Cada vez que termina un año, siempre volvemos atrás en el pensamiento para hacer un análisis de cómo nos fue en el año que termina, en qué fallamos y en qué podemos poner más empeño para que las cosas salgan mejor. La realidad, como no se detiene, sigue su curso y algunas cosas cambiarán, aunque nosotros no queramos.
Hablo de las cosas que cambiarán hacia más, como los costos de las mercancías, y estos aumentos no se equipararán con los salarios que gana la clase trabajadora. Casi siempre son ellos quienes pagan los platos rotos en los aumentos.
En lo que va de este mes, ya se agregaron 10 centavos más al pasaje, que antes costaba 13 y ahora 15 pesos. Lo hacen en pequeñas dosis para que no se vea tan estrepitoso.
En el país, el aumento de los combustibles repercute siempre en el incremento de mercancías, y la clase trabajadora se ve severamente afectada porque recibe un salario que no experimenta aumentos significativos a la par del incremento de mercancías y servicios.
Por ejemplo, en Nuevo León, con un evidente conflicto entre el gobernador y el Congreso local por los aumentos al transporte, parece como si en verdad les interesara el tema por defender a los más necesitados, pero todos sabemos que, en el fondo, buscan sacar raja política para sus figuras públicas. Pareciera un puñado de bandidos peleando para ver quién se lleva el mejor botín.
Los aumentos van. En lo que va de este mes, ya se agregaron 10 centavos más al pasaje, que antes costaba 13 y ahora 15 pesos. Lo hacen en pequeñas dosis para que no se vea tan estrepitoso. Así lo han hecho siempre.
Los que nos gobiernan no buscan el interés de los trabajadores, sino que representan a otra clase en el poder, por lo que no les interesa si sufren.
La situación se agrava cada día más. Aunado a esto, están las recientes amenazas del gobierno del vecino país, que toma posesión el 20 de enero. Son advertencias que se deben tomar muy en cuenta, pues, de cumplirlas, se sumarían a lo que de por sí pasamos todos los días.
La situación para la clase trabajadora debe cambiar. Para ello, se necesita organizarse, concientizarse, estudiar bien la realidad y, de esta manera, poder transformarla en otra más justa para todos. De lo contrario, estamos destinados al abismo. Necesitamos despertar al elefante dormido para ponerlo de pie y que quite de un golpe a quienes han hecho tanto daño a nuestro país.
Antorcha sabe cómo cambiar esta realidad, cómo transformarla hacia otro sendero de prosperidad para todos, pero necesitamos más “corazones sinceros” que estén de acuerdo con el proyecto y se unan a nosotros para buscar mejorar esta sociedad que se encuentra en decadencia.
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