MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

En el mes de julio recordemos al poeta Nicolás Guillen

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Dialogar, discutir o intercambiar ideas en un entorno abonado por la literatura, la cultura, el arte, etc., impulsa a actuar con base en la racionalidad, la inteligencia y una ética de discurso que obliga al respeto a la diferencia; el reconocimiento de la pluralidad de ideas y de visiones, pero, sobre todo, a la capacidad de escuchar a los otros para nutrir el espíritu, aprender colectivamente, reflexionar y poner sobre la mesa los temas que más nos deben importar. En México la compra y lectura de libros ha tenido un retroceso en los últimos años, los datos del Inegi en el Módulo de Lectura (Molec) así lo confirman; en una realidad política plagada de prejuicios, defensa a ultranza de estereotipos y de agresividad y encono en contra de quienes piensan distinto, sobre todo ante la coyuntura de la disputa que habrá de venir en el 2024, en la que el discurso polarizante puede subir incluso de tono y llevarnos a encrucijadas y nudos político-discursivos que después serán muy difíciles de desatar, es imperativo que el pueblo mexicano eleve su nivel cultural y su compresión de la realidad, en lo que la literatura puede ser gran ayuda. Siempre será la hora de la unidad, pero hoy es un imperativo, la mayor de todas las urgencias. Articulemos acciones para quebrar, por fin, los nudos que atenazan las posibilidades de progreso real de los pueblos, ellos tienen derecho a una existencia más humana, enaltecedora y digna.

Quienes pretenden invisibilizar la importancia de la poesía antiimperialista, comprometida con los pueblos oprimidos, dan la razón a quienes se han encargado de que en su propio país y en todo el mundo se conozca tan poco la belleza, profundidad y valor político de los poemas; la guerra cultural no deja nunca fisuras, miles de series de televisión condicionan al público para que mantengan una buena opinión sobre el modo de vida estadounidense, los servicios especiales y el Pentágono. Los enemigos cambian según los intereses de Washington: de terroristas iraquíes y afganos, a venezolanos, cubanos, chinos y rusos; la CIA protege la “estabilidad del país”, no es de extrañar que pronto tengamos en pantalla una serie sobre ataques con armas sónicas, misteriosos globos espías chinos y bases secretas de espionaje en varios países.
El mes de julio trae consigo lluvias torrenciales, a veces vientos que nos alarman más por el ruido de su desplazamiento y no por su fuerza real y, a pesar de todo eso, se mantiene un calor diario, sofocante, acompañado siempre de una humedad casi cruel. Llega, siempre el recuerdo del poeta camagüeyano Nicolás Guillén (1902-1989) cuya fecha de nacimiento (10) y muerte (16) transcurrieron, las dos, durante el mes de julio.

El verano, la única estación que reconocía el poeta como la más legítima y extendida en la isla cubana, fue tema central en sus poemas y en su prosa periodística. Para Nicolás Guillén, el ejercicio de la poesía de corte social fue un acto esencialmente vital.  Su verso, claro y sencillo, sirvió para fustigar la garra del amo; para despertar la conciencia de los humildes; para denunciar resueltamente las más sutiles o desembozadas manifestaciones del prejuicio racial; en fin, para ser la voz de las más puras aspiraciones de los cubanos, que no es solo de Cuba sino del Caribe, así como del resto de América Latina. Entre las múltiples virtudes de la poesía, encontramos no solo una excelencia formal que lo ha convertido en un clásico, sino una reveladora variedad de temas en su mayoría volcados sobre personajes, estampas, paisajes y acontecimientos de la historia nacional cubana. Los títulos de su extensa producción poética bastan para entender que su obra no puede contenerse en los límites de su país; a esta universalidad hay que sumar una firme decisión de poner su pluma al servicio del más alto ideal.

En la poesía el pensamiento político no está reñido con el rostro imaginado de una patria justa, de una Cuba como la que él quiso, una Cuba de color mestizo y una Cuba que encontramos en cada uno de sus versos, como puede constatarse en el siguiente poema titulado:


SE ACABÓ

Te lo prometió Martí
y Fidel te lo cumplió;
ay, Cuba, ya se acabó,
se acabó por siempre aquí,
se acabó,
ay, Cuba, que sí, que sí,
se acabó
el cuero de manatí
con que el yanqui te pegó.

 

Se acabó.
Te lo prometió Martí
y Fidel te lo cumplió.
Se acabó. 

Garra de los garroteros,
uñas de yanquis ladrones
de ingenios azucareros:
¡a devolver los millones,
que son para los obreros!
La nube en rayo bajó,
ay, Cuba, que yo lo vi;
el águila se espantó,
yo lo vi;
la coyunda se rompió,
yo lo vi;
el pueblo canta, cantó,
cantando está el pueblo así:
–Vino Fidel y cumplió
lo que prometió Martí. 

Se acabó.
¡Ay, qué linda mi bandera,
mi banderita cubana,
sin que la manden de afuera,
ni venga un rufián cualquiera
a pisotearla en La Habana!

Se acabó.
Yo lo vi.
Te lo prometió Martí
y Fidel te lo cumplió.

Se acabó.
 
Como habrá podido apreciar el lector, el mes de julio es un legítimo espacio, un polo cardinal para la biografía del poeta de El son entero (1947). Entre nuestras urgencias más importantes está la de la educación integral de nuestra sociedad; y ello para dar cumplimiento al mandato de nuestra Carta Magna, donde se establece que una de las responsabilidades educativas del Estado se encuentra en la elevación del progreso espiritual del pueblo. Guillén, cuya poesía y actitud siguen siendo ejemplo de coherencia intelectual y revolucionaria, puesta a prueba quizás como nunca, la cultura encuentra en él a un soldado de filas para las batallas presentes y futuras.

IBA YO POR UN CAMINO

Iba yo por un camino cuando con la muerte di.

-¡Amigo! -gritó la muerte,
pero no le respondí,
pero no le respondí;
miré no más a la Muerte,
pero no le respondí.

Llevaba yo un lirio blanco,
cuando con la Muerte di.
Me pidió el lirio la muerte,
pero no le respondí,
pero no le respondí;
miré no más a la Muerte,
pero no le respondí.

Ay, Muerte,
si otra vez volviera a verte,
iba a platicar contigo como un amigo;
mi lirio, sobre tu pecho,
como un amigo;
mi beso, sobre tu mano,
como un amigo;
yo, detenido y sonriente,
como un amigo.

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