MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

Crisis mundial de suministros

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Ante de pasar al tema que nos compete en esta ocasión, quisiera felicitar y agradecer a la revista Buzos de la Noticia, pues cumple el cometido de llegar a su publicación 1000. Dese el año 2005 amablemente la revista Buzos me integró en su equipo de redactores, labor que he realizado sin cobro alguno y, al propio tiempo, sin censura, he podido expresar libremente mis ideas sin taxativas y con mucho gusto, razón doble para felicitar a la revista y a su equipo de trabajo encabezado por su director, el ingeniero Pedro Zapata Baqueiro.

Paso al tema. El capitalismo mundial está mostrando signos de crisis profunda y de descomposición peligrosa. Efectivamente, la epidemia mundial le puso a prueba y no ha sido superada como se esperaba. En la sociedad capitalista impera el espíritu egoísta, el afán de lucro ante todo y, por lo mismo, importa la máxima ganancia y no si la gente vive bien o muere; si los trabajadores del mundo padecen hambre o viven en una mísera vivienda y sus hijos no tienen un futuro claro. En esa medida dejaron morir a su suerte a los más desprotegidos y, como siempre, cuando el trabajador ya no le es de utilidad al capitalista, se deshace de él e incorpora a nuevos reclutas que provienen del “ejército industrial de reserva”, como Marx llamó a los desempleados orgánicos del capitalismo. 

En ese contexto mundial, se provocó una recesión económica profunda, pues fue necesario guardar la necesaria distancia social; sin embargo, ello generó que se mandara a la gente a sus casas y en muchísimos casos se les despidió y no habría recursos para sobrevivir. Por tanto, si les dio el Covid, si no murieron, sufrieron; si no les dio, sufrieron también, pues no había alimentos. El freno forzado de la producción generó serias complicaciones en el mercado mundial de suministros. Veamos.

Como señala Marta Harnecker, en su obra “Conceptos elementales del materialismo histórico”, el proceso de trabajo se compone de los siguientes elementos: la fuerza de trabajo, que representa la energía del trabajador puesta en acción; el objeto sobre el cual se trabaja y los medios con los cuales se trabaja. Las materias primas, directas o indirectas, son elementos fundamentales sobre los cuales se trabaja. Pero, como el proceso de trabajo se trata de un proceso integral, de una unidad, de una suma de partes, con que falle alguno de sus componentes, se paraliza el proceso completo y no se puede concluir la producción de la mercancía. Así, de nada sirve tener una máquina tejedora en perfecto estado, suministrada con combustible, con luz adecuada para el apoyo los obreros en disposición de trabajar, pero, si no hay hilo para tejer, es decir, la parte esencial, la producción se frena o se retrasa. Ahora bien, el propio Carlos Marx identificó en su momento la posibilidad de que el mercado se internacionalizara y que de la división técnica del trabajo, que se dio al principio del capitalismo en una fábrica; luego en una industria y finalmente en un país, con la apertura de las fronteras y la globalización de los procesos, hoy es tendencia mundial la hiperdivisión técnica y mundial del trabajo  por países, de tal suerte qué hay carros que tienen llantas de Japón, componentes electrónicos de China, parabrisas de Taiwán y tapices de México, por decir algo. La OCDE en el 2013 señaló que esta debía ser una política que debían seguir conscientemente los países ante una creciente pérdida de credibilidad de las instituciones derivada de la crisis de 2008. Así, la división del trabajo por países lograría generar empleos locales y pequeños, en micronegocios con lo cual se consideraba que se ganaría nuevamente la confianza, al otorgar empleo a la gente, por la vía de los suministros.

No contaban con la pandemia que paró los grandes y los micronegocios, de tal suerte que colapsó el proceso; sin embargo, con un avance importante en la inmunidad de rebaño de la pandemia, al abrirse la economía nuevamente, se percató de que no se habían hecho las inversiones necesarias para poder soportar un retorno súbito a las actividades económicas y se advirtió, con tiempo, un colapso de la logística de la distribución de los suministros para la fabricación de mercancías y de mercancías ya elaboradas en sí mismas.

Algunas causas de esta crisis son, según un artículo de Esteban Mercatante[1], las siguientes: al abrirse la economía, se percataron de que el flujo de mercancías rebasó la capacidad instalada del capitalismo que no ha hecho grandes y nuevas inversiones en los puertos, de tal suerte que se ven varados cientos de barcos con miles de contenedores sin poder llegar a su destino y hoy hay escasez de mercancías: por ejemplo, imagina usted, amable lector, una hamburguesa McDonald’s sin papas, pues eso se ve en Estados Unidos lo mismo que mercancías que antes se entregaban de un día a otro por la vía del comercio digital, hoy pueden tardar semanas. Además de la falta de infraestructura se suma la falta de personal, pues los posibles choferes han abandonado la labor, antes importante y redituable, ahora incierta y nada redituable, de trasladar las mercancías por tierra.

Por su parte, el incremento de los precios de los energéticos ha hecho que algunas empresas en China hayan reducido necesariamente su actividad y, como se sabe, hoy China es una potencia en la producción de materias primas y de mercancías, por ello su capacidad de abastecer se ha visto reducida.

Por otro lado, la guerra comercial lanzada contra China por parte de Donald Trump, en su afán de promover la supremacía imperial norteamericana, frenó el desarrollo de la producción de semiconductores que dio como resultado el freno en los componentes electrónicos fundamentales para la realización de equipos tecnológicos, con lo cual empresas como Apple, se vio obligada a reducir la oferta de sus productos con la consecuente alza de precios.

Estamos, como se ve, ante una crisis global del capitalismo mundial que no es capaz de ver que en las entrañas de su ser está el mal principal y que, por lo mismo, con estas crisis prepara las condiciones para cavar su propia tumba. El problema de fondo lo encontramos en el gran contraste, como señaló Marx: la producción capitalista tiene un gran componente científico, perfección milimétrica que ha logrado maravillas que le han llevado a incrementar productividad nunca antes imaginados; pero, al propio tiempo, una gran concentración de la riqueza, pues ese carácter científico en la producción no se aprecia en la distribución, pues en el proceso de distribución de las mercancías priva la guerra de todos contra todos y hoy nos encontramos en uno de los cuellos de botella de esa guerra.

Detrás también de ese desastre está la contradicción fundamental del capitalismo: que la producción tiene un carácter social y la distribución de la riqueza producida por muchos, un carácter privado. La solución se basa en el mismo planteamiento del problema: si el problema consiste en que falta cientificidad a la hora de distribuir la riqueza y falta que se socialice, pues toca a los pueblos del mundo lograr que la distribución sea científica y se socialice. En la medida en la que los trabajadores del mundo tomen conciencia de que en sus manos está la revolución del futuro, en estos tiempos en que el capital muestra sus signos de agotamiento predichos por Carlos Marx, en esa medida se estarán abriendo las puertas para la construcción de una sociedad mejor para toda la humanidad. Lo plantaron así los grandes de la revolución social: “trabajadores de todos los países del mundo, únanse”.

Texcoco, México a 26 de octubre de 2021

brasil.acosta@gmail.com


[1] https://rebelion.org/cadenas-de-produccion-cuellos-de-botella-y-posiciones-estrategicas/

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