MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

ASÍ PENSAMOS… | Atrocidades en Gaza y guerra cognitiva

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Durante más de un año, el ejército de Israel, con el apoyo financiero y militar de Estados Unidos, ha lanzado 25 mil toneladas de explosivos sobre el pequeño territorio de la Franja de Gaza (de apenas 360 kilómetros cuadrados), lo que ha provocado la muerte de más de 44 mil personas, el 70 por ciento de las cuales eran niños y mujeres, y herido gravemente a más de 100 mil. Se calcula que el poder explosivo de las bombas lanzadas para destruir miles de edificios y asesinar a sus ocupantes equivale al de dos bombas nucleares. Junto con eso, está en marcha una operación militar para impedir la entrada a Gaza de alimentos, agua y atención médica en cantidades suficientes para atender a los sobrevivientes hacinados en campamentos, algunos de los cuales también han sido bombardeados.

Tan inocultable y criminal resulta ya el brutal ataque contra el pueblo palestino en su propia tierra, que el próximo 18 de noviembre la ONU hará público un informe, elaborado por una comisión especial, donde se acusa a Israel de genocidio. “Un comité especial de la ONU señaló este jueves que los métodos de guerra de Israel en Gaza son “acordes con las características del genocidio” … “Israel está causando de forma intencionada muerte, hambre y heridas graves, y está usando el hambre como método de guerra e infligiendo así un castigo colectivo a la población palestina”, detalla el informe. Recuerda, por ejemplo, que miembros del Gobierno israelí “han apoyado públicamente políticas para privar a los palestinos de las puras necesidades vitales: agua, comida y combustibles”, y estas declaraciones se suman a hechos como “la interferencia ilegal y sistemática de la ayuda humanitaria” (Agencia EFE, noviembre 14).

Las imágenes, que en algunos medios y redes no occidentales se publican cotidianamente, sobre el dolor y la muerte de los palestinos, llevan a quien los ve a condenar a los patrocinadores y ejecutores de esos crímenes cometidos masivamente para expulsar a ese pueblo de su territorio. Pero también se genera una indignación profunda contra los genocidas cuando se leen textos que exponen y denuncian a profundidad a Estados Unidos, la OTAN y su peón Israel en la región al exhibir los móviles expansionistas, de control económico y posicionamiento geopolítico que hay detrás de esas operaciones. No es intención de este artículo abundar en los sólidos argumentos que exhiben al imperialismo en su ataque a Palestina; hay analistas muy competentes que han refutado los argumentos de los agresores para intentar justificar la invasión de Palestina y la expulsión y asesinato de miles de sus habitantes (recomiendo leer al respecto el detallado análisis de Abel Pérez Zamorano, publicado en la revista buzos de la noticia: https://buzos.com.mx/noticia/Génesis-y-desarrollo-de-la-barbarie-israelita-en-Palestina).

Pero sí resulta relevante preguntarse sobre el mecanismo mediante el cual los agresores logran cometer esta y otras masacres e invasiones similares contra otros pueblos, sin que se levante al instante en todo el mundo una oleada humana de indignación y condena a los agresores y de solidaridad con los agredidos. Y ese mecanismo, que han descubierto y puesto en práctica los concentradores de dinero, riqueza y poder en el mundo consiste, aunque suene a ciencia ficción, en apoderarse de la mente de miles de millones de personas; en controlar, sin que se den cuenta, la información que reciben, la interpretación lógica y las reacciones emocionales de la mayoría de seres humanos; lo que se denomina guerra cognitiva, o hackeo de la mente, como plásticamente le dice Juan Antonio Aguilar, director del Instituto Español de Geopolítica.

La guerra cognitiva es una de las nuevas formas de guerra, pero sin disparos, pólvora ni misiles. No deja obsoleta la definición clásica de Carl von Clausewitz “La guerra es un acto de fuerza destinado a obligar a nuestro enemigo a hacer nuestra voluntad”, sino que traslada el campo de guerra a la mente de los participantes, la guerra cognitiva convierte a las personas no solo en receptoras de información e ideología sino en activos transmisores, en armas de guerra psicológica, al servicio de los interes ideológicos, económicos y militares de quienes se han apropiado, sin que se dé cuenta, de su mente y sus emociones mediante la aplicación sistemática de  la psicología, la lingu?istica, la neurobiología, la lógica y el manejo de programas computacionales capaces de procesar miles de millones de mensajes e inducir el pensamiento y comportamiento de muchísima gente.

Esto sólo es posible a gran escala en la época de las redes sociales, en las que los usuarios, convertidos en adictos al celular y otros artefactos, no son simples receptores de información, a los que se puede convencer o no, sino activos aunque inconscientes replicantes de esa información y de ese sesgo, mediante el cual se difunde por casi todo el mundo lo que quieren los grandes poderes mundiales, se oculta lo que les resulta dañino, se llena la mente de los usuarios de las redes de determinadas ideas e interpretaciones y se les anega con “oleadas emocionales” que los vuelven fácilmente manipulables.  

Lo anterior suena a ciencia ficción, pero no lo es. En un documento elaborado para la OTAN por Francois du Clusel, un teniente-coronel retirado del ejército francés que dirige la institución “Innovative Projects within Allied Command Transformation Innovation Hub”, situada en Norfolk, Virginia, leemos: “La guerra cognitiva tiene un alcance universal, desde el individuo hasta los estados y las organizaciones multinacionales. Se alimenta de tecnicas de desinformacion y propaganda dirigidas a agotar psicolo?gicamente los receptores de informacion. Todo el mundo contribuye a el, en diversos grados, consciente o inconscientemente y proporciona un conocimiento invaluable sobre la sociedad, especialmente las sociedades abiertas, como las de Occidente. Este conocimiento puede convertirse facilmente en un arma” … “Cualquiera que sea la naturaleza y el objeto de la guerra, siempre se reduce a un choque de voluntades humanas y, por lo tanto, lo que define la victoria sera la capacidad de imponer un comportamiento deseado a una audiencia elegida”.

Un interesante documento elaborado por la Coordinadora Estatal contra la OTAN y las Bases (se puede leer completo en rebelion.org, 4 de abril de 2023) resume la meta de la guerra cognitiva: “El objetivo declarado es atacar, explotar, degradar o incluso destruir cómo alguien construye su propia realidad, su autoconfianza mental, su confianza en los procesos y los enfoques necesarios para el funcionamiento eficiente de grupos, sociedades o incluso naciones”. Así se explica, entonces, que para miles de millones de seres humanos no exista la masacre de Palestina, o que para ellos el conflicto tenga un significado distinto, favorable a los agresores. La guerra cognitiva es, entonces, otro campo más en el que los pueblos deberán dar la batalla si quieren liberarse, auxiliados por los países cuyos gobierno y pueblos tienen poder suficiente para influir en las redes y oponerse a esa manipulación de la humanidad por parte de los imperialistas.

 

 

 

 

 

 

 

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