MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

Dos pequeños grandes pasos para salvar México de la crisis actual

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Dada la agudización de la crisis provocada por la pandemia, que cada vez afecta a más personas y lo hace con mayor crudeza, se generalizan las críticas al presidente de la República y sus políticas de gobierno. Sin embargo, a pesar de lo atinado de las críticas, no dejan de ser un llamado al cambio de rumbo, con razones morales, cuestión que es importante, pero al final, insuficiente.

En un video de conocido comentarista que, afectado emocionalmente como cualquiera que pierde un ser querido, exige que el triunfalismo oficial acerca de la pandemia se presente ante todos aquellos familiares de quienes hoy están enfermos o han perdido la vida; y en un artículo en El Universal, cuyo autor manifiesta que, al escuchar a la oficialidad que el Coronavirus no haría nada a los mexicanos, tuvo tranquilidad al constatar que estaba equivocado en su negatividad al respecto, pero que al compartir su triunfalismo con sus amigos, estos dijeron que sus familiares están sufriendo porque en los hospitales no hay respiradores; ante la falsedad, pide a López Obrador que deje la revancha política y dirija a todos los mexicanos en esta pandemia. Las peticiones no dejan, lamentablemente, de ser una suplicante gota en el desierto de la sordera del presidente.

Carlos Marx, en el Postfacio a su monumental obra El Capital, legó a la humanidad su tesis -jamás refutada- de que "el movimiento social es un proceso histórico-natural regido por leyes que no solo son independientes de la voluntad, la conciencia y las intenciones de los hombres, sino que además determina su voluntad, conciencia e intenciones". Esto es, que una sociedad no se rige por los principios morales de los individuos, sino que en el seno de ella existen leyes económicas que determinan el rumbo que aquella sigue, y que por tanto, sólo el conocimiento de estas leyes que determinan las distintas fases del desarrollo social, nos dirán qué se debe hacer en la coyuntura actual.

Por lo tanto, y a pesar de que nuestros deseos de justicia sean no solo correctos, sino necesarios, debemos entender que con llamados morales no cambiará la autoritaria y criminal política gubernamental, que el demagógico discurso del presidente es la táctica del programa de la facción de la clase que hoy está en el poder, y que por tanto, esa verborrea populista del presidente, llena de sofismas y lugares comunes, no es más que la envoltura de su verdadera esencia neoliberal a la que en los hechos responde. Para muestra de ello, hay que ver las concesiones a los más ricos del país.

El nuestro no es un gobierno sustentado en principios morales, sino en intereses económicos, que en aras de la máxima ganancia de los poderosos, de quienes se privilegian sus inversiones, afecta a la inmensa mayoría de los mexicanos, al dejar de lado las necesidades alimenticias y de salud en esta contingencia. No es con llamados a la conciencia como esta situación va a cambiar, sino anteponiendo la fuerza social de las mayorías, como corresponde a la fase de nuestro desarrollo social, según las leyes descritas por los estudiosos de la ciencia económica como Marx.

Es necesario dar dos pasos, grandes y pequeños a la vez, el primero, tomar conciencia de la realidad, contrastando el discurso oficial con los actos reales de gobierno, con los programas implementados y la forma poco efectiva en que estos combaten la pobreza y los problemas sociales; segundo, una vez entendido el carácter demagógico de la 4T, actuar, tomando parte en la lucha de la fuerza social mayoritaria de ciudadanos que exija al gobierno la aplicación de los recursos que todos aportamos al erario, en la principal tarea del momento, mantener vivos a los mexicanos; para lo cual hay que asegurar las fuentes de empleo e invertir en programas alimentarios para quienes no tienen trabajo y, finalmente, invertir en salud, equipando a los médicos y hospitales con lo necesario para enfrentar la crisis de salud.

Dos pasos: pequeños, porque en el confinamiento actual, basta unirse a las exigencias en las redes sociales o manifestándose con mantas o cartulinas, desde sus hogares; y grandes, porque significan una verdadera transformación en la fuerza de los pobres, pues con este acto dejaremos de estar dispersos para convertirnos en una fuerza gigantesca. Nadie va luchar por los sectores pobres, si no son ellos mismos.

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