MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

El Estado y el campo en México

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El campo en México se encuentra en una situación terrible. Prácticamente desde el triunfo de la Revolución Mexicana de 1910-1917 y desde el asesinato de los líderes populares más importantes de ese movimiento social: Emiliano Zapata, en 1919, y Francisco Villa en 1923.

El campo ha sido, paulatinamente, abandonado por todos los gobiernos, especialmente desde el gobierno de Miguel de la Madrid Hurtado, y peligrosamente desde 2018, es decir, con el gobierno de la 4T encabezado por Andrés Manuel López Obrador.

En marzo de 2019, al clausurar los trabajos del Foro Nacional ‘Planeando Juntos la Transformación de México’, para dar forma al Plan Nacional de Desarrollo 2019-2024, López Obrador subrayó: “Estamos iniciando una etapa nueva, es un cambio profundo, una transformación; no es un simple cambio de gobierno, es un cambio de régimen. Es el momento de expresar que para nosotros ya se terminó con esa pesadilla. Declaramos formalmente desde Palacio Nacional el fin de la política neoliberal, aparejada esa política con su política económica. Quedan abolidas las dos cosas: el modelo neoliberal y su política económica de pillaje, antipopular y entreguista”. (Comunicado de la Presidencia de la República en el portal Gobierno de México). Es decir, decretó el fin del neoliberalismo, como si un modelo económico vigente (aunque sumamente injusto) se pudiera acabar de esa manera.

A pesar del decreto, el neoliberalismo en el país sigue vigente y tan campante y, aunque digan lo contrario, el gobierno federal lo promueve, por ello el profundo y peligroso abandono del campo mexicano. Veamos unos datos.

De la población total que vive en los municipios considerados de muy alta y de alta marginación, el 92.9 y 76.5 por ciento respectivamente, es población rural. Asimismo, de los 29 millones de personas que habitan en localidades menores a cinco mil habitantes, la mitad vive en municipios de alta y de muy alta marginación, mientras que sólo 5 por ciento de las personas de localidades mayores a cinco mil habitantes se encuentra en esa condición; es decir, existe una relación directa entre marginación y ruralidad.

Lo anterior lo con?rma el Consejo Nacional de Evaluación (Coneval) al decir que 23.8 millones de habitantes del sector rural se encontraban en condiciones de pobreza. De ellos, el 64.2 por ciento; es decir, 15.3 millones de personas, obtenían ingresos insu?cientes para acceder a los mínimos requerimientos de alimentación, salud y educación, aun utilizando todos sus ingresos para adquirir esos bienes y servicios.

 

Esto sin hablar de servicios básicos como carreteras, calles pavimentadas, agua potable, drenaje, electrificación, educación, salud, abasto.

El campo en México está en el completo abandono, tal y como lo indica el modelo neoliberal; que el Estado no intervenga en el mercado y si el campesino tiene que adquirir los insumos (fertilizante, herbicidas, etc.) y los implementos que ocupa, que el gobierno no los apoye, que ellos los compren y que compitan en el mercado, cero subsidios al campo. Esto es lo que está haciendo nuestro flamante presidente anti neoliberal: cero subsidios al campo.

Este año, a pesar de que el temporal de lluvias está bien, muchísimos campesinos decidieron no sembrar y dedicarse a otra actividad debido a los altos costos del fertilizante que en años anteriores se subsidiaba hasta con el 60 por ciento con  programas de adquisición de fertilizante a bajo costo. Uno puede transitar por la rivera del Balsas, de Huetamo a Churumuco, o por la carretera que va de Maravatío a Contepec, por ejemplo, y mira por doquier parcelas abandonadas junto a otras (pocas) en las que se ve que el cultivo va muy bien.

Dicen los campesinos que no les conviene invertir para su cultivo si, aunque tengan una buena cosecha, los costos de los insumos e implementos agrícolas están muy caros, perdemos al final, dicen.

Esta lamentable situación conducirá inevitablemente a la escasez de alimentos, a la carestía de los pocos que existan, habrá, pues, hambre en nuestro país, afectando más a los de siempre, a los más pobres.

Si verdaderamente el gobierno de la 4T quisiera apoyar al campo, tendría un proyecto serio, objetivo y abarcador en el que se invierta lo que se requiera para sacar este problema adelante. Pero, fiel al neoliberalismo, aunque lo nieguen, Andrés Manuel López Obrador y compañía no lo van a hacer, prefieren atacar el problema dándole dinero en efectivo a la gente para, según él, combatir la pobreza sin intermediarios, directamente y garantizar con ello una amplia clientela electoral segura.

Debemos buscar tener, por la vía democrática, un gobierno que sí se preocupe por que el campo mexicano salga, lo más pronto posible, de este rezago histórico en el que se encuentra. Un gobierno que garantice una inversión suficiente para atacar el problema y que beneficie principalmente a los campesinos más pobres (la mayoría de los programas para el campo históricamente han sido y son aprovechados por los campesinos ricos, por los cacique de siempre y por políticos ligados con ellos), olvidados por el Estado.

Un gobierno que modernice, introduciendo obras y servicios, a las comunidades rurales, que tanta falta les hace. Un gobierno que garantice, también, el abasto de productos básicos, principalmente alimentos, a los pueblos alejados y marginados. Un gobierno, en fin, que combata seriamente y con bastantes posibilidades de éxito a la pobreza que agobia al pueblo de México. Eso es lo que requiere nuestra nación, y AMLO y su proyecto de la 4T no lo van a hacer. No votemos más por Morena.

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