MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

El México posrevolucionario: jefes de Estado

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Tras 106 años de que se promulgó lo la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos de 1917, conviene detenerse a reflexionar sobre la importancia que tuvo el primer periodo del México posrevolucionario (1920 a 1946), donde se establecieron las bases para el futuro desarrollo económico y político de nuestra nación.

En esta etapa se fue conformando un régimen capitalista que iría dejando atrás la economía agrícola y la vida rural para sustituirla gradualmente por una economía industrial y una creciente vida urbana en todo el país.

El desafío consistía en conseguir este propósito con estabilidad política y paz social; fue entonces necesario construir un nuevo Estado mexicano fuerte y autoritario, capaz de garantizar, sin sobresaltos, el crecimiento y desarrollo del régimen capitalista que reina hasta nuestros días.

Después del asesinato de Venustiano Carranza, en 1920, asume la Presidencia de la república Álvaro Obregón para el periodo de 1920 a 1924. Obregón sabía bien que para garantizar el desarrollo económico del país tenía que acallar la inconformidad social que había provocado la Revolución: en su relación con los grupos populares complace a los campesinos con la entrega de algunas tierras de las que, tiempo atrás, fueron despojados (sin dejar de apoyar decididamente a la pequeña y mediana propiedad) y a los obreros les ofrece concesiones y puestos políticos para que apoyen su gobierno. 

Por otro lado, en su relación con los dueños del capital, Obregón les devuelve los bancos incautados durante la Revolución y permite el retorno de los exiliados porfiristas y huertistas. Con estas dos acciones de gobierno, Obregón logra disminuir la confrontación social y alcanza la estabilidad económica de la nación. Una vez alcanzada la paz social y reactivada la economía, Obregón entra en contacto con el gobierno de Estados Unidos para que este reconozca a su gobierno a cambio de respetar los privilegios de las empresas norteamericanas establecidas en México. De esta manera, la vida económica, política y social en el México posrevolucionario se enfilaba con paso firme hacia un régimen capitalista. 

Sin embargo, el nuevo Estado mexicano comenzaba apenas a conformarse. El caudillismo militar y los anhelos de poder seguían imperando. Observamos cómo concluido el período de gobierno de Obregón vendría la sucesión presidencial. Los candidatos fueron Plutarco Elías Calles y Adolfo de la Huerta: Obregón apoyó abiertamente a Calles, razón por la cual Adolfo de la Huerta encabezó una rebelión armada. Sofocada esta, asumió la Presidencia de la república Plutarco Elías Calles para el período 1924 a 1928. Calles continuó orientando el desarrollo del régimen capitalista: fundó el Banco de México y el Banco de Crédito Agrícola; redujo, reorganizó e institucionalizó a las fuerzas armadas; y enfrentó, por tres años, a la Guerra Cristera, que se opuso a las limitaciones que el régimen aplicó al culto religioso. Con estas acciones de gobierno, Calles procuró mayor estabilidad económica y comenzó a fortalecer al Estado mexicano.

Obregón sucedería a Calles, y ya declarado como presidente electo para su segundo mandato, en julio de 1928, fue asesinado. Ante la inestabilidad política que generó el asesinato de Obregón, en el contexto de una depresión económica mundial en 1929, Calles funda el Partido Nacional Revolucionario (PNR), en marzo de ese mismo año, con el objetivo de aglutinar y disciplinar a los exrevolucionarios para que, dentro del PNR, estos limaran sus controversias y se reglamentara la selección de candidatos a puesto de elección popular. Calles quedó como presidente del PNR y jefe máximo de la Revolución Mexicana.      

Los presidentes de la república que sucedieron a Calles en el período de 1928 a 1934 (Emilio Portes Gil 1928-1930; Pascual Ortiz Rubio 1930-1932, y Abelardo Rodríguez Luján 1932-1934) sólo se limitaron a obedecer las órdenes de Calles. De esta forma, aunque comenzaba a institucionalizarse el orden político, el Estado mexicano quedó secuestrado y supeditado al caudillismo de Calles.  

Sin embargo, en 1934, Lázaro Cárdenas del Río asume la Presidencia de la república, para el período de 1934 al 1940, decidido a recuperar el control político del Estado: rompe con Calles y lo obliga a abandonar el país, sentando así las bases de un presidencialismo fuerte apoyado en los sectores populares como contrapeso a las presiones de los grupos de poder económico.

Obligadamente, para comprender al capitalismo y al autoritarismo que vivimos, es necesario estudiar y conocer el periodo del México posrevolucionario.

En su relación y compromiso con los sectores populares llevó a cabo un amplio reparto agrario, desarrolló de manera significativa la infraestructura en educación y salud; promovió la organización sindical de la clase trabajadora y en 1938 expropió la industria petrolera que se encontraba bajo la presión del capital extranjero.

Para reforzar el control político del Estado se hizo de la conducción del PNR y para escarnio de los callistas le cambió de nombre para denominarlo Partido de la Revolución Mexicana (PRM) y desde ahí Cárdenas impulsó a su sucesor.

En el contexto de la Segunda Guerra Mundial (1939-1945) asume la Presidencia de la república Manuel Ávila Camacho para el periodo de 1940 a 1946. El impacto del conflicto mundial favoreció a la economía nacional: se produjo un importante flujo de capitales extranjeros al país que generó la creación de nuevos negocios.

La burguesía nacional se fortaleció aceleradamente con una política económica proteccionista que el Estado aplicó en favor de las empresas nacionales: las dificultades que la guerra generó para adquirir productos extranjeros obligó al gobierno y las empresas a fabricar dichos productos en el país, implementando así una estrategia de industrialización conocida como “sustitución de importaciones”, misma que se reforzó con la implementación de aranceles o impuestos para proteger la producción nacional de la competencia internacional.

Con el gobierno de Ávila Camacho se fortaleció el régimen capitalista: el mercado interno se convirtió en el motor de la economía, la industrialización sustituyó a la economía agrícola; se destinaron importantes recursos al gasto público y a la urbanización del país y se instituyó un sindicalismo patronal (charro) para garantizar el crecimiento y desarrollo de la burguesía nacional.

Al mismo tiempo  el Estado mexicano se fortalecía y con él su instituto político, el PRM se transformó en el Partido Revolucionario Institucional (PRI), dando paso a un amplio y riguroso control político corporativo sobre la clase obrera.    

En suma, como podemos observar, el progreso económico del México posrevolucionario, en este período (1920-1946), permitió el desarrollo de un capitalismo incipiente que se fue fortaleciendo gradualmente con el apoyo a la pequeña y mediana propiedad; la devolución a la burguesía de los bancos incautados durante la Revolución; el ingreso de capital norteamericano; la fundación del Banco de México y el Banco de Crédito Agrícola; el flujo de capitales extranjeros al país como consecuencia de la Segunda Guerra Mundial; la implementación de una estrategia de industrialización y a una política económica proteccionista en favor de la burguesía nacional. 

Al mismo tiempo, y consecuencia del propio desarrollo económico de la nación, el Estado mexicano se fue transformando: el poder que concentró el caudillismo militar representado por Obregón y Calles se fue transfiriendo a la investidura presidencial, el Estado mexicano se fue consolidando bajo el mandato de Cárdenas y Ávila Camacho. 

Elementos relevantes en este período fueron,además, por un lado, la creación del PNR que se transformaría en el PRM y finalmente en el Partido Revolucionario Institucional (PRI), como instrumento de control político sobre el pueblo de México y, por otro lado, la consolidación de un sindicalismo patronal que, lejos de representar y defender los intereses de la creciente clase trabajadora, se convirtió en herramienta de control al servicio de los patrones.

La enfermedad social que vive hoy nuestro capitalismo y el autoritarismo del Estado mexicano son de tipo estructural y, por tanto, obligadamente, para comprenderlos, es necesario estudiar y conocer el periodo del México posrevolucionario.

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