MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

Crece inconformidad social; urge un partido de nuevo tipo

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En nuestro país está creciendo la inconformidad social. Es sencillo darse cuenta observando las diferentes manifestaciones de protesta, cada vez más amplias y frecuentes. Día con día se registran marchas, bloqueos y protestas contra los graves problemas que aquejan a millones de mexicanos: la inseguridad, el desempleo, un sistema de salud en decadencia con centros de salud sin medicinas ni médicos; la falta de obra pública, el nulo crecimiento de la economía, la corrupción y el nepotismo que se mantiene en la clase política del país, el aumento de la deuda pública, los peligros que corremos con las amenazas de Estados Unidos, etcétera.

Debemos imprimir un carácter organizado a todo el movimiento obrero; para hacerlo es necesario emprender una intensa labor de educación política de la clase obrera, de desarrollo de su conciencia política.

Ciertamente, las transferencias monetarias han mantenido relativamente la popularidad del partido en el poder; sin embargo, cada vez a más mexicanos les queda claro que los gobiernos emanados de Morena, los que actualmente dirigen el país y la mayoría de los estados, han quedado rebasados ante las circunstancias actuales.

No obstante, ¿qué caracteriza a la mayoría de estas expresiones de inconformidad? Su espontaneidad: carecen de una guía certera, de un plan a largo plazo, en fin, de organización. Muchas de ellas, por esta razón, son disueltas con promesas; otras más son vencidas por las tácticas de demagogia y desunión de los funcionarios.

Así, al no obtener resultados inmediatos, se desorganizan estos movimientos espontáneos, desilusionando a los implicados.

La experiencia del movimiento obrero mundial y el destino de las protestas espontáneas mencionadas prueban que no basta la organización en torno a denuncias y luchas económicas. Estas son útiles al “convertirse en punto de partida” para el crecimiento y penetración del movimiento en las masas, así como para exhibir los intereses que protege la clase política, pero pueden conducir también a la lucha “exclusivamente sindical”, a la desviación economicista. “Al obrero —dice Lenin— se le puede dotar de conciencia política de clase sólo desde fuera, es decir, desde fuera de la lucha económica, desde fuera del campo de las relaciones entre obreros y patronos”.

El agravamiento de los problemas económicos y políticos, que repercuten negativamente en la ya dura situación de las masas trabajadoras, así como la violenta contradicción de la lucha de clases y la evidente falta de una dirección decidida y competente para llevarla al éxito, confirman la necesidad y la urgencia de llevar a cabo la edificación de un partido de nuevo tipo, educado, disciplinado y totalmente capacitado para dirigir científicamente la lucha de la clase trabajadora, como planteó Lenin: “no sólo para conseguir ventajosas condiciones de venta de la fuerza de trabajo, sino para destruir el régimen social que obliga a los desposeídos a venderse a los ricos”.

La primera tarea consiste en “imprimir un carácter consciente y organizado a todo el movimiento obrero”, y para hacerlo es necesario “emprender una intensa labor de educación política de la clase obrera, de desarrollo de su conciencia política”, promover el estudio y la lucha sistemáticos entre las masas obreras, buscando incansablemente incorporarlas al partido en perspectiva.

¿Y en qué debe consistir la educación política? En “elevar su conciencia de clase desde los problemas económicos inmediatos a los grandes problemas sociales y políticos del país”, desde las gestiones y luchas por sus carencias personales y de su comunidad, a la lucha política; en plantearle sistemáticamente la toma del poder político como tarea inmediata de la clase trabajadora, la necesidad de ello y su papel de vanguardia. 

Para ello es necesario brindarles conocimientos políticos a través de la propaganda: explicar sistemática y profundamente la raíz de sus males y cuál es el verdadero remedio; y a través de la agitación, de la difusión simplificada de consignas políticas dirigidas a las masas, apelando a emociones y ejemplos concretos de opresión, despertar la indignación de clase y movilizar a las masas hacia la acción política.

Debemos organizar una intensa campaña de denuncias políticas, a través de todos los medios posibles, en forma de razonamientos, folletos y artículos, así como de denuncias vivas de cuanto hacen nuestro gobierno y nuestras clases dominantes en estos momentos en todos los aspectos de la vida.

Esta persistente campaña de denuncias políticas nos permitirá infundir actividad revolucionaria a las masas. ¿Por qué el pueblo mexicano no reacciona con suficiente indignación ante tanta violencia, tanta pobreza, tantas carencias en el sector salud, tanta corrupción en las mega obras de la 4T? ¿Por qué no pone fin a tantas ignominias?

Debemos culparnos, en cierta medida, a nosotros mismos, a nuestra incapacidad para educar, convencer y organizar, de no haber sabido aún organizar denuncias lo suficientemente amplias, brillantes y rápidas contra todas esas ignominias.

La propaganda y agitación políticas nos permitirán concentrar todas las gotas de inconformidad social que se están generando, no con la suficiente amplitud, pero existen y hay que concentrarlas y alentarlas, para formar una ola, una sólida organización, capaz de transformar los motines y paros espontáneos, dispersos, de los obreros, nacidos de su lucha inmediata, en una lucha planificada y consciente como clase encaminada a la toma del poder político, dirigida por un partido distinto, emanado del mismo pueblo.

 

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