MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

Desigualdad social, imparable en la 4T

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La desigualdad en México cada vez se agudiza, se vuelve abismal, espantosa, lacerante, humillante, entre los pírricos ingresos de 21.6 millones de mexicanos más humildes que perciben un salario mínimo, 33.6 millones de personas trabajan en el empleo informal, percibiendo un ingreso muy variable y poco seguro, 12.8 millones de personas que viven en la pobreza extrema.

En contraparte, están los jugosos y cuantiosos ingresos que las clases media y alta perciben, como sector minoritario. Un ejemplo de ello; mientras un trabajador gana 207.44 pesos al día de salario mínimo, el hombre más rico de México gana 340 millones de pesos al día.

Normalmente se le atribuye a esa riqueza causas poco creíbles y serias, como atributos personales del rico y estructurales que determinan las posibilidades de capturar y retener altos montos de recursos e ingresos, pero nada de esto es cierto. Los dueños de los medios de producción, mediante la explotación del trabajo asalariado, se apropian del trabajo ajeno de miles de trabajadores que contratan, no hay riqueza sin la fuerza humana.

Así se explica cómo “las 85 personas más ricas del mundo acumulan una riqueza equivalente a la de los 3,500 millones de seres humanos más pobres”: Oxfam.

La brecha actual entre los más ricos y el resto de la sociedad es espantosa. Estamos empantanados en un círculo vicioso, donde el control del planeta lo tienen los más ricos y ellos son los que ejercen el poder político, jurídico y económico en su beneficio. En nuestro país, el Estado, por medio de sus gobernantes, siempre han favorecido a la élite de la que forman parte, poniendo todas las instituciones al servicio de la clase poderosa económica y política, dejando a su suerte y en total abandono a las inmensas masas trabajadoras. Veamos algunas de las causas que provocan y agudizan la desigualdad en nuestro país.

Tenemos sistemas fiscales injustos, los que menos ingresos perciben, siguen pagando más impuestos, la mayoría de los ricos siguen sin pagar impuestos. Las leyes y reglas actuales deben cambiar para evitar que la mayoría de los impuestos castiguen al consumo y los salarios, cuando los impuestos deben recargarse sobre las rentas del capital industrial, mercantil y financiero.

En México pagan más impuestos los asalariados que algunos banqueros e industriales, para eso han creado sus fundaciones, organizaciones filantrópicas que son escudos para evadir y justificar impuestos, claro porque el sistema se los permite.

La corrupción y flujos ilícitos de capitales son hemorragias financieras y robos que provocan el mal manejo de los recursos, la deuda pública y la evasión fiscal; luchar contra los paraísos fiscales es otro tema pendiente. La desigual distribución de la inversión y el gasto público, la desigualdad aumenta cuando determinados grupos de ciudadanos o instituciones, sea por razones étnicas, de clase, geográficas, religiosas, se benefician de mayores niveles de inversión y gasto público que el resto, lo cual se traduce en mejor acceso a servicios sociales básicos como salud o educación, o mejores infraestructuras como, por ejemplo, en energía y comunicaciones.

En muchas ocasiones, las decisiones políticas sobre inversiones y gasto público no se rigen por criterios de justicia social, sino de conveniencia de grupo. Se construyen grandes obras con erario público que luego se concesionan a manos privadas, beneficiando al sector empresarial, para este tipo de obras siempre hay dinero, un ejemplo de ello son las autopistas, pero donde no hay beneficio empresarial se invierten montos de recursos ridículos para obra pública popular, para esto nunca hay recurso, ese es el lema de todos los gobiernos de antes y actuales.

La privatización de servicios públicos como el agua, energía, salud o educación ha comportado la exclusión a los mismos de personas que no se pueden permitir pagar los precios establecidos por el mercado, que en su mayoría son muy altos, donde los gobiernos han evadido su responsabilidad.

Otro problema es la impunidad de los más poderosos de antes y ahora, cuando ésta es evidente, los ciudadanos tenemos la obligación de luchar para proteger uno de los pilares básicos de la democracia. La inseguridad, en ocasiones, la violencia y el conflicto no sólo producen pobreza, sino que son un mecanismo para reforzar y perpetuar el poder de determinados grupos de población sobre otros, o una vía para consolidar el acceso privilegiado de unos cuantos, a dinero público o recursos naturales, en su país o fuera del mismo.

Problemas, todos ellos muy reales, que están presentes en toda la estructura social, privada y gubernamental, que nos están haciendo mucho daño y provocando una gran brecha entre pobres y ricos, que, si no lo resolvemos pronto, solo se revertirá mediante una revolución violenta, por ahora creo que estamos a tiempo de evitarla.

Es urgente luchar contra las causas que provocan la desigualdad para reducir la tendencia actual, tan peligrosa, injusta e inaceptable, desgraciadamente, proyectos de nación que ha implementado la 4T a nivel federal, así como las políticas los económicas gubernamentales de transferencias monetarias directas, no resuelven este problema, solo se han convertido en paliativo temporal para un sector social, minoritario y un instrumento de manipulación y control electoral.

En nuestro país, queramos aceptarlo o no, los ricos se vuelven cada vez más ricos y los pobres cada vez más pobres, la concentración de la riqueza es imparable y el incremento de la pobreza también, del 2018 a la fecha se han sumado a las estadísticas de pobreza más de 4.8 millones de mexicanos, nuestra realidad es la última prueba de verdad inapelable.

Necesitamos aplicar la propuesta económica de Antorcha; una reforma fiscal progresiva, que pague más quien más tiene, invertir más en el gasto social de infraestructura, dar empleo a todos los que están en edad de trabajar y pagar buenos salarios que permitan a las familias elevar su poder adquisitivo, masificar el deporte, el arte y convertirnos en una potencia productiva. Por ahora, seguiremos dando palos de ciego, padeciendo fracaso tras fracaso y siendo el traspatio del imperialismo.

 

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