Uno de los eslogans que tampoco se cumplieron durante el actual sexenio federal que está por concluir y que pomposamente fue llamado de la cuarta transformación, es aquel de “primero los pobres”, porque fue precisamente a ese sector a quien se le castigó con mayor fuerza, condenándolo a subsistir de verdadero milagro, sin seguridad, sin salud ni educación, sin oportunidades de desarrollo, vaya pues, dejándolos en el abandono y muchas de esas familias pasando a engrosar los cinturones de miseria extrema.
Se podría tomar como otro fracaso más de parte del mandatario mexicano que, diciéndose populista, se olvidó de combatir la pobreza existente en el país, incrementando en mayor medida los núcleos empobrecidos, mientras combatía con demostrada fiereza a la única organización dedicada a proteger a todas esas personas, Antorcha Nacional.
Si bien López Obrador no logró su cometido de exterminar a como diera lugar y aun a costa de mentiras a los antorchistas de la nación, que se han fortalecido ampliamente, sí aplicó pésimas políticas gubernamentales que enriquecieron aun más a los ya poderosos económicamente y hundieron a los sectores desprotegidos, a los desamparados y carentes de recursos.
El Coneval alertó que, sólo en los dos primeros años de gobierno de Andrés Manuel López Obrador, la población en situación de pobreza creció en 3.8 millones de personas y en 2.1 millones las personas en pobreza extrema.
El periodista Martín Morales, en su reportaje denominado “Otro Gobierno al servicio del poder económico”, plasma la realidad que se está viviendo en el país donde se han olvidado de las clases empobrecidas y se continuará favoreciendo a los dueños de las grandes corporaciones mercantiles, industriales y financieras de México y Estados Unidos.
El poder real de los grandes capitales se exhibió cuando el promotor de un nuevo “maximato” anunció que, en septiembre, el Congreso de la Unión aprobaría su “Plan C” y automáticamente se depreciaron las acciones en la Bolsa Mexicana de Valores (BMV) y el peso frente al dólar, cuya devaluación provocó que la deuda pública llegara a los 18 billones de pesos (bdp).
A decir de especialistas en finanzas, el crecimiento de la deuda pública contratada en dólares y pesos se debe a que el Gobierno de AMLO solicitó nuevos créditos, renegoció otros a corto, mediano y largo plazos y las tasas de interés nacionales e internacionales se elevaron.
El Gobierno de AMLO recurrió a un altísimo marcador de endeudamiento debido a que no promovió una reforma fiscal para financiar sus numerosos programas sociales “compravotos”, sus “megaobras” –Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles (AIFA), Tren Maya, refinería de Dos Bocas– y la costosa campaña de promoción electoral a favor de Claudia Sheinbaum, sostenida durante casi seis años.
Para cubrir buena parte de estos gastos, el aún presidente distrajo recursos financieros de dependencias gubernamentales tan sensibles como las secretarías de Salud (SS), Educación (SEP) y Seguridad Pública (SSP), áreas donde sus resultados fueron desastrosos, aunque éstos se debieron también a la falta de un plan de Gobierno bien estructurado.
Pero veamos que en tan sólo dos años de AMLO la pobreza extrema creció en un 24 por ciento y dicha cifra ha ido en aumento durante dicho sexenio.
El Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval) alertó que, sólo en los dos primeros años de Gobierno de Andrés Manuel López Obrador, la población en situación de pobreza creció en 3.8 millones de personas y en 2.1 millones las personas en pobreza extrema.
Ha sido la fallida estrategia gubernamental la que ha llevado a millones de mexicanos a vivir en condiciones difíciles, después de que se han incrementado en precio los productos de la canasta básica, los servicios tanto por energía eléctrica como agua potable, resultando prácticamente inalcanzables para quienes viven al día.
La deserción educativa está a la orden, después de que la educación pública se ha encarecido, donde ya es insuficiente el poder adquisitivo de la clase trabajadora para costear cuotas, pagar uniformes y útiles así como enseres domésticos que se exigen a cada padre de familia para que su hijo pueda estudiar.
Y qué decir de otros sectores como el campesino, donde el sufrimiento es permanente con familias enteras que no prueban alimento alguno durante todo el día, que viven en la oscuridad, es decir, sin los servicios más elementales para subsistir.
Mientras que con la mano en la cintura el Gobierno de la 4T eliminó el Seguro Popular, que era una de las instituciones que brindaba atención médica a quienes carecen de recursos económicos, fabricando entes que han fracasado en su intento por brindar salud a la población en general.
Se eliminaron programas y fideicomisos que permitían a grandes núcleos poblacionales ayudarse, las granjas agrícolas, las guarderías infantiles, entre otras importantes, que generaron mayor miseria en la nación.
Entonces ahí queda otra cuestión prometida pero no cumplida del señor presidente, quien, de continuar ejerciendo el poder tras bambalinas, continuará atentando en contra de los mexicanos sumergidos en la pobreza, aunque se llene la boca diciendo que para él son “primero los pobres”.
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