El mes pasado salió el presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador, como predicador, a anunciar un decálogo para la nueva normalidad, tras la terrible pandemia que azota a nuestro país en estos momentos, lo que anticipó es un error garrafal, pues cada día que pasa, supera al anterior en personas infectadas por covid-19 y que el pico de la pandemia no se ve por ningún lado.
Iniciemos viendo el significado de decálogo: un decálogo es un texto que contiene diez frases, diez mandamientos que, según los judíos y los cristianos, dio Dios a Moisés en el monte Sinaí; después de liberar a los hebreos de la esclavitud de Egipto, Moisés es el mensajero enviado al pueblo de Israel y el único en haber escuchado directamente a Dios; durante la travesía por el desierto, Dios confirió los Diez Mandamientos directamente a Moisés, según la tradición bíblica, Moisés subió a dicho monte a recibir las Tablas de la Ley, estuvo en Sinaí durante 40 días, hasta que recibió de Dios, ya sea de hecho o bien por inspiración divina, dos tablas de piedra escritas con su dedo, las Tablas en cuestión recogían los Diez Mandamientos, leyes básicas de cumplimiento obligatorio para el pueblo hebreo.
Pues bien, nuestro flamante presidente, sin escuchar a los expertos sanitarios, ni a los analistas económicos, lanzó un decálogo, casi por inspiración divina, para que todos los mexicanos podamos recuperar esa normalidad ansiada, a través de 10 medidas que a su ver eran las necesarias. Uno podría pensar que estas medidas serían encaminadas a mejorar la infraestructura hospitalaria, o buscar la reactivación de la economía. Pero veamos qué es lo que propone el presidente como mediadas necesarias: 1) Mantengámonos siempre informados de las disposiciones sanitarias; 2) Actuemos con optimismo; 3) Demos la espalda al egoísmo y al individualismo y seamos solidarios y humanos; 4) No nos dejemos envolver por lo material, alejémonos del consumismo, la felicidad no reside en la acumulación de bienes materiales; 5) Recordemos que ante el peligro del contagio y de la enfermedad la mejor medicina es la prevención; 6) Defendamos el derecho de gozar del cielo, del sol, del aire puro, de la flora, la fauna y toda la naturaleza; 7) Alimentémonos bien, optemos por lo natural, lo fresco, lo nutritivo; 8) Hagamos ejercicio de acorde a nuestra edad, a nuestra condición física; 9) Eliminemos las actitudes racistas, clasistas, sexistas, discriminatorias en general, reforcemos nuestros valores culturales; 10) Tengamos o no una religión, seas creyente o no, busca un camino de espiritualidad, un ideal, una utopía, un sueño, un propósito en la vida.
Moralmente, parecen buenas reflexiones por parte del presidente, hasta cristianamente necesarias dentro de una sociedad para poder prevenir enfermedades y necesidades materiales, llamados que a lo mejor en un país de primer mundo con una economía pujante y una mediana capacidad intelectual y cultural serian bien recibidos por sus ciudadanos, donde todos tuvieran un empleo y un salario justo, donde tuvieran sus necesidades básicas resueltas este llamado caería como anillo al dedo; desgraciadamente debemos de recordar que en nuestro país se vive una realidad muy distinta, donde viven más de 65 millones de pobres según las fuentes más optimistas, donde el año pasado estuvimos al borde de la recesión, donde teníamos un sistema de salud muy deficiente y con la entrada en vigor del programa INSABI (Instituto de Salid para el Bienestar) terminó de colapsar, donde cerca de un millón de familias no cuentan con energía eléctrica, donde más de 15 millones de mexicanos no tiene acceso al agua potable y drenaje, y donde el salario mínimo es de los más bajos de Latinoamérica; todo esto sucedía antes de entrar a las crisis sanitaria y económica más profundas que haya experimentado nuestro país, por la pandemia global del llamado covid-19.
Y ahora que se requieren medidas de un presidente estadista, que realmente impacte a la sociedad mexicana en estas nuevas condiciones ¿cómo le pides a los 12 millones de personas que perdieron su empleo, que sean solidarios?, ¿cómo pedirle a los 80 millones de pobres en México, que se alimenten bien, que disfruten de la naturaleza o que no sean racistas? Cuando ellos son los que sufren todas las discriminaciones, este decálogo es clasista, porque solo las clases medias y altas, podrían cumplir a cabalidad estos mandamientos. Lo que la mayoría de los mexicanos necesitan, es escuchar de su presidente, ¿cómo le vamos hacer para salir de esta pandemia, ¿cuáles van a ser las medidas sanitarias? ¿Cuáles son las medidas económicas o cómo le vamos a hacer para generar empleos? ¿Cómo le va hacer para que las familias que no tienen alimentos sobrevivan? ¿Cómo le va hacer para que no se sigan perdiendo los empleos que todavía existen? ¿Cómo le va hacer para impulsar a la Iniciativa Privada? En fin, el presidente como su fuera un Mesías, pide a todos los mexicanos que dejen de lado lo material y solo se concentren en lo espiritual, es difícil decirle a tu familia no pidan nada material, que con lo espiritual vasta. Vale.
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