MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

Elecciones en Ecuador: una nueva oportunidad para el correísmo

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El próximo 7 de febrero habrá elecciones en Ecuador para elegir a un nuevo presidente de la República, que gobernará por los próximos cuatro años. De acuerdo con la encuesta del Centro Estratégico Latinoamericano (Celag), elaborada en diciembre pasado, el abanderado del partido correista UNES (Unión por la Esperanza), el joven economista Andrés Arauz, obtendría la victoria con el 36 por ciento de la preferencia electoral, seguido por el empresario álvaro Noboa con 23 puntos y por Yaku Pérez, candidato de la formación indigenista Pachakutik, con 21. La misma medición también señala que la aspirante Ximena Peña, apoyada por el mandatario actual Lenin Moreno, apenas alcanza el 1.2 por ciento, lo cual revela el rechazo generalizado que pesa sobre el presidente en funciones. 

Hay varios aspectos que explican esta probable vuelta del correísmo al poder. Una causa, y no menor, es la desastrosa gestión de Lenin Moreno. Para empezar, sin pizca de escrupu casi a inicios de su administración, traicionó al propio Rafael Correa a pesar de que fue él quien lo llevó a la presidencia y de que sus votantes lo eligieron para continuar con el legado de la Revolución Ciudadana; si esto no bastara, condenó a prisión al que había sido su compañero de fórmula, el ex vicepresidente Jorge Glass, por supuestos actos de corrupción y logró la inhabilitación política de Correa, también aduciendo una corrupción que nunca se probó. Esta traición figurará en la historia de América Latina como una de las más pérfidas. 

En términos económicos, el gobierno de Moreno sepultó los avances del correísmo, pues, si bien es cierto que la economía ya mostrada signos de desgaste al final del último periodo de Rafael Correa, lo cierto es que fue una gestión económica exitosa. En esos 10 años el Ecuador creció en promedio 3.36 por ciento anual, llegando a tener picos altos en el año 2008 y 2011, con 6.4 y 7.9 por ciento, respectivamente, esto según datos de su Banco Central. Esta buena gestión también tuvo un impacto positivo en la disminución de la desigualdad, reconocido por la misma Organización de las Naciones Unidas. Asimismo, en esta década los ecuatorianos disfrutaron de una estabilidad política inédita, ajena a los grandes episodios de furia popular, que llevaron a algún presidente a salir huyendo en un helicóptero. Fue una década ganada. 

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El gobierno de Lenin Moreno es lo contrario; no hay duda de que será recordado por sus grandes fracasos y no podía ser de otra manera. En cuanto las circunstancias se lo permitieron, demostró su vocación neoliberal, disfrazada de una lucha "justa” contra la corrupción (sí, algo parecido a López Obrador), que destrozó los avances de su predecesor. El punto álgido de esta nueva arremetida del neoliberalismo contra el pueblo ecuatoriano, llegó en octubre de 2019, cuando el gobierno, según el semanario económico y financiero de Cuba Opciones "anunció drásticas medidas económicas y un paquete de reformas acorde a las exigencias impuestas por el Fondo Monetario Internacional (FMI) con el cual había firmado, en marzo de ese año, un empréstito por 4,200 millones de dólares. Los ajustes consistían en eliminar subsidios a los combustibles, bajar beneficios a los trabajadores, reducción del 20% de los contratos ocasionales, recorte de vacaciones al sector público, con los que el régimen esperaba ahorrar 1,400 millones de dólares”. La amenaza de este nuevo paquetazo movilizó a varios sectores populares, pero quienes encabezaron la lucha fueron los indígenas; al final lograron que se detuviera esta intentona. Si algo faltara a este panorama negro, agreguemos el manejo negligente de la covid-19, que llegó incluso a hacer colapsar los servicios de salud y funerarios en la ciudad de Guayaquil, la más grande del país. 

Al final de cuentas, parece que el pueblo de Ecuador le dará una nueva oportunidad al correísmo. Pero ahora no hay que pasar por alto los errores del pasado y explicar las traiciones lo mejor posible, porque hay que evitarlas. Hace mucho rato que la derecha latinoamericana ha perdido el debate político y económico, porque su único programa es regresar al modelo neoliberal, y no es tan fácil hacer digerible algo que los pueblos han vomitado. Aun así, no está derrotada; sigue teniendo mucho poder, dinero, influencia, así como el apoyo decidido de Washington. Y, precisamente por eso, los pueblos no sólo deben votar por gobiernos progresistas, sino también acompañar arroparlos y defenderlos con todo y contra todo.

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