MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

De Ciudad del Cabo, Sudáfrica, hasta Los Cabos, BCS

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El fantasma del “Día cero” en Ciudad del Cabo, Sudáfrica, se vislumbra también en Baja California Sur. En una nota del diario El País, se informó que en febrero de 2018 los habitantes de Ciudad del Cabo agonizaban por la falta de suministro de agua. 

Tenían una restricción de 50 litros al día por persona —una ducha de cinco minutos consume unos 45—. Una de las mayores sequías de la historia de la región había dejado a Theewaterskloof, la presa más grande, a un 12.5 % de su capacidad y con un consumo de 900 megalitros al día.

La penuria popular por la carencia del agua y los sufrimientos de los humildes están presentes con los tandeos del líquido en colonias de La Paz y Los Cabos.

La ciudad se iba a quedar sin agua el 22 de abril de aquel año. El Gobierno de la región lo llamó “Día Cero” desde enero y alertó a la población: o reducían su consumo de forma extrema o se cerrarían los grifos ese día. Poco a poco y con el esfuerzo de muchos se fue retrasando la fecha en la que Ciudad del Cabo se quedaría seca: 11 de mayo, 4 de junio y finalmente 9 de julio. Llegó la primera semana del séptimo mes de 2018 y el Gobierno municipal anunció el milagro: habían conseguido evitar la catástrofe.

Esta nota da cuenta de que intervinieron las autoridades; no me meto, por cuestiones de espacio, a analizar si las medidas tomadas por las autoridades de aquella región del mundo, que se encuentra a más de 14 mil 800 kilómetros de nosotros, beneficiaron por igual a toda la población, pero el hecho es muy significativo para que analicemos qué pasa en México. En nuestro caso, ¿qué está haciendo la autoridad? ¿Se estarán adelantando los gobiernos a tomar medidas, para hacer frente a la situación tan alarmante y delicada como es quedarse sin agua?

Los conocedores del grave problema hídrico que afecta al país, desde hace muchos años han advertido del peligro que amenaza a millones de mexicanos por la escasez de agua que está punto de alcanzar su nivel extremo: la falta del líquido natural, de lo cual BCS no escapa.

Y es precisamente en dos municipios principales de nuestro estado, donde la situación se complica cada vez más, La Paz y Los Cabos. Datos del Inegi nos dicen que el estado cuenta con una población de más de 790 mil habitantes, de los cuales La Paz tiene 290 mil y Los Cabos 350 mil en números redondos. Los otros municipios tienen su problemática propia, pero es aquí, en estos dos municipios, donde se ven graves problemas en materia hídrica. Veamos otros datos relevantes.

El estado de Baja California Sur ocupa una superficie de 7.4 millones de hectáreas, las cuales se destinan principalmente a actividades primarias, como la ganadería extensiva con alrededor de 45 % de la superficie estatal. 

En el estado, las lluvias suelen ser escasas e irregulares por lo que la agricultura de temporal es inexistente, la única forma de obtener cosechas es mediante la agricultura de riego.

El tema de la sequía afecta a mediano y largo plazo al sector agrícola debido a graves dificultades para la recarga del manto acuífero. El periodo de sequía en la entidad se presenta normalmente en los meses de mayo a julio, ya que las precipitaciones pluviales generalmente ocurren en el periodo de agosto a septiembre, causadas principalmente por la presencia de ciclones tropicales.

Estos datos están estrechamente relacionados con lo que también advierte la doctora en Economía Antonina Ivanova Boncheva, investigadora del Departamento de Economía de la Universidad Autónoma de Baja California Sur y miembro del Panel Intergubernamental de Cambio Climático: debido al cambio climático y al aumento de las temperaturas, el agua empieza a escasear a nivel mundial.

Asimismo, la doctora advierte que, como en el caso de ciudad sudafricana del Cabo, que llegó al “Día cero” y tuvo que recurrir al uso de aguas tratadas y a la desalinización, el siguiente lugar adonde llegará el “Día cero” es la zona de La Paz y Los Cabos ¡antes que ni la Ciudad de México!

Por tanto, se deben tomar medidas urgentes al respecto. En Baja California Sur el suministro hídrico proviene exclusivamente de mantos acuíferos, amenazados por la salinización provocada por la filtración de agua de mar y la vapotranspiración causada por el aumento de la temperatura.

BCS es especialmente vulnerable, pues depende de la pesca, la agricultura y el turismo. El cambio climático no sólo provoca sequías, sino que potencia la fuerza de los ciclones.

En mi humilde opinión, no hay que perder de vista otros aspectos, además de lo denunciado por estos estudiosos y conocedores, que resaltan el cambio climático. No es una advertencia alarmista e irresponsable advertir, por una parte, la inminencia de un desastre que ocasionaría miles de muertes, si las autoridades en el poder no hacen nada.

Por otra parte, el problema no es nuevo: ha sido agravado por la destrucción de la naturaleza, causada por el rapaz sistema capitalista que, en aras de la máxima ganancia, genera también la crisis hídrica. Vemos que Baja California Sur está próxima a quedarse sin agua, y tampoco hay que perder de vista otra agravante: el saqueo por parte de empresas como las refresqueras y por parte del desarrollo inmobiliario y turístico al servicio del gozo de las clases pudientes.

Con el desarrollo de la gran industria y del mercado, los grandes y graves problemas de la humanidad dividida en clases, ahora todo se ha convertido en mercancía, todo se compra y se vende en aras de la ganancia: y el agua también se ha convertido en una mercancía.

El Inegi dice que menos de dos de cada diez habitantes de la Baja Sur tienen servicio de agua diariamente y el dato es engañoso, pues hay familias que cada quince días reciben un poco de líquido mediante pipas que la venden muy cara y a veces tarda hasta cuatro semanas en llegar. 

La penuria popular por la carencia del agua y los sufrimientos de los humildes están presentes con los tandeos del líquido en colonias de La Paz y Los Cabos.

Cambiar de raíz la situación exige un gigante organizado, educado y politizado, y ese gigante está en el pueblo mismo, en su unidad. Sólo este titán puede contener el voraz afán de acumular más riqueza a costa de destruir los ecosistemas del planeta, de aniquilar al ser humano, de matarlo de hambre y de exceso de trabajo, ese interés individualista que siempre busca más poder y mayor ganancia; el de los dueños del capital que deben ganar, ganar, convirtiendo los elementos indispensables para la vida, en mercancías exclusivas para el que las pueda comprar.

Sólo podrá lograrlo ese coloso popular que luche por conquistar el poder político para cambiar ese actuar, esa filosofía de los grandes capitalistas del mundo y de México, que desde el surgimiento de la propiedad privada sobre los medios de producción, también se apropiaron del poder político de las naciones del mundo para así poder facilitar toda transacción, robo, abuso; que formularon y materializaron un tipo de Estado acorde a sus necesidades e intereses; que instauraron instituciones y formularon leyes que protegieran su propiedad y permitieran todos los despojos, agresiones, abusos, etcétera, y castigara sin piedad a quienes se opusieran a ellas.

Es decir, durante décadas estas clases en el poder no han resuelto el problema del agua, al contrario, lo han agudizado, al grado que millones de personas penden de un hilo al no tener uno de los más preciados elementos de la naturaleza.

La lección y conclusión es que no tenemos opción en este régimen capitalista; que este sistema social está en decadencia y no tiene nada que ofrecernos a los pobres de la tierra; que necesitamos un sistema nuevo que coloque en primer lugar los intereses de las mayorías. 

Urge, pues, un Gobierno de esas mayorías, que los dote de los satisfactores a que todo ser humano tiene derecho, de entre muchos, la comida, vivienda y, por supuesto, agua potable. Manos a la obra, porque los malos pronósticos están muy cerca de realizarse: el “Día cero” viene desde Sudáfrica hasta BCS, México.

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