El Tren Maya, obra emblemática del Gobierno federal, presentada por Andrés Manuel López Obrador en muchas de sus mañaneras como la panacea para sacar del atraso y la marginación a los pueblos ubicados en los estados del sureste de México (históricamente rezagados, en los cuales, parte importante de su población sufre de pobreza y pobreza extrema), esconde el verdadero propósito de quienes tras bambalinas mueven los hilos del títere que no se cansa de repetir primero los pobres.
El objetivo de los titiriteros, quienes son los dueños de grandes consorcios y de la mayor parte de la riqueza del país es: construir obras de infraestructura que les permitan llegar a los territorios donde necesitan desarrollar la forma de producción capitalista para que las riquezas naturales y de todo tipo que aún no les pertenecen, sean convertidas en mercancías, porque solo así podrán extraer plusvalía, esa es la condición para apropiarse de esas riquezas.
Las frases melosas en los discursos hipócritas de AMLO, pretender endulzar el oído de quienes actualmente detentan, como propietarios o posesionarios esas riquezas: ejidatarios, comuneros, avecindados, colonos, etc., motivándolos a oponer la menor resistencia posible y, de esta manera, allanarles el camino a las empresas capitalistas dispuestas a todo con tal de lograr su objetivo. Hay que afirmar que están dispuestas a todo no es exageración, solo hace falta escarbar un poco en la historia de nuestro país para darnos cuenta de que es cierto. Veamos.
En el estudio La Construcción de la Red Ferroviaria Mexicana en el Porfiriato, Relaciones de Poder y Organización Capitalista del Espacio (Ana García de Fuentes, investigadora del Instituto de Geografía de la UNAM, 1987) encontramos datos y hechos que son antecedentes de lo que sucede con la construcción del Tren Maya, una de las faraónicas obras del gobierno de la 4T. La investigadora afirma de entrada “… los ferrocarriles han sido un elemento determinante en el espacio económico capitalista. Antes que medios de transporte los ferrocarriles fueron uno de los grandes motores de la industrialización y de la expansión imperialista de los países desarrollados; su localización territorial es fiel reflejo de las relaciones y contradicciones entre los distintos grupos de poder que intervienen en su construcción”.
No pretendo abusar de las citas de la obra de Ana García, ni aburrir a mis posibles lectores, solo transcribo los párrafos que me parecen son útiles para entender por qué es tan importante el Tren Maya para el gobierno federal. En otra parte de su investigación dice: “…además, los ferrocarriles fueron el medio para abrir a la explotación abundantes recursos mineros o potencialmente agropecuarios contando para ello con mano de obra barata, tierras prácticamente regaladas y subsidios de diverso tipo”. Dicho estudio sostiene que la construcción de la red ferroviaria en el porfiriato fue lo que impulsó el desarrollo capitalista en México, para dejar atrás las relaciones de tipo feudal impuestas durante los 300 años de coloniaje español.
Para la determinación de los trazos de la red ferroviaria los ingenieros constructores obedecían a criterios principales muy precisos, sostiene el estudio: “… evitar que la ruta afectara propiedades importantes, pues el costo de indemnización podía ser altos y los juicios desfavorables dependiendo de la posición de los dueños. De esta manera se estableció como política permanente preferir despojar de tierras a los grupos indígenas, aunque esto significara rodeos de la ruta, a lo que se añaden las rápidas ligas creadas entre las empresas ferroviarias y las compañías deslindadoras, para que los terrenos indígenas fueran uno de las principales fuentes de riqueza.” Hubo casos en los que el criterio cambio: “a la inversa, muchas personas o grupos que detentaban poder político y económico influyeron para modificar el trazo y acercar las rutas a sus propiedades con lo que consiguieron beneficios económicos que esto reportó.
El estudio concluye que la red ferroviaria, construida en tiempo del dictador Díaz, logró la conformación de cuatro zonas donde el capital se consolido logrando la industrialización de los procesos de producción y transporte de mercancías de todo tipo –México, Monterrey, Puebla y Guadalajara- teniendo como punto de convergencia la capital del país, a donde llegaban las líneas férreas construidas. la contraparte de este desarrollo es la desintegración o marginación en que quedaron muchas zonas o incluso grandes regiones del país en las que no había los recursos demandados por las actividades altamente productivas en ese momento.
Repasando las citas de la investigadora, sobre el papel de la red ferroviaria como punta de lanza de los capitalistas para apropiarse de grandes riquezas de nuestro país, queda claro, como la luz del día, por qué el Tren Maya es una obra tan importante para el gobierno de la 4T, queda claro, para cualquiera que tenga dos dedos de frente, los dueños de las compañías constructoras, los empresarios que ven las riquezas naturales de los estados del sureste como zonas vírgenes donde el modo de producción capitalista aún no se ha desarrollado lo suficiente, van a hacer todo lo que sea necesario, como ya lo han hecho antes en México y en todo el mundo, para hacerse de esas riquezas, haciendo a un lado cualquier obstáculo físico y humano; por eso, no nos deben sorprender los despojos de tierras, la destrucción de vestigios arqueológicos de la cultura maya, cambios de ruta en los tramos de las vías, campañas mediáticas para deslegitimar a líderes naturales o a los ambientalistas opositores al proyecto.
Tampoco debe sorprendernos si al Gobierno federal, ese de la frase machacona de primero los pobres, no le tiemble la mano a la hora de utilizar todo su poder político y hasta militar para hacer a un lado o desaparecer a quienes osen oponerse al sacrosanto proyecto de sus verdaderos mandamases.
Los verdaderos mandamases de Gobierno federal son los miembros prominentes de la burguesía mexicana: los Slim, los Larrea, los Salinas, los Bailleres, los Aranbuluzabala, los Legorreta, los del Valle, los Hank, etc., porque, aunque el presidente se desagarre las vestiduras y afirme que el sistema neoliberal (léase capitalismo salvaje) ya es cosa del pasado, así lo decreto al inicio de su gobierno, eso es sólo pose para engañar ingenuos, la realidad está demostrando que intereses defiende, y no son precisamente los del pueblo trabajador.
Por último, es necesario advertir que mientras el ropaje morenista le sirva a la clase capitalista lo tratará de perpetuar en el poder político del país, por eso la tarea de abrir los ojos al pueblo, de educarlo y hacerlo consiente de que hay que cambiar el modelo económico por otro más justo y equitativo se hace mucho más necesaria, y lo dicho con motivo de la obra del Tren Maya, nos ayuda a ese propósito.
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