MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

El rezago educativo reproduce la desigualdad social

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Poco más de 28 millones de personas, mayores de 15 años, se encuentran en rezago educativo, esto quiere decir que no han concluido su educación primaria o secundaria. En esta cifra se incluyen a 4.3 millones que no saben leer ni escribir.

Datos del Instituto Nacional para la Educación de los Adultos (INEA) indican que 15.6 millones de personas mayores de 15 años no han concluido la secundaria y poco más de ocho millones no terminaron su educación primaria.

Casi la tercera parte de la población mexicana mayor de 15 años en rezago educativo, es ignorada y desatendida por las políticas educativas. La propuesta del Gobierno de Andrés Manuel López Obrador, conocida como Nueva Escuela Mexicana (NEM), lo mismo que el Plan Nacional de Desarrollo y en la reforma educativa de 2019, simplemente omite esta grave situación.

Desde 1993, se mide el rezago educativo, que incluye a la población mayor de 15 años que no saben leer ni escribir o que no terminaron su primaria o la secundaria. Las personas en esta situación las coloca en desventaja para el ejercicio de sus derechos.

Se enfrentan a la marginación social y a la falta de oportunidades de desarrollo personal. Tienen grandes dificultades para contar con un salario digno y a quien más afecta es a las mujeres, la población indígena, los adultos mayores, personas con alguna discapacidad y a los habitantes de las zonas rurales.

El presupuesto más alto para combatir el rezago educativo fue en el año 2016, a partir de entonces disminuye año con año, incluidos los cuatro años de la administración de López Obrador. De hecho, este 2022, disminuyó considerablemente.

El INEA para este año estableció la meta de sacar del rezago a 529 mil personas, a ese ritmo la tarea estará concluida dentro de 56 años. No está en los planes del gobierno acabar con esta injusticia que reproduce la desigualdad por generaciones.

Con estos datos, suenan cada vez más huecas las frases morenistas: "Nosotros siempre hemos sostenido que la educación no es un privilegio, es un derecho del pueblo".

Pero la crisis educativa abarca otros campos, como la falta de infraestructura y equipo en las escuelas, crear las condiciones para que la planta docente se especialice y cuente con salarios dignos y mejores prestaciones, atender con urgencia el rezago académico, el abandono escolar y las afectaciones a la salud socioemocional de las y los estudiantes, provocada por la pandemia, así como el cambio de programas de estudio y a los libros de texto, pero que se tome en cuenta la participación de docentes y especialistas.

La organización civil Mexicanos Primero, señala que a la Secretaría de Educación Pública se le usa como trampolín político, a la nueva titular Leticia Ramírez sólo le restan 24 meses en el cargo.

En los últimos 10 años un total 215 funcionarios han ocupado los cargos de secretarios de educación en los estados del país, incluyendo a los siete secretarios de educación federales.

En promedio, estos funcionarios han estado en el cargo 2.2 años. Delfina Gómez, quien dejó la titularidad de la SEP para irse de candidata a la gubernatura del Estado de México, duró apenas año y medio.

No es la indolencia, ni la incapacidad del gobierno en turno, para enfrentar la grave situación educativa, que es fuente inagotable de desigualdad social, simplemente están cumpliendo con la tarea encomendada por la oligarquía capitalista.

La clase dominante y sus representantes en el gobierno, saben muy bien que una juventud educada se vuelve más exigente y crítica, conocedora de sus derechos se vuelve más demandante y es más difícil su sometimiento a las reglas del sistema capitalista.

La primera consecuencia tendrá que ser la exigencia de mejores condiciones laborales para todos los trabajadores, que la oligarquía no está dispuesta a aceptar.

El rezago educativo produce mano de obra barata para la industria nacional y extranjera, la mano de obra sobrante se autoemplea en el comercio informal o se va a trabajar a los Estados Unidos (EE. UU.), en extenuantes jornadas, sin derechos laborales y con los salarios más bajos del país del norte.

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