En esta época del año, es frecuente ver a maestros y padres de familia emocionados y orgullosos de que sus alumnos e hijos cierran un ciclo escolar de su formación académica y en algunos casos finalizan un periodo formativo para ingresar al siguiente nivel de estudios.
Aprovecho esta ocasión para reflexionar sobre las condiciones en que niños y jóvenes realizan sus estudios, principalmente los que viven en las colonias irregulares donde de por si se vive en situación de pobreza, mientras que el gobierno, del nivel que sea, no se han preocupado para garantizar las condiciones mínimas para garantizar una educación de calidad, agravando así, la marginación en que habitan.
Según el Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación (INEE), en Quintana Roo, de 2017 a 2018 se registraron en preescolar 58,024 alumnos; en primaria 187,064; en secundaria 83,814; y en nivel medio superior 64,927; pero más allá del número de alumnos, la pregunta debería ser, en que calidad estudian los niños y jóvenes de Quintana Roo y quién vigila que esto sea igual para todos los que tengan el derecho de estudiar.
Es una realidad que para el gobierno el tema de la educación es puro discurso y que no es un asunto que sea prioridad en su agenda de trabajo, ya en su misma página oficial de la Secretaría de Educación, considera la educación como “una de las herramientas más poderosas de integración y cohesión social que pueden conducir a las personas a trascender su esfera de desarrollo cotidiano. Además, la educación es un elemento indispensable para el desarrollo, tanto individual como colectivo, pues contribuye a alcanzar mejores niveles de bienestar y amplía las oportunidades de crecimiento económico”, pero de ahí no pasa, ya que frecuentemente vemos las pésimas condiciones de las escuelas de los diferentes niveles, la deficiencia de sus salones, la falta de equipo tecnológico para apoyar la enseñanza-aprendizaje, la falta servicios básicos como agua, los constantes conflictos con los sindicatos de maestros por falta de certeza y malas condiciones laborales.
Estas limitaciones se agravan en las colonias que se encuentran en las zonas de las ciudades urbanas más grandes donde se hace más evidente la marginación y la pobreza, como es el caso de la capital del estado, donde se encuentran las escuelas en las colonias Fraternidad y Mártires Antorchistas de Chetumal; donde a pesar de las limitaciones y el abandono del Gobierno del estado, principalmente de las autoridades del sector educativo, con el esfuerzo del pueblo organizado, de los padres de familia, de los maestros y de los alumnos, se han alcanzado mejoras en las condiciones mínimas para que los hijos de los habitantes de estas colonias marginadas puedan acceder a este importante derecho.
Es por eso, que en las colonias antorchistas el pueblo se han organizado para sostener y luchar para mantener sus escuelas en beneficio de los niños y jóvenes, y que, a pesar de las pésimas condiciones, siguen luchando para mejorar la calidad de los estudios, y por tener una formación más humanista y con sentido social, más allá de lo que enseña el sistema oficial.
Por el momento, los jóvenes de las escuelas antorchistas en las colonias Fraternidad y Mártires Antorchistas participan activamente para promover las actividades culturales y deportivas en este cierre de ciclo educativa, y que engalanarán las próximas ceremonias de clausura, demostrando que, a pesar de las limitaciones y las pésimas condiciones de las instalaciones, y de la falta de atención del gobierno, con la voluntad y el esfuerzo de los estudiantes, también se puede mejorar este país, de poquito en poquito, con acciones concretas pero con tinte revolucionario.
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