Hace alrededor de 150 años, el científico social más importante de la época moderna, y podemos afirmar que de todos los tiempos, Carlos Enrique Marx, en su obra cumbre, “El Capital”, dedicada al análisis milimétrico, celular del sistema económico capitalista, determinó su funcionamiento cíclico, con una repetición constante de cuatro fases: auge-depresión-crisis-reanimación y nuevamente auge, y les llamó “crisis económicas de sobreproducción” porque en la fase de auge los diferentes capitalistas saturan el mercado con mercancías que, al no poderlas vender, originan la depresión y la crisis en busca de ganancias.
En este breve espacio no trataremos de analizar el proceso, limitándonos a decir que la historia corrobora el análisis científico de Carlos Marx, aunque en ocasiones las crisis se manifiestan con mayor fuerza, como por ejemplo la crisis de 1929 también conocida como la gran depresión en Estados Unidos, otras veces más débilmente como en la crisis bancaria e inmobiliaria de 2008.
Marx también dejó sentado que durante las crisis los capitalistas más débiles se arruinan sin remedio, mientras que los más poderosos salen fortalecidos, de tal manera que el capital y la riqueza social, cada vez se concentra en menos manos; la crisis provocada por la covid-19 lo evidenció, todos fuimos testigos de la quiebra de miles de pequeños y medianos negocios, en cambio nos enteramos que las fortunas de los hombres más ricos de México aumentó mucho más rápido que antes. Esta crisis también corroboró palmariamente otra de las consecuencias de todas ellas: el aumento del desempleo, la disminución de los salarios reales, el incremento de la pobreza y de la miseria, y el empobrecimiento de las clases medias
Ahora estamos al inicio de una nueva crisis financiera, similar a la crisis bancaria de 2008 que comenzó con la quiebra del banco Lehman Brothers de Estados Unidos que tenía sucursales y empresas en muchos países, pasando el contagio a través de sus múltiples inversiones.
Pasando del auge a la depresión, el Silicon Valley Bank de California, el pasado 10 de marzo se desplomó estrepitosamente, quebró en cuestión de horas; dos días después el Signature Bank, con sede en Nueva York corre la misma suerte. Otro paso a la crisis es el First Republic Bank al que el gobierno estadounidense, en un intento por detener el desplome, trata de salvarlo inyectándole 70 mil millones de dólares.
Pero, como ya las crisis son globales, explota el segundo banco más grande de Suiza, el Credit Suisse Bank, también como los otros, con inversiones y sucursales en varios países, incluido México, cimbrando el sistema financiero mundial. Apenas el viernes 24 de marzo inició el desplome del mayor banco de Alemania, el Deutsche Bank, amenazando con contagiar a los demás bancos europeos, lo cual ha provocado que los bancos centrales de cada país se planteen rescatar a sus bancos comerciales, mediante una multimillonaria impresión de billetes, lo cual inundaría el mercado y llevaría a una inflación acelerada que, como siempre, la pagarán los trabajadores, mediante el aumento de los precios de todos los bienes de consumo popular.
El día de hoy se habla de que empieza a caer el segundo mayor banco de Estados Unidos, el Bank of America, otro banco multinacional cuya caída también puede contagiar al mundo entero. Con toda seguridad, a los bancos grandes le seguirán otros medianos o pequeños, y la economía global temblará, quedando a merced de los más poderosos, capaces de soportar y de beneficiarse de la calamidad mundial, tal como queda dicho, los grandes tiburones se comerán a los peces más pequeños y débiles, concentrándose cada vez más y más el capital, al mismo tiempo que se pauperiza también cada vez más a la población trabajadora.
Dichas crisis económicas de sobreproducción se vienen repitiendo de tiempo en tiempo desde la existencia del sistema económico capitalista y se deben a la anarquía en la producción. Lo que hoy estamos presenciando y padeciendo, lo predijo Carlos Marx, pero las grandes empresas monopólicas imperialistas lo silencian para así convenir a sus egoístas y mezquinos intereses. Y es que Marx tiene un doble mérito: el del análisis científico de las leyes que rigen a la sociedad capitalista y el de tomar con gran valentía partido en favor de la clase obrera asalariada y de todos los trabajadores del mundo.
A pesar de conocer las leyes económicas descubiertas por Marx, los analistas económicos del imperio estadounidense y de todos los países sometidos a su control, fingen desconocerlas e intentan dar explicaciones creíbles atribuyendo a la presente crisis, causas como errores de los bancos en quiebra, mala administración de los gerentes, conductas indebidas de los administradores o corrupción. Se niegan a reconocer públicamente las verdades científicas, el carácter estructural de las conmociones económicas descubierto por Marx.
Por eso lo omiten, lo silencian. Pero, además, porque también explicó científicamente que el derrumbe total de la sociedad burguesa sobrevendrá tras la organización y la lucha de la clase obrera mundial a la cabeza de todo el pueblo trabajador. Las crisis son inevitables, sí, pero también es inevitable el triunfo del proletariado, que habrá de construir una sociedad más justa, más humana, sin explotación de unos hombres por otros. “…donde el hombre trabaje y viva sin llorar, donde el alma se expanda y vibre tiernamente, como el ave que canta, como el cielo y el mar. Donde todos los seres tengan pan y vestido, donde todos los niños tengan aula y hogar, donde el alma se eleve como el águila al nido, y el espíritu humano pueda libre cantar.” (Fragmento de la poesía inquietud de Aquiles Córdova Morán).
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