MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

El cinismo de Goethe

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Se dice que Johann Wolfgang von Goethe cataliza las opiniones de la sociedad porque sus obras tienen una idea clarísima de personalidades y sucesos. Cuando nos enfrentamos a él hay una esperanza de que logremos aclarar pensamientos o reflexionar mejor, hay una transferencia inconsciente de la vida del lector a la vida a la obra. No se trata únicamente de comentar la obra sino de analizarnos dentro de la obra misma, hay una especie de proyección sobre los personajes en la que queremos hallar la forma correcta de actuar, en este sentido existe una búsqueda por la verdad al acercarnos a las obras de arte. 

?Manuel Sacristán afirma que a Goethe se le ha admirado siempre la veracidad con la que retrata a los hombres y su vida. La veracidad sorprendente se mantiene en las descripciones de la sociedad, alcanzando profundos niveles de reflexión, así sucede cuando describe al burgués en “Los años de aprendizaje de Wilhelm Meister”.

El burgués no puede ser hombre público. Un burgués puede contraer méritos y excelencias y, en última instancia, puede incluso formarse el espíritu. Pero, por mucho que se esfuerce, su personalidad quedará siempre destruida. El burgués no tiene derecho a la pregunta ¿qué eres?, sino solo a la pregunta ¿qué tienes? ¿Qué conocimientos, qué comprensión, qué capacidad, qué fortuna? Para ser de provecho, tiene que desarrollar solo ciertas capacidades, y queda presupuesto que no tendrá, que no puede tener, una naturaleza armoniosa, pues para ser útil tiene que prescindir de todo el resto.

Goethe reflejaba entonces la veracidad del mal comportamiento burgués, se trataba de un individuo incompleto que no tiene armonía en tanto que sus riquezas le han impedido forjar su subjetividad en otros sentidos. En este sentido, Marx utilizó versos del “Fausto” para retratar el capitalismo, sociedad de la burguesía: “Pues todo va en busca del oro, todo depende del oro. ¡Ay de nosotras las pobres!”. 

?No obstante, de Goethe han dicho que pese a que criticaba a la burguesía, en los hechos era indiferente. Goethe sabía que la sociedad estaba gravemente enferma, pero se adecuaba al régimen epifeudal, a diferencia de sus amigos Schiller y Hegel, quienes intentaban accionar contra el “status quo”. Por eso, Manuel Sacristán dice que la veracidad de Goethe está bloqueada de cinismo. El cinismo del que habla Sacristán no es el de Diógenes de Sinope, quien de hecho rechazaba el orden social establecido; sino aquel cinismo concebido como incongruencia entre las palabras y los actos: la deshonestidad dada por no ser congruente, en la práctica, con su pensamiento. 

?Goethe por su parte sostuvo que la Revolución triunfante no traería el reino de la libertad o de la igualdad sino terror y muerte. Dijo al respecto que la cuestión no era atacar la incorregible naturaleza de sus contemporáneos, sino reorganizar y sentar las bases firmes del nuevo orden posrevolucionario cambiando específicamente a los individuos. Esto es lo que quiero rescatar de Goethe: el rechazo del utopismo y, por decirlo así, del radicalismo naciente. 

?Marx se asemeja en esto a Goethe. Esto no significa, como dice Lukácks, que Goethe fuese un precursor del marxismo ni mucho menos. Pero sí hay una similitud evidente: el anhelo de libertad. El reino de la libertad para Marx tendría su base en la evolución de las capacidades humanas. Tomando en cuenta esto, el cinismo de Goethe era simple y sencillo conocimiento amargo, expuesto, que afianzaría el movimiento ideológico de la Revolución Francesa.

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