Son muchas las promesas que hizo el presidente Andrés Manuel López Obrador (AMLO) cuando andaba en campaña y, por lo que podemos apreciar, sin ser un analista de altos vuelos, es que, las más importantes no se han cumplido, sobre todo en el tema de salud, seguridad y educación, esto, a escasos 14 meses de que concluya su mandato.
En esta colaboración semanal, quiero referirme sobre todo al Sistema de Salud en México porque es uno de los problemas más graves que enfrentamos, sobre todo, las personas que tienen una situación precaria -que somos la inmensa mayoría de los mexicanos- y que, un enfermo en la familia siempre se convierte en un viacrucis por la mala atención, falta de medicamentos y saturación de hospitales. Esto fue precisamente lo que el presidente López Obrador prometió resolver… ¡y nada!
En una de sus mañaneras, el presidente estaba visiblemente molesto por una pregunta de la reportera del periódico Reforma con relación a su promesa de lograr en México un sistema de salud como el de Dinamarca, despotricó contra el medio representado por la reportera, haciendo uso de adjetivos e insultos impropios para un jefe de Estado. Y además nunca contestó la pregunta.
Es de todos conocido que la salud en México está en situación precaria por falta de medicamentos, demanda de servicios que no son atendidos con la oportunidad debida, clínicas donde la indolencia es la norma, aunque existen honrosas excepciones, donde, sin duda, los servicios son bastante buenos, pero no es la generalidad. La salud es un tema prioritario en Dinamarca y otros países nórdicos.
Los servicios médicos que reciben los habitantes de Dinamarca, Noruega o Finlandia se pueden equiparar a los que aquí ofrecen clínicas privadas de prestigio, y desde luego sin costo. Estamos muy lejos de tener un sistema de salud como el de esos países.
Pero con el afán de mejorar el sistema se salud, López Obrador desapareció el Seguro Popular, argumentando de que “ni era seguro ni era popular”, también, según él, porque estaba infectado de corrupción y era un mal que había dejado el viejo sistema de los “neoliberales”, en reemplazo del Seguro Popular creó el Instituto de Salud para el Bienestar (Insabi) que como todos sabemos, fue un fracaso total. Como dice el adagio popular “caímos del sartén a la lumbre”.
El Insabi fue un capricho de AMLO; se creó sin un plan concreto y sin presupuesto suficiente para ofrecer servicios de salud a la población sin derechohabiencia. Los resultados de desaparecer el Seguro Popular y reemplazarlo por un bodrio como el Insabi no dejan espacio a dudas porque se dejaron de realizar “más de 40 millones de consultas externas, más de 7.5 millones de consultas de alta especialidad, 1.3 millones de mastografías, 1.6 millones de papanicolaus, además, 15 millones de mexicanos dejaron de tener un sistema de salud, el gasto de bolsillo incrementó 40 por ciento” (El Economista, 26 de abril de 2023).
Además, todos fuimos testigos del colapso del sistema de salud en momentos tan complejos como fue la pandemia generada por la covid-19, donde miles de mexicanos perdieron la vida por la falta de una atención eficiente y eficaz del sistema de salud, a tal grado que la gente prefería curarse en casa con remedios caseros o morir, según fuera el caso, que ir a los hospitales públicos porque quien ingresaba con covid a los hospitales públicos era casi seguro que no saliera con vida. Claro, había que reconocer la labor titánica de los doctores, enfermeros y trabajadores de la salud en general pero que este esfuerzo, resultaba insuficiente ante la falta de mejor infraestructura, equipamiento, medicamentos, etc.
Pues bien, el martes 25 de abril del año en curso se oficializó el fracaso de la política de salud de este gobierno. La desaparición del Insabi confirma lo que diversos expertos le dijeron al Presidente en la transición del 2018: reemplazar el Seguro Popular sin un plan concreto y con presupuesto para ofrecer servicios de salud a la población sin seguro social era un error garrafal. Pero como siempre, se hizo lo que el mandatario quiso y ahí están las consecuencias.
Ante este fracaso, la nueva receta del gobierno fue centralizar todo en el IMSS-Bienestar (que no es una nueva institución, existe desde 1979).
Varios estados han firmado convenios con IMSS-Bienestar donde donan su infraestructura de salud buscando que esta institución brinde servicios de salud a toda la población. Esta centralización, en abstracto, no es necesariamente una mala idea, pero sin presupuesto es imposible. Como lo señala el estudio del Grupo de Trabajo para la Comisión Hacendaria -firmada por Ramírez Cuellar- brindar servicios de salud a toda la población sin seguridad social con un paquete de servicios ilimitado tiene un costo de 3.2 por ciento del Producto Interno Bruto (PIB) de 2019.
Como no hay dinero porque todo se gasta en obras de infraestructura absurdas, como, por ejemplo: el Aeropuerto “Felipe Ángeles” que no sirve para nada, o la refinería de “Dos Bocas” en Tabasco que a más de un año de su inauguración no ha producido ni un mililitro de gasolina o el “Tren Maya” que tiene colapsada la ecología y la circulación en el sureste del país ¡porque deben terminar la obra antes del fin de año! Para que la inaugure el Presidente, seguramente será otro elefante blanco.
Darle estas responsabilidades al IMSS-Bienestar empezará a drenar recursos del IMSS. Esta institución que hace una labor relativamente buena -atiende a la misma cantidad de gente que el NHS del Reino Unido con 10 por ciento de su presupuesto- tendrá que dirigir recursos económicos y humanos al IMSS-Bienestar lo que deteriorará aún más sus niveles de servicios como, por ejemplo: la falta de mantenimiento a la infraestructura y equipos, empeorará el desabasto de medicamentos y falta de personal competente.
Haber creado un sistema de salud para todos los mexicanos pudo haber sido un verdadero legado del Presidente y hubiera callado muchas bocas. Pero esto requería un gran esfuerzo administrativo y una gran cantidad de recursos que no quiso invertir en la salud de los mexicanos. Contaba con el capital político y legitimidad para hacerlo. Pero decidió ignorar a los expertos y tirar a la basura lo que había. El nuevo parche del IMSS-Bienestar, a cinco años de gobierno y sin los recursos necesarios, no va a ser como la salud en Dinamarca.
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