“Sacrifica Pemex a sus obreros” fue uno de los titulares del periódico Tabasco Hoy del 27 de enero. Dicha noticia no pasó desapercibida entre la población, corriendo como pólvora los comentarios, las inconformidades de las familias de los obreros despedidos, las demandas hacia la empresa y los señalamientos directos de corrupción entre los altos directivos (que, por cierto, salieron ilesos de los despidos masivos).
¡Qué lejos quedaron los cantos de sirena que hicieron que los tabasqueños salieran masivamente a votar! Hoy la cruda realidad nos ataca con sus dientes de carcoma.
Sus verdugos argumentan que los despidieron para poder pagar a proveedores. Por otra parte, la respuesta del gobierno en turno es un silencio total ante quienes claman justicia. Bien lo dijo un cerillito del supermercado: estamos mal y vamos para peor.
¿Qué es lo que realmente está motivando este despido masivo? ¿No se supone que con la apertura de la refinería Dos Bocas se reactivaría la economía de los tabasqueños? ¿A cuánto asciende la deuda con los famosos proveedores?
Estas y otras preguntas debemos responderlas con seriedad para analizar a profundidad este fenómeno y plantear alternativas para la población desempleada. De inicio, debemos aclarar que la crisis que vive Pemex, no sólo en Tabasco sino a nivel nacional, no es algo nuevo y está estrechamente relacionada con la crisis de la economía mexicana que estalló en 1976 con la salida de miles de millones de dólares del país y una devaluación de la moneda superior al 80 %.
A lo anterior se suman los acuerdos internacionales en relación con el precio del barril de petróleo, donde México realmente no tiene voz ni voto.
Pemex debe a sus proveedores más de 20 mil millones de dólares en pagos atrasados por trabajos petroleros y otros servicios, publicó El Financiero.
Por su parte, el director corporativo de Finanzas de Pemex explicó en una conferencia de prensa que la caída de ingresos se debió a menores volúmenes de crudo exportado, ya que las exportaciones se desplomaron un 17.8 %, la producción de crudo se redujo un 5.7 % y la producción de gas natural se contrajo un 6.8 %.
La deuda financiera total de Pemex, considerada la petrolera más endeudada del mundo, ascendió a 97 mil 300 millones de dólares. Este informe corresponde al último trimestre bajo la presidencia de Andrés Manuel López Obrador. Y aunque la nueva presidenta, Claudia Sheinbaum, declaró que una de sus metas es mejorar el desempeño operativo de la compañía desde la exploración hasta la comercialización, los resultados negativos los atribuyeron a la pérdida cambiaria por la depreciación del peso mexicano ante el dólar, una menor exportación de crudo y un menor valor obtenido de los procesos de refinación.
Sin embargo, la altísima corrupción que se vivió en el sexenio anterior no tiene nada que ver con el famoso eslogan de la 4T: no mentir y no robar. Los resultados son números fríos que nos dejan helados: una terrible crisis que nos posiciona en un deshonroso primer lugar de petroleras endeudadas a nivel internacional.
¿Y mientras tanto qué sucede en el Edén? Pemex inició una ola de recortes de personal, eliminando en una primera etapa (pero se sabe que habrá más) 698 plazas laborales en las subsidiarias Exploración y Producción (PEP), Logística (PLOG) y Corporativo (PC). Declararon que esto es una estrategia para enfrentar la megadeuda millonaria con los proveedores, que se manifiestan con plantones, cierre de instalaciones y marchas.
Por su parte, el subgerente regional de Integración y Desarrollo Humano Sureste señala que los estados más afectados son Tabasco y Campeche. Las cifras de mayor despido de obreros están en Villahermosa, con 466 plazas; Comalcalco, con 332; además de Reforma, con 85.
La clase obrera de Pemex está temblando, en espera de nuevos recortes. ¿Y las promesas de que con una nueva refinería se impulsaría el empleo en la entidad, dónde quedaron?
Por otra parte, se sabe que la deuda en Tabasco sobrepasa los 3 mil millones de pesos y aún no se logra estabilizar la empresa. Es evidente que la corrupción es el sello que ha distinguido a esta empresa y al gobierno, que es cómplice de sus malos manejos financieros.
¡Qué lejos quedaron los cantos de sirena que hicieron que los tabasqueños salieran masivamente a votar! Hoy la cruda realidad nos ataca con sus dientes de carcoma.
El incremento de la pobreza es un flagelo constante: ocupamos un deshonroso primer lugar en desempleo a nivel nacional; somos la cuarta entidad federativa con peores servicios públicos en vivienda y, la semana pasada, nos despertamos con un primer lugar nacional en percepción de inseguridad por parte de los tabasqueños.
Más del 95 % de los encuestados declararon que viven con ataques de pánico por la gran inseguridad que se vive en Villahermosa. Incluso superamos a Sinaloa. ¿Nos esperan peores escenarios, sacados de las más famosas tragedias al estilo Hollywood? Ni quisiera comentarlo, pero la realidad es fría: así estamos.
¿Qué hacer? ¿Por dónde empezar? Ya lo escribió el gran revolucionario ruso Vladímir Ilich. Tenemos que dejar las demandas economicistas que sólo ofrecen migajas a los obreros y prepararnos para impulsar el verdadero gobierno de la clase obrera en México.
México necesita una verdadera revolución donde de verdad los pobres sean primero, donde se genere empleo y la gente viva de su trabajo y no de dádivas que les compran la conciencia.
Las riquezas naturales de Tabasco son inmensas, pero, por si fuera poco, la gran producción de petróleo sugiere que los tabasqueños deberían vivir con mejor calidad de vida.
¿Qué hace falta? Una distribución más equitativa de la riqueza, lo cual no se logrará solo con un buen discurso o con consejos a los políticos para que hagan un buen gobierno. No. Desde mi humilde punto de vista, eso ya está agotado.
Los tabasqueños debemos organizarnos en cada ranchería, colonia, ejido y poblado, etcétera, para que juntos, como un solo hombre, luchemos por la solución de las demandas de nuestro pueblo, pero, sobre todo, para que la riqueza se distribuya de forma más equitativa a través de un gobierno de la clase obrera que de verdad nos represente y defienda nuestros derechos.
A los obreros despedidos de Pemex, así como a todos los desempleados de esta entidad, les ofrecemos nuestra mano siempre solidaria para luchar contra las injusticias. Con el Movimiento Antorchista, sí podemos lograr un verdadero cambio. Así, o más claro.
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