Muchos mexicanos, a la llegada de Andrés Manuel López Obrador a la presidencia de la república, vieron con buenos ojos el que alguien diferente tomara las riendas del país. Cansados de los malos gobernantes anteriores depositaron la confianza en él, guiados por la promesa de que una Cuarta Transformación traería una mejor vida para todos.
López Obrador afirmaba que la mafia del poder, los de arriba, los corruptos, los gobiernos anteriores, eran los culpables de todos los males que mantenían hundido en la miseria al país entero; prometió cero corrupción, cero impunidad, que ya no habría más gasolinazos, que íbamos a tener una mejor atención en la salud y calidad de vida, que iba a terminar con la pobreza, que iba a dar todo el poder al pueblo y, la cereza del pastel, prometió que bajarían los índices de inseguridad desapareciendo la policía federal para crear la guardia nacional y así garantizar mayor seguridad a los mexicanos.
Con este discurso resaltó las diferencias marcadas con los gobiernos anteriores y encausó a una buena parte de mexicanos a que se tragaran ese cuento, mordieran el anzuelo y lo apoyaran. Y para su desgracia, las cosas no son como se las pintaron.
Hoy, la falta de empleo formal con salarios dignos, la escasez de medicinas, el aumento en los índices de violencia e inseguridad en varios estados del país y, para variar, la situación tan complicada que está atravesando nuestro país debido al conflicto entre Rusia y Ucrania, y que se ve reflejada en el aumento de los precios de las mercancías de primera necesidad, ya empiezan a mostrar los colmillos. Esta suma de ausencia de solución a las necesidades más urgentes e indispensables de la gente, agraviada por la inflación económica, afecta directamente a los pobres que de por sí no han podido salir de los estragos que dejó la pandemia por covid-19, que hasta el momento no ha parado de causar muertes y estragos en las familias mexicanas.
Aunque parezca ya demasiado trillado escribir sobre este tema, nos tenemos que hacer la siguiente pregunta: ¿Qué fue de todo lo que Obrador prometió? Pues bien, con respecto al combate a la corrupción, en lugar de disminuir, se ha agravado más, vemos un día sí y otro también, como funcionarios de su gabinete se ven involucrados en escándalos de corrupción. Hemos visto como uno de sus hijos se ha envuelto en escándalos como el de la casa de Houston, familiares directos recibiendo dinero y amigos íntimos beneficiándose con contratos millonarios y vemos como gente que lo rodea se ha aprovechado de sus puestos para cobrar cuotas y hacerse de dinero bajo la sombra de Obrador. Todo esto sigue quedando en la impunidad, misma que dijo combatiría y sigue sin castigarse a quienes están señalados con pruebas palpables e innegables de corruptos.
Una de tantas promesas fue la de que, a partir del primer día de su mandato, no iba a permitir que aumentara el precio de la gasolina, esto tampoco se ha cumplido. Si tomamos como referencia el precio de la gasolina del 1 de julio de 2018, (la magna costaba 17.92 pesos, el diésel costaba 18.96 pesos y la gasolina premium 19.40 pesos), claramente podemos decir que ha aumentado. El precio por litro de gasolina al 1 de julio de 2022 ronda en promedio en los 21.75 pesos la magna, 23.28 pesos el diésel y 23.63 pesos la premium.
Nos prometió que tendríamos un mejor sistema de salud, casi casi de la talla de los que existen en Dinamarca y ¿qué es lo que tenemos? Desapareció el seguro popular y se creó el INSABI que hasta el momento sigue inoperable, tenemos un sistema de salud incapaz que no ha podido soportar el embate tan cruel y despiadado que trajo la pandemia y que ya ha cobrado mas de 325,716 vidas y amenaza con una quinta ola. En fin, un sistema deficiente que además no brinda los medicamentos ni materiales necesarios que se requieren para salvar vidas, dejando a este sector muy vulnerable.
La promesa de que iba a terminar con la pobreza tampoco se está cumpliendo. Primero los pobres, sería su estandarte de batalla y a la fecha se ha quedado corto, pues son los pobres quienes están sufriendo más. Son más cuantitativamente y la pobreza sigue en aumento, les quitaron programas sociales que en algo ayudaban a las familias de escasos recursos, desaparecieron las estancias infantiles, aumentó la edad para poder recibir el subsidio de adultos mayores de 65 a 68 y después bajó de nuevo, como si se estuviera jugando al te doy y después te lo quito y te lo vuelvo a dar. Eso no es acabar con la pobreza. Pretender que, con sus programas de apoyo de transferencia directa, como las becas, sembrando vida, jóvenes construyendo el futuro, se acabe la pobreza, es como decirle a un enfermo del estómago que tomando una aspirina se curará.
Estos programas solo son un mecanismo para hacerlos más pobres e ignorantes. El fin de esos programas tiene una intención electoral, se finge ayudar a los más humildes, pero en realidad se les afecta, pues a cambio de las becas, se les quita las escuelas, las canchas deportivas, techados, clínicas, agua potable, etc. La pretensión de López Obrador es conservar el voto de los pobres para seguir en el poder a cambio de darles migajas con sus programas asistencialistas que solo han demostrado su incapacidad para acabar con la pobreza en la que se encuentra sumido todo México, porque se subsidia el consumo de la gente, pero no se desarrolla su capacidad productiva, esto provoca un país desigual y los pobres se incrementan día a día.
En el tema de la seguridad, las cosas están cada vez peor. Del 1 de diciembre de 2018 al 30 de junio de 2022, en lo que va del gobierno de López Obrador, se han registrado 124,520 homicidios dolosos y van más de 12,897 mujeres victimas de feminicidios de las cuales 9,511 han sido calificados como homicidios dolosos, sin embargo, el presidente sigue insistiendo en que la estrategia de abrazos no balazos, en materia de seguridad, la seguirá implementando y no la pretende cambiar porque, según él, se está avanzando y, para colmo de la burla, sigue diciendo que es herencia de los malos gobiernos anteriores, No se da cuenta, o no quiere darse cuenta, que en lo que lleva de su administración, ya ha superado a esos gobiernos que tanto critica y eso que aún le faltan dos años con 5 meses de mandato.
Como podemos ver, tan solo en estos rubros, nada de lo que se dice en el discurso se aplica en los hechos, estamos inmersos en una realidad definida por la existencia de una pandemia que ha dejado consecuencias graves a la economía que, al borde de una crisis que indiscutiblemente se remarcará en la población mas pobre, ya no es posible aminorar las causas de esta terrible situación que día a día se agrava más y, para variar, es triste ver que quién nos representa a todos los mexicanos, quién tiene la envestidura de un mandatario de una nación como lo es la nuestra, a quién se dice representa a un país de gente trabajadora y valiente, dé esa categoría de fifí o de conservadores a todo aquel que no comparte su forma y manera de conducir en materia de gobierno a México.
La experiencia vivida en estos años que lleva Obrador en el poder nos debe llamar a la unidad y no solo partidista, sino de conciencia, a una unidad que frenaría el avance de esa gente que solo quiere servirse del poder, escalar cargos públicos o reelegirse, sin tomar en cuenta, sea del color que sea, a la gente que con su voto confía en ellos.
El gobierno no debe ser fuente de miseria, sino que debe garantizar a todos, sin distinción alguna, lo que por derecho les corresponde. La aplicación de una política justa de los gobernantes da la garantía de que los derechos de todos sus gobernados serán respetados y sobre todo cumplidos. No debemos olvidar que la explicación dialéctica de todo fenómeno nos dice que nada es eterno, ni estático, ni inmóvil, que todo fenómeno tiene una causa y un efecto y sobre todo un desenlace. A eso se está enfrentando López Obrador y contra esa dialéctica no podrá jamás.
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