“Lo más preciado que posee el hombre es la vida. Se le otorga una sola vez, y hay que vivirla de forma que no se sienta un dolor torturante por los años pasados en vano, para que no queme la vergüenza por el ayer vil y mezquino, y que al morir se pueda exclamar: ¡toda la vida y todas las fuerzas han sido entregados a lo más hermoso del mundo, a la lucha por la liberación de la humanidad!”. Así se templó el acero.
Huitzilan de Serdán ya ve el futuro con claridad gracias a la lucha de hombres valientes que bajo la guía de nuestro querido Maestro Aquiles Córdova Morán, quien ha dedicado su vida a luchar en favor de los más pobres de este país, y de la orientación política del Movimiento Antorchista Nacional, trajeron la paz anhelada, el desarrollo y progreso a Huitzilan de Serdán. Ubicado en la Sierra Norte de Puebla, la vida antes de 1984 fue la de un pueblo herido, gobernado por las injusticias y masacres cometidas por el cacicazgo y la UCI de esos tiempos, que durante muchos años mantuvieron a los indígenas sumidos en la miseria, el terror, la violencia y la explotación tan vil y déspota.
Hoy, el pueblo de Huitzilan ya no llora, solo suspira al recordar esos días tan tristes que por mucho tiempo lo mantuvo en la oscuridad, pues ya se ve transformado: pasó de ser un pueblo en las ruinas a un modelo de desarrollo, que goza de paz y tranquilidad, por eso considero necesario e importante que el pueblo, los hombres que vivieron en carne propia aquellos tiempos terribles, cuenten la historia, compartan ese conocimiento a todos los huitziltecos en especial a la juventud, a las generaciones futuras, para que ese pasado oscuro no se vuelva a repetir. Creo que una vez que los jóvenes conozcan la historia la harán suya, porque se identificarán con ella, sentirán la necesidad de saber más, los hará cuestionarse y reflexionarán, así como yo, que a pesar de ser originaria de Huitzilan sabía muy poco de la historia de mi pueblo, pero que gracias a mis compañeros, quienes por los años ya vividos conocen y nos trasmiten esa historia; pero falta, todavía falta que otros se animen a contarla, tal vez duela recordarla o tal vez tengan miedo, pero harán un bien, ya que con eso estarán salvando a su pueblo.
Nosotros necesitamos que la gente que vivió los días de terror lo recuerde, que no tenga miedo; que nos cuente cómo vivían antes, cuando el cacicazgo de la familia Aco sometía a los indígenas, los obligaban a trabajar largas jornadas, con salarios de hambre que no les alcanzaba ni para comer tortilla. Para quienes trabajaban de trapicheros el salario era de 20 pesos, que sólo alcanzaba para sacar la semana y, ¿para qué? Pues para que al final los que gozaran de todo ese trabajo producido fuera Juan Francisco Aco, quien concentraba la compra y venta de maíz, y la venta de productos de primera necesidad, mientras Alberto Aco de grandes extensiones para la siembra; ellos, se daban ese lujo mientras los campesinos, allá, labrando la tierra rogaban para que todo eso cambiara algún día: tanto tiempo agachados por miedo.
Que recuerden qué tan difícil era la situación, que hartos de eso, buscaron la ayuda de la Unión Campesina Independiente (UCI), que llegaron bajo la bandera de defender a los huitziltecos y al final se convirtieron en sus principales enemigos, pues los ideales de ese movimiento se perdieron, y solo quedaron hombres armados que asesinaban a sangre fría. Las historias que he escuchado decir es que los gatilleros andaban en todas partes, mataban a cualquier hora del día, “por aquí se escuchaba un tiro, era porque ya era muerte segura”, pues a cada estruendo de una bala, era la caída de un hombre; lo peor de todo era no poder levantarlo para darle sepultura, porque si lo hacían, era porque uno tenía relación con él y eso ameritaba un castigo; no faltaban los perros que con hambre se comían el cadáver del muerto. Mucha gente tuvo que huir de esa desgracia, algunos se refugiaron en los municipios vecinos como Zapotitlán y Cuetzalan.
Y no cesó esa violencia hasta que Sebastián Manzano, Ramírez Velázquez, Martín Castillo, Francisco Luna, encabezaron la lucha para liberar a su pueblo. Solicitaron apoyo a los diferentes niveles de gobierno, partidos políticos, pero fue en vano, pues nadie los escuchaba. Sólo hasta cuando el grupo escuchó de la organización de Antorcha, la buscó y fue así como llegaron hasta Tecomatlán, a ver al Maestro Aquiles Córdova Morán, para solicitar el apoyo de su organización. Fue una lucha larga, pero valió la pena, pues lucharon por una misma causa, la de liberar al pueblo de Huitzilan. Realizaron marchas, mítines y, además, el grupo de valientes participó en la contienda electoral que se llevó a cabo en la junta auxiliar de Totutla y donde ganó Ramírez Velázquez Gobierno, quien el 21 de marzo de 1984, logró entrar al municipio acompañado del Movimiento Antorchista y los pobladores que habían huido de la violencia, para iniciar una nueva vida. A partir de ahí, Huitzilan tomó un nuevo rumbo, materializando ese sueño tan anhelado por los huitziltecos: la paz y tranquilad.
Por eso insisto en que es importante que los huitziltecos cuenten todo esto, para que las futuras generaciones conozcan y hagan suya la historia de su pueblo, para que el día de mañana ellos lo cuenten a sus hijos; que sepan que de ser un pueblo en ruinas pasó a ser un municipio modelo de desarrollo y progreso, pues, toda esa infraestructura que ayer no tenía, hoy la tiene y está a la vista de todos. Quien no lo acepte no es porque no la vea, sino porque no quiere aceptar la realidad que puede palpar y utilizarla para su beneficio, por ejemplo, ahí está el hospital que da servicio las 24 horas, donde la gente puede curarse, una Unidad Básica de Rehabilitación (UBR), donde se atiende a los huitziltecos e incluso a gente de los municipios vecinos. Ahora hay carreteras, ya no hace falta cargarlos en silla, pues, lo puede hacer la ambulancia que tiene el hospital y la UBR. Después de tanto tiempo vivir en la oscuridad, hoy se puede alumbrar porque el municipio cuenta con el 97.8% de electricidad, también cuenta con un 96.4% de agua entubada, con el 82.4 % de drenaje. Hay más de 30 escuelas desde el nivel primaria hasta nivel superior. Hay muchas cosas más de las que he visto y que pudiera enumerar, pero creo que con lo que ya mencioné podemos ver que Huitzilan ha trasformado su rostro y, todo esto como obra de la lucha de un pueblo que por mucho tiempo fue explotado y masacrado.
Por eso quiero que más gente, como el compañero Ehécatl Lázaro, licenciado en estudios Latinoamericanos por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), documente y escriba sobre los hechos ocasionados por la UCI, escriban libros como el De revolucionarios a pistoleros. Historia de la Unión Campesina Independiente”, de la Editorial Esténtor, recopila información de manera científica de una de las etapas de terror en Huitzilan. Los huitziltecos deberíamos de leer este libro y complementar con lo que conocemos. Que la gente adulta cuente a sus hijos, a sus nietos, la historia, para que vean de donde viene todo de lo que hoy gozan, pues gracias a todos esos hombres valientes que derramaron sangre por la libertad de su pueblo, nosotros ya no tuvimos que pasar por eso. Pero ahora es tarea nuestra conocer y no repetirla, pues ha de haber uno que otro buitre con hambre de poder que desea regresar a nuestro pueblo a esa etapa de sometimiento y explotación; pero que quede claro, nosotros, el pueblo aguerrido no nos dejaremos dominar fácilmente, nacerán más Manueles, que con la misma convicción que él, con el orgullo antorchista, defenderemos a los nuestros, a nuestra organización.
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