MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

Antorcha también lucha en el terreno educativo

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Con 41 años de existencia y más de 30 mil egresados, las preparatorias Lázaro Cárdenas, tan sólo en la Ciudad de México, son un ejemplo viviente del trabajo, convicción y dedicación del Movimiento Antorchista, quien las fundó hace varias décadas por la necesidad de que existiera una alternativa educativa, una institución que ayudara a los pobres en la educación de sus hijos.

Producto de una lucha incansable de reconocidos líderes sociales entre los que se destacan la maestra Maricela Serrano, el biólogo Jesús Tolentino y muchos otros, que en su visión juvenil pero decidida se dieron cuenta de que los de entonces, que se decían portadores de la verdad absoluta y se encontraban en la Preparatoria Popular Tacuba, se autollamaban anarcos y no tenían una visión real sobre lo que debería ser una educación de calidad, es más, ni les importaba.

Porque estudiar hoy en día es un acto de rebeldía; no cualquiera se atreve a hacerlo, o muchos ni siquiera tienen las posibilidades de hacerlo y se quedan estancados.

Por eso, los que después se llamarían antorchistas se separaron, ya que las ideas eran irreconciliables.

Los anarcos estaban en contra de la ciencia, a la que le llamaban conservadora. Para mayor entendimiento, sería en nuestros días “fifí”, como a muchas cosas las ha nombrado el propio presidente de la república y su camarilla cuatroteísta.

Y, ¿por qué lo saco a colación? Porque precisamente muchos de estos líderes ahora tienen altos cargos en el gobierno de Morena y son parte de quienes llevan las riendas en la educación. Por ejemplo, Max Arriaga, quien es hijo de uno de los anarcos de Tacuba, es el que hoy tiene la gran tarea de impulsar la llamada Nueva Escuela Mexicana, que está perdiendo a la educación en México, la está dañando mucho más. Estos personajes, a los que la 4T les ha confiado la educación de nuestros hijos, son una vergüenza.

En contraste, los antorchistas, jóvenes inquietos e inteligentes, pugnaban por una educación de calidad y luchaban para que la ciencia, la cultura y el arte llegaran a todas las escuelas, para que los mexicanos pudieran contar con una educación integral que los hiciera libres.

Porque estudiar hoy en día es un acto de rebeldía; no cualquiera se atreve a hacerlo, o muchos ni siquiera tienen las posibilidades de hacerlo y se quedan estancados formando parte de la etiqueta que se le ha dado a nuestro país, la de formación de mano de obra barata.

Estas ideas tan firmes de los antorchistas los llevaron a tomar acciones contundentes, formando la preparatoria Lázaro Cárdenas, plantel Balderas y casi a la par el plantel Cuautitlán Izcalli. Gracias a la lucha decidida, se logró que estas escuelas contaran con el pase reglamentado a la UNAM, la máxima casa de estudios, y hoy podemos presumir que muchas generaciones han egresado de nuestras escuelas.

Es cotidiano encontrarse con profesionistas que orgullosamente comentan que fueron alumnos de las prepas Lázaro Cárdenas. Sin embargo, esos mismos enemigos de la educación a los que se les ha dado poder, les retiraron el pase automático y vetaron a los estudiantes para poder ingresar a la UNAM de manera inmediata al término de su preparatoria.

Y peor aún, obligaron a que se convirtieran en escuelas privadas. Pero la lucha continúa y seguirá porque estas escuelas sigan formando a jóvenes con una visión distinta y clara de la realidad en la que viven, y que nuestras escuelas sigan siendo una caja de resonancia de la inconformidad por cómo se llevan los destinos del país. 

Los jóvenes deben ser rebeldes en el mejor sentido de la palabra, deben tener una rebeldía bien conducida, deben conocer su realidad, con tantas injusticias, en un país que se cae a pedazos, donde reina la delincuencia y la violencia, la pobreza y las injusticias que se cometen contra los más pobres, contra los que no tienen más que su fuerza de trabajo para vender y poder continuar viviendo y sostener a sus familias a cambio de un mísero salario.

Y sobre todo, tener la plena convicción de estudiar, de prepararse en serio, de ser útiles a la sociedad, pero con una visión distinta. Con esto, Antorcha está aportando una gran semilla a la sociedad que pronto dará frutos en pro de las clases desprotegidas.

Este año se realizaron las clausuras de estas escuelas, con unos festivales preciosos en los que brilló el arte, la cultura y el desempeño académico, donde los jóvenes estudiantes hicieron gala de lo aprendido en su estadía de tres años en nuestras escuelas.

¡Muchas felicidades a todos los egresados de las escuelas antorchistas!

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