La mayoría de las personas más pobres del mundo son mujeres, que viven en constante discriminación y se encuentran en constante riesgo de sufrir exclusión y violencia en sus diferentes modalidades. Constantemente sufren de manera desproporcionada las prácticas laborales discriminatorias y no gozan de igualdad en servicios como acceso a la salud, a la educación o la justicia.
Las mujeres refugiadas y migrantes también viven en estado de vulnerabilidad por las limitaciones de su libertad de circulación.
La principal barrera para erradicar la violencia contra las mujeres en Guanajuato es que la mayoría no confía en las instituciones ni en los tres niveles de gobierno.
Recientemente la Organización de las Naciones Unidas, a través de un informe de su agencia para refugiados (ACNUR), señaló que, en México, las mujeres y niñas enfrentan violencia sexual, trata de personas y otras graves violaciones a sus derechos humanos, y en especial esta situación se agrava con las migrantes que recorren el país en busca de llegar a Estados Unidos.
De acuerdo con datos del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública, Guanajuato ocupa el primer lugar nacional en violencia contra las mujeres. Cada hora una mujer sufre una agresión en el estado, por cada 100 mil habitantes hay una tasa de 193 víctimas, cifra que dobla la media nacional que es de 76 víctimas.
Otro de los delitos contra las mujeres es la corrupción a menores, que también ocupa primer lugar a nivel nacional, donde a través del consumo de bebidas alcohólicas o consumo de sustancias tóxicas o narcóticos las obligan a realizar actos de exhibicionismo corporal o sexual con fines lascivos o sexuales.
La violencia psicológica es la más común entre las mujeres de Guanajuato. El 29 % de las mujeres en la entidad aceptan haber sido víctimas de este tipo de agresión en los últimos doce meses. Después de ella, la violencia sexual afecta a 23 de cada 100 mujeres en el estado y la violencia física también es una preocupación, ya que una de cada diez de las mujeres señala que han sufrido alguna agresión.
Uno más. Guanajuato también está en primer lugar en extorsión a mujeres y la entidad registra de enero a octubre de este 2024, 318 asesinatos de un total de 2 mil 26 ocurridos en todo el país. También ocupa el tercer lugar en homicidios dolosos, donde se tiene el registro que existen 8 víctimas por cada 100 mil habitantes.
Datos de la Encuesta Nacional de Victimización y Percepción sobre Seguridad Pública señala que el 78 % de las mujeres en la entidad advirtieron que se sienten inseguras, sobre todo en lugares y espacios públicos, por lo que han optado por dejar de hacer algunas actividades, entre ellas, salir a altas horas de la noche. Mientras que, los hombres entrevistados, solo un 65 % señaló sentirse inseguro.
Por si esto no fuera suficiente. En los últimos meses, se ha incrementado la participación de mujeres en hechos delictivos, esto como consecuencia de un incremento de la pobreza en el estado, pero también debido a la sumisión al hombre, entre otros. La principal barrera para erradicar la violencia contra la mujer en Guanajuato es que solo el 15 % de las mujeres que han sido agredidas presenta una denuncia ante las autoridades, lo que significa que la mayoría de ellas no confía en las instituciones encargadas de impartir justicia y se quejan de la falta de apoyo por parte de los tres niveles de gobierno.
Con la llegada de Libia García a la gubernatura del estado, se han comenzado una serie de proyectos en beneficio de las mujeres, entre ellos, el de ALIADAS, con el cual se pretende mejorar las condiciones de vida de las mujeres guanajuatenses que viven en vulnerabilidad, aunque la página del programa ya ha presentado errores constantes y el sitio no carga correctamente los datos de quienes quieren registrarse, lo que está generando malestar entre las que buscan ser beneficiarias de alguno de los programas.
No debemos perder de vista que, aunque a nivel estatal, nacional y mundial se han incrementado los movimientos de mujeres que impulsan acciones en favor de las mujeres, su lucha por alcanzar el respeto, la igualdad y la erradicación de la violencia contra ellas no puede verse como un problema aislado del problema de la erradicación de la pobreza en el mundo, donde más de 600 millones de personas vivimos sin contar con lo básico para tener una vida digna.
No debemos oponernos a los esfuerzos sinceros de quienes buscan mejorar la vida de las mujeres, pero ellos y nosotros debemos entender que para conseguir la construcción de un mundo mejor para todos son más necesarias que nunca, la educación y organización del pueblo trabajador en un gran partido de clase que tenga como propósito en primer lugar la toma del poder y luego la distribución equitativa y justa de la riqueza. Y es esta la tarea del momento, ante tan graves acontecimientos contra las mujeres y la población del planeta.
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