El Movimiento Antorchista Nacional (MAN) construye una nueva forma de ser, sentir, vivir, pensar, hacer las cosas, educar a los trabajadores y distribuir la riqueza en México, obra excepcional que realiza con el esfuerzo colectivo de quienes se han convencido de que sólo unidos y organizados podemos luchar para construir una sociedad más justa y mejor para todos.
La prueba palpable y más reciente de ello fue el XXIV Encuentro Nacional de Teatro del MAN celebrado en dos escenarios de Tecomatlán, Puebla, cuna de nuestra organización: el Auditorio “Clara Córdova Morán” y el Teatro “Aquiles Córdova Morán”; recintos en los que durante tres días fueron montadas 34 obras teatrales.
Hay que destacar que en ninguno de los elencos hubo actores profesionales, sino jóvenes nacidos en las entrañas de las colonias y los pueblos más humildes de México pero que, educados en escuelas antorchistas, descubrieron sus cualidades para hacer teatro y recrear las obras de los grandes dramaturgos del mundo.
Niños, jóvenes, adultos y adultos mayores actuaron con una seguridad que nadie les atribuiría si los viera caminar en la calle; porque en el escenario se elevaron, se agigantaron y con su emotividad proyectaron sensaciones de desgarro o ternura profundas que provocaron el llanto en los espectadores.
Estas emociones, desplegadas como las alas de un águila en busca de presas o de abrigo en sus montañas, son los prolegómenos de un nuevo ser, de la nueva y mejor sociedad a la que se refiere el MAN en su propuesta de cambio para los trabajadores humildes, organizados y dispuestos a luchar por un México diferente.
Una prueba más de esa grandeza fue la participación de los grupos culturales del MAN en la clausura del evento: un joven y una señorita de Huitzilan de Serdán cantaron y declamaron con una maestría excepcional que evidenció el avance cultural de una zona que en los años 80 se hallaba terriblemente pobre y atrasada. Hoy, los jóvenes de ese pueblo han desarrollado cualidades que estaban dormidas y no hubieran despertado sin el estímulo, la orientación y el liderazgo político de Antorcha.
En el Encuentro Nacional de Teatro participaron también con bailables los niños y jóvenes de las escuelas antorchistas de Tecomatlán: primaria Miguel Hidalgo, Secundaria Técnica No. 16, CBTa No. 110, Normal Mixteca Baja e Instituto Tecnológico de Tecomatlán. Ejecutaron bailes del norte del país y lo hicieron muy bien.
En la ejecución de uno de los bailes, protagonizado por niños de primaria, hubo un incidente por demás relevante: cuando se detuvo la música por la falla de una computadora, para sorpresa del público los pequeñitos siguieron bailando con entusiasmo y sin perder el ritmo en ningún momento.
Al término del baile, el auditorio les brindó una merecida ovación, atronadores aplausos y gritos de emoción. Esta muestra de temple frente a la adversidad es una demostración contundente de la emergencia de un nuevo ser en México; una muestra palpable de la educación antorchista de nuestro pueblo y, en particular, de las escuelas antorchistas de Tecomatlán.
Los padres de los pequeños deben sentirse orgullosos de ver a sus hijos seguros de sí mismos, dispuestos, enteros y con buen talante: por lo que, asimismo, deben profundizar en su confianza y cariño por el MAN.
Emociona saber que en México existe la posibilidad de construir una patria más justa y más educada gracias a las inmejorables labores culturales de Antorcha, entre ellas el Encuentro Nacional de Teatro, cuya edición XXIV se desarrolló en el majestuoso Teatro Aquiles Córdova Morán con el esfuerzo de los activistas de la organización.
En su discurso de clausura del evento, el líder fundador del MAN, el ingeniero Aquiles Córdova Morán, llamó a los antorchistas a ver el teatro más allá de las escenas anecdóticas de las obras y a hacer un análisis científico de sus guiones; es decir, que debe penetrarse de la esencia y hacer a un lado lo fenoménico.
Explicó que las formas envolventes de una trama teatral son muchas y variadas, despistan al ojo descuidado o no acostumbrado a profundizar en lo más hondo de la realidad; razón por lo que lo fenoménico despista, engaña y no permite comprender ésta. La gente es fácilmente manipulable porque lo fenoménico le toca las fibras íntimas de su sensibilidad y le mueve sus instintos más bajos.
Es por todo esto que no se alcanza a descubrir la navaja en el pan. Por ello siempre es necesario hacer a un lado lo fenoménico de un hecho o una propuesta para someterlo al análisis científico; es decir, separar y reunir sus partes mediante un proceso de oposición y síntesis que dilucide su materialidad u objetividad. Los antorchistas debemos hacer esto y el teatro sirve para tal propósito.
Por tal motivo, es alentador saber que existe un movimiento en México capaz de mover a los mexicanos, elevarlos, hacerlos reflexionar y luchar por una sociedad más justa y que el teatro brinde esa oportunidad: desarrollar el nuevo ser de México.
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