En México se cierran, cada vez con mayor rapidez, las puertas para miles de jóvenes que aspiran a estudiar una carrera universitaria. Datos de la Secretaría de Educación Pública (SEP) muestran que la deserción en educación primaria fue de 0.5%, en secundaria de 4.2%, en educación media superior de 12.1% y en educación superior de 6.8% en el periodo de 2017 a 2018, esto revela que por cada 100 niños inscritos en primaria 10 no la concluyeron, se perdieron cinco en el transcurso de la primaria a la secundaria, 18 dejaron inconclusa la secundaria, 2 se perdieron en el ingreso al bachillerato, del bachillerato renunciaron 21, seis más se perdieron entre el egreso de la prepa y el ingreso a la universidad, y nueve dejaron sus estudios de licenciatura; esto implica que de una generación de dos millones 502 mil 438 niños, sólo 633 mil 974 concluyeron sus estudios para convertirse en profesionistas técnicos.
Sumado a este problema de deserción están los problemas sociales como la inseguridad, la delincuencia, la violencia y sobre todo la pobreza que afecta a un número creciente de familias de este país. De ahí que la mayoría desistan de enviar a sus hijos a continuar estudiando, porque las condiciones económicas exigen que los jóvenes trabajen para apoyar al sustento familiar que tampoco alcanzaría para mantenerlos estudiando en las capitales de sus estados, menos aún en capitales de otros estados.
Tomando en cuenta esto, hablaré sobre las casas del estudiante que impulsa la Federación Nacional de Estudiantes Revolucionarios Rafael Ramírez (FNERRR): espacios que a lo largo y ancho del país brindan alojamiento a los jóvenes, y con ello la oportunidad de continuar su preparación académica.
Estas casas fueron impulsadas por jóvenes entusiastas (muchos de los cuales dedican sus fuerzas a la lucha más noble, educar al pueblo y luchar junto a él para sacarlo de la pobreza), hijos de campesinos y obreros que creían en el ideal de que todos debían preparándose, no fue fácil, luego de establecer las primeras en Puebla, la "Carmen Serdán" para mujeres y la "Serrano" para varones, vieron la necesidad de extenderlas por toda la República.
Esta primera vanguardia de profesionistas, una vez concluida su carrera universitaria y mostrando sensibilidad y preocupación por lo que pasa en el país, siguió trabajando y luchando, encabezando demandas allí donde el pueblo quisiera luchar y guiando a más jóvenes superarse a favor del pueblo al que le deben su educación, ayudándolo y sirviéndolo de quienes lo explotan por intereses individuales y mezquinos.
Hablo con conocimiento de causa, mi educación en la Licenciatura en Cultura Física por la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla (BUAP) y en Expresión Artística por el Instituto Macuil Xóchitl las he logrado, gracias a estas casas. En estas ellas encontré alimentación, ambiente sano, descubrí mis habilidades para los deportes, la poesía, danza, música, el teatro, la oratoria, porque la educación que brindan es integral, una que ni el gobierno se preocupa por impartir, pero que tanta falta le hace a nuestros jóvenes.
Decenas de miles de jóvenes, igual que yo, hoy tienen una carrera profesional gracias a las casas del estudiante de la FNERRR, impulsadas desde hace más de 35 años en casi todos los estados del país. Decenas de miles hoy son hombres y mujeres mejores y completos gracias a la educación y el sentido de organización impulsada en estas casas del estudiante.
Por eso, invito a los jóvenes de preparatoria a que nos busquen en las redes sociales, a que nos conozcan, a que se acerquen. En cada capital del país hay una casa del estudiante que espera ser ocupada por jóvenes humildes en busca de oportunidades académicas. No se arrepentirán. Recuerden que un hombre culto es un hombre menos explotado.
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