MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

Dos centurias después de la lucha por la Independencia

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Preguntaba extrañado un extranjero sobre la fiesta del Grito de la Independencia que se celebra en nuestro país cada 15 de septiembre. Año con año se recuerda la fecha en que el cura Miguel Hidalgo y Costilla tocó las campanas del templo de la población de Dolores, en el estado de Guanajuato, y arengó a los mexicanos ahí reunidos a luchar por su libertad.  

Este suceso es resultado de un proceso que se ha venido desarrollando a nivel mundial y que tiene que ver con el avance de la producción industrial, con la extensión del sistema de mercado en el mundo, es decir, con el capitalismo como modo de producción, que penetra ahora con más intensidad en la España invadida y, en consecuencia, sus colonias se separan de ella y se independizan.  

La lucha por la independencia de México sigue siendo relevante y debe inspirar a las nuevas generaciones a buscar un cambio verdadero en la sociedad.

Después de la revolución burguesa (1649) en Inglaterra, la Guerra de Independencia de los Estados Unidos de Norteamérica (1776), la revolución burguesa de Francia (1789) y la guerra revolucionaria del pueblo español por su independencia (1808-1814), las colonias españolas en América, influenciadas por estos acontecimientos, se movilizaron por su independencia.  

El llamado de la campana atrajo a la iglesia de Dolores a los pobladores: campesinos, artesanos, amas de casa y pequeños comerciantes. “Compatriotas —dijo Hidalgo— no existe ya para nosotros ni el rey ni los tributos, que hemos sobrellevado hace tres siglos. Llegó el momento de nuestra emancipación; ha sonado la hora de nuestra libertad… ¡Viva la independencia! ¡Viva América! ¡Abajo el mal gobierno!”.

Hidalgo decretó la liberación de los esclavos, la supresión del impuesto per cápita, la liquidación de los monopolios de la producción y venta de pólvora, tabaco y vino, la reducción de las alcabalas (impuesto equivalente al IVA) y el uso de papel corriente en lugar de papel sellado. 

También devolvió a las comunidades indígenas las tierras que les habían sido arrendadas, canceló todas sus deudas por pago de renta y prohibió el arriendo de las tierras comunales.  

Dice fray José de Teresa Servando de Mier: “Tuvo un profundo significado social la solución del impuesto per cápita, que era un símbolo peculiar de la situación de desigualdad de derechos en que se encontraba la población indígena, puesto que solo lo pagaban los indios. Esto atraía a los campesinos a ingresar en masa al Ejército Insurgente”.  

Han pasado 214 años del Grito de Dolores, de aquella mañana en que el cura Hidalgo encabezó a los mexicanos en su lucha por la independencia. 

En ella, perdió la vida (1811), fue fusilado, al igual que José María Morelos (1815) y la gran mayoría de los líderes que al frente del pueblo nos mostraron el camino a seguir, por quienes estaban dispuestos a la acción, aunque en ello les fuera la vida.  

Fue el inicio de una lucha que aún no termina, pues no hemos logrado la verdadera independencia. De los 129 millones de mexicanos, más de 100 millones viven en la pobreza, siendo que somos la economía número doce en el mundo y ocupamos el sexto lugar en la producción de automóviles.  

El impuesto per cápita y las alcabalas (el IVA) siguen exprimiendo al pueblo trabajador y, en este sexenio de “Gobierno del pueblo”, los grandes empresarios incrementaron sus fortunas de forma grotesca y, en consecuencia, el pueblo aumentó su pobreza, pues perdió su empleo. Cayó a la informalidad, que es empleo disfrazado.

El salario de los que trabajan no alcanza y, ahora, con sus impuestos, se subsidia a los grandes empresarios a través del consumo.  

La salud se ha privatizado en los hechos, pues los hospitales no tienen medicinas ni infraestructura para realizar estudios necesarios y operaciones requeridas. Ahora hay que comprar medicinas, pagar estudios e incluso hacer operaciones con particulares.  

Más de 1 millón 800 mil estudiantes se retiraron de las aulas por la falta de apoyo en la pandemia, lo que los retrasó dos años. Se retiraron programas que ayudaban a las madres y venían abatiendo la deserción: las estancias infantiles, los refuerzos de la educación básica y las escuelas de tiempo completo. 

Se abandonó la construcción de obras de servicios básicos: agua, drenaje, alcantarillado, aulas, clínicas, infraestructura deportiva, cultural y de esparcimiento.  

La inseguridad, la violencia, los desaparecidos y la muerte no disminuyen; al contrario, se incrementan. Por todo ello, el 214 aniversario del grito de la lucha por la independencia debe ser un llamado de atención ante la situación que vivimos y llevarnos a organizarnos y luchar para que el pueblo realmente sea quien, a través de su partido de clase, tome el poder y construya el México independiente.  

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