La situación que vivimos no sólo es delicada, sino grave. Lo que está pasando en Tabasco con el desfogue de la presa "Peñitas", que inundó al estado, así como las lluvias provocadas no sólo en Tabasco, sino en todo el sureste por los ciclones, parece no generarle al presidente Andrés Manuel López Obrador mayor preocupación. Todo eso sólo lo mueven a enviar un mensaje con el llamado a que la gente "se proteja". Tal situación y tal respuesta del presidente nos debería llenar de indignación a todos, porque el drama de los tabasqueños se suma al drama de las casi 100 mil familias que han perdido un ser querido por la pandemia de covid-19, y las casi 80 mil familias afectadas por los asesinatos de los grupos delincuenciales.
Todo ello sin hablar de los miles de mexicanos que día a día se enfrentan con asaltos en la vía pública o en los hogares, asaltos en el transporte público o privado, violaciones, desapariciones, desempleo, desamparo en las enfermedades, alcoholismo, etc., etc., verdaderas calamidades que vuelven angustiante la vida nacional.
¿Y en qué anda metido el presidente y los diputados, supuestos representantes de la población? En el espectáculo de la persecución y encarcelamiento de los políticos y funcionarios del pasado.
El pueblo de México, agraviado permanentemente por malos gobernantes, ansía un ajuste de cuentas, una venganza contra aquellos que, desde su óptica, lo traicionaron. Sabiendo esto, López Obrador se ha puesto al frente, convirtiéndose en el ángel vengador, en la "mano justiciera" que mucha gente buscaba. Así que en estos 23 meses de gobierno de Morena hemos visto persecuciones y declaraciones estridentes que impactan al público; por un lado el presidente acusando, "destapando" las cloacas, por otro lado, los diputados creando leyes a modo para que los caprichos del señor presidente se vayan cumpliendo.
¿Y qué hay con las necesidades sociales? ¿Cómo se están atendiendo? Fácil: entregando dinero en efectivo a pocos sectores sociales, a aquellos sectores altamente sensibles de la población: estudiantes, ancianos y discapacitados. Punto.
Estas acciones "de gobierno", la persecución y la entrega de dinero, son calificadas por mucha gente, cuando menos la que leemos en las redes sociales, como extraordinarias, y al presidente como "el mejor presidente de México", tanto que volverían a votar por él.
Fuera de los comprobados "boots", yo no dudo de que existen miles de admiradores de López Obrador, como los tiene Donald Trump en Estados Unidos, pero me parece que estamos presenciando la consecuencia de nuestro completo analfabetismo político.
El pueblo de México, cuando menos desde que surgieron la radio y la televisión en el siglo XX, ha sido alumno de esos "maestros tecnológicos" manejados por los dueños del capital. Tales "maestros" nos han enseñado, por ejemplo, que ni modo, que hay que echarle ganas y con la ayuda de Dios, saldremos adelante; nos ha enseñado que si somos pobres, es por nuestra falta de iniciativa, o por irresponsables, pues sabiendo que somos pobres, nos llenamos de hijos; nos ha enseñado que no hay que esperar todo de "papá gobierno", que eso es ser atenidos y encajosos.
Sobre todo, la educación electrónica, junto con la educación formal (escuela) y la informal (la calle), nos han enseñado que la política es para los corruptos, que meterse a la política es como meterse a un mar de excremento. En fin, que dejemos la política en manos de los "licenciados", de los políticos profesionales. El papel que nos toca jugar, como pueblo, es ir a las urnas a depositar nuestro voto.
Nunca se nos ha enseñado, por ejemplo, que gobernar a la nación es tarea de todos. Que hacer política es obligación de todos, incluso de niños y jóvenes, por la sencilla razón de que la política impacta en todos los ámbitos de la vida social: la educación, la salud, el trabajo, la recreación, etc.
Por eso hacer política empieza desde la evaluación del candidato a un cargo de elección popular: ¿qué ha hecho en el pasado por aquellos que pretende gobernar o representar?; ¿es honesto y responsable en su modo de vida?; ¿qué tanto conoce su municipio o su distrito?; ¿en qué consiste su plan de gobierno o qué leyes pretende promover o de qué manera nos beneficiará estando en el Congreso? Incluso: ¿qué nivel cultural posee?, porque nos hemos encontrado hasta con presidentes y gobernadores que no saben ni leer.
Esto y más debemos revisar. Eso también es hacer política. Las nuevas elecciones se acercan, los políticos profesionales se aprestan a pelear por nuestros votos… ¿seguirá el pueblo en su papel de analfabeto político? ¿Caeremos otra vez en manos de aventureros, "iluminados" y "vengadores", como los que hoy nos "gobiernan"?
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