometió, y la inseguridad ha llegado a niveles nunca antes vistos.
Si esto fuera poco, los proyectos emblemáticos que supuestamente iban a traer desarrollo y mejores condiciones de vida para los mexicanos solo se quedaron en buenos deseos. Ahí están como prueba una refinería que no produce gasolina, sino agua salada; un Tren Maya sin pasajeros ni carga que transportar; un aeropuerto que no despega, por más que se diga que ha ganado premios internacionales; y una megafarmacia que no es otra cosa que un gran elefante blanco que sólo absorbió presupuesto, pero que no resuelve la escasez de medicamentos.
Esta situación nos deja clara una cosa: que el movimiento antorchista tiene razón cuando llama a no escuchar las promesas de los políticos que son capaces de mentir y traicionar la confianza del pueblo trabajador con tal de conquistar su voto, pero que en el fondo no tienen la mínima intención de atender sus necesidades. Sólo le dicen lo que quiere escuchar, pero no tienen una verdadera intención de resolver las carencias de los trabajadores.
La solución es la que Antorcha ha planteado desde su nacimiento: organizarse y luchar para conquistar por nosotros mismos una vida mejor para nuestras familias. El número lo tenemos, sólo falta unirnos en torno a nuestros intereses como clase social.
Un ejemplo claro de esto es el caso de nuestros compañeros antorchistas del Cañón del Sumidero, en el municipio de Chiapa de Corzo, que, desde la fundación de esas colonias, se han unido para arrancar de las autoridades correspondientes las obras y servicios que se requieren para una vida digna.
Además de lo anterior, nos acaban de dar una muestra de que han entendido que el camino está en la fuerza de su organización. Me refiero a las elecciones de representantes municipales que se llevaron a cabo en Plan Chiapas, Julio César Ruiz Ferro y El Refugio, colonias donde se realizó la contienda y en las cuales triunfó la propuesta de Antorcha, identificada en la planilla roja.
Con esta decisión, los chiapacorceños, demostrando madurez política, no se han dejado engañar por propuestas vacías y han optado por confiar en la organización que los ha sacado adelante desde siempre.
Con gente politizada como nuestros compañeros del Cañón del Sumidero, se puede avanzar hasta donde ellos quieran. El camino está trazado. Ningún cambio o transformación se puede lograr si no participa activamente el pueblo organizado y consciente. Con estos requisitos cumplidos, no desaparecen las dificultades, pero un futuro luminoso sí está garantizado.
Adelante, compañeros antorchistas del Cañón del Sumidero, su ejemplo nos fortalece y nos compromete a seguir luchando por un México más próspero y exitoso en todos los sentidos.A
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