El Estado surgió como resultado de la apropiación privada de los medios de producción que determinó la aparición de la sociedad dividida en clases sociales antagónicas: por un lado las clases poseedoras de esos medios de producción y por otro las clases desposeídas de esas condiciones materiales de la producción; las primeras, que siempre han sido la minoría de la sociedad, consideraron que no era suficiente su poder económico para someter a las demás clases explotadas, gracias a ello crearon tanto su poder político, es decir al Estado, como también su poder ideológico para producir, una y otra vez, las relaciones de explotación con las que se han beneficiado desde la época del esclavismo, pasando por la de la servidumbre, hasta la del capitalismo en la actualidad.
El Estado nunca ha sido un aparato imparcial, es un aparato de coerción para el sometimiento de las clases trabajadoras que siempre han sido la mayoría de la población y quienes generan la riqueza social a manos de los dueños de los medios de producción. El Estado se caracteriza por dominar sobre un territorio y sobre una población determinada; pero también por contar con destacamentos especializados de personas armadas (Ejército, policías, con sus cárceles y otras instancias represivas); con un órgano burocrático compuesto por funcionarios públicos que administran los recursos públicos y realizan funciones de gobierno; y, por último, se caracteriza por el cobro de impuestos para poder mantener todos sus órganos y destacamentos y crear infraestructura en beneficio, principalmente, de la clase dominante que representa.
En México el Estado y el derecho, representan a las clases pudientes de este país y, como parte esencial de su encomienda, reprimen todo intento de organización y de lucha de las clases trabajadoras de la nación; las clases dominantes, cuando les conviene, usan el Estado y el derecho como garrote para golpear a sus oponentes. Tal es el caso del encarcelamiento injusto del compañero Domingo Ortega Butrón, líder Antorchista, preso desde hace más de 50 días después de que el 14 de junio la “Cooperativa Antorchista del Valle”, apoyara con transporte en una manifestación de estudiantes de escasos recursos en la que exigían el pago de salario de más de dos años a los maestros del bachillerato “Coronel Nicolás Romero”, el subsidio de las casas del estudiante, entre otras demandas, en la ciudad de Pachuca, Hidalgo. El compañero Domingo es un preso político en plena era de la Cuarta Transformación y su delito es apoyar a los pobres de Hidalgo.
La libertad de conciencia, la libertad de organización, la libertad de tránsito, quedan violadas por quienes ostentan el poder político en Hidalgo. Pero el compañero Domingo no está solo, todo el antorchismo nacional, empezando desde luego por el antorchismo hidalguense, estamos luchando, exigiendo la liberación inmediata de nuestro compañero.
En Hidalgo se hacen manifestaciones constantes ante las autoridades correspondientes, exigiendo su liberación y todos los antorchistas sabemos que, de ser necesario, otras regiones y estados del país estamos dispuestos a acudir a la ciudad de Pachuca para participar en movilizaciones masivas en el momento y durante el tiempo que se considere necesario, de acuerdo con las indicaciones de nuestra Dirección Nacional Antorchista. ¡Todo el antorchismo nacional exige justicia, libertad al compañero Domingo y solución a las demandas de los pobres de Hidalgo!
Todos los antorchistas nos identificamos plenamente y hacemos nuestras las palabras que retumban ya en toda la República Mexicana, escritas de su puño y letra por el compañero Domingo, en su carta dirigida a sus compañeros, al cumplir 50 días preso: “…esta lucha sí es por mi libertad, pero también por la libertad de manifestarnos, por la libertad de exigir una vida digna para nosotros y nuestros hijos…ganaremos esta lucha cueste lo que cueste… Podrán encarcelar a uno o mil antorchistas pero no acabarán con la pobreza”.
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