Vivimos una época en la que el discurso de los diferentes tipos de funcionarios de Morena utiliza una máscara que oculta la realidad. Incluso es difícil encontrar, en las actuaciones de los profesionales de la política, de cualquier actor público con capacidad de influencia social, la disposición personal para reconocer las consecuencias de sus propios actos, pues destaca el logro de sus objetivos individuales como un bien obtenido en sus actuaciones y se minimizan los posibles efectos perversos para la colectividad, bajo el argumento de que es el precio que hay que pagar por el logro de aquel bien.
Desde que morena llegó al poder y se autodenominó la “Cuarta Transformación” con la promesa que todo cambiaría para bien, que estaría a las alturas de las más grandes gestas históricas mexicanas, y que acabaría con la corrupción e impunidad para dar paso a la tan esperada igualdad y paz que el pueblo mexicano necesitaba y que todo se resolvería en tiempo record, pero en los tres años del Gobierno federal ha dado mucho a desear. Transformar significa cambiar de forma, hacer que una restructuración y la realidad que vivimos miles de mexicanos nos ha demostrado lo que ya estaba allí y que forma también parte de la naturaleza de su propio gobierno, López Obrador no sólo dejó de servir a los fines para los que fue creado su partido sino que se convenció que la situación actual del país iba en progreso, que se había atacado correctamente la corrupción, es más se empecinó por ajustar cuentas con los delitos del pasado mientras se tendía un manto de impunidad para la corrupción del presente, evidenciando en el nulo castigo a sus colaboradores, sus aliados y hasta su hermano, por actos similares. El presidente estuvo dedicado a hablar de casos de corrupción como cortinas de humo para esconder la trágica realidad que ha dejado la pandemia, cuyos devastadores efectos han sido más profundos por la ineptitud del gobierno. No se asumen las responsabilidades, se busca justificar los problemas sociales que provocan las actuaciones por no tenerse en cuenta la existencia de los otros con los que se interacciona.
Este modelo de conducta va penetrando en los comportamientos generales de la población en medio de una ola de descontento social por los desempleos, pobreza, que trae como consecuencias la delincuencia, secuestros, feminicidios, etc., a esto se suma lo ocurrido el pasado 3 de mayo, sucedió un trágico accidente donde más de 26 personas que perdieron la vida a causa del desplome del metro de la línea 12, y me pregunto, después de esto, ¿a quién le echara la culpa López Obrador? Este lamentable suceso exhibido a nivel nacional e internacional, y como siempre el presidente de México se justifica y defiende a los gobiernos que fueron los principales responsables.
No importa si todo se tambalea, si las razones argumentadas no tienen consistencia, no importa. Lo realmente interesante es que el discurso consiga convencer a los afectados. Así, superamos los efectos que se han producido sobre la imagen del personaje. Ése es el objetivo, y los problemas acaban ahí.
Por lo anterior, queda evidenciado que Morena y sus aliados no pueden ni podrán sacar al país adelante, porque sus malos resultados a si lo evidencia, por ello el próximo 6 de junio se realizarán elecciones el diversos estados asimismo se renovará la Cámara de Diputados de la República Mexicana y por tanto no debemos permitir que esa clase política incompetente y continúe gobernando. El pueblo está cansado de tanto engaño, pues poco a poco se han dado cuenta de la forma de actuar del Gobierno morenista tal y como decía Mijail Bakunin: "Y mientras más bello se nos prometía el reino de los cielos, más espantosa se tornaba la realidad sobre la tierra". Conste.
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