La Secretaría de Educación Pública (SEP) en México, una vez bastión de la educación y desarrollo, se ha transformado en un trampolín político bajo la administración de Andrés Manuel López Obrador. Esta conversión ha sido ampliamente criticada por expertos en pedagogía, maestros y organizaciones civiles, quienes señalan una administración deficiente y politizada que ha impactado negativamente en la calidad educativa del país.
Uno de los primeros errores cometidos por el gobierno actual fue la eliminación de la autonomía del Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación (INEE), reemplazado por la Comisión Nacional para la Mejora Continua de la Educación (Mejoredu). A diferencia de su predecesor, Mejoredu carece de independencia y se percibe como un organismo subordinado a la SEP, incapaz de ofrecer evaluaciones imparciales y transparentes. Esta falta de autonomía ha generado opacidad en los resultados educativos, privando a maestros y alumnos de una visión clara sobre su desempeño y necesidades.
La rotación constante de titulares en la SEP durante esta administración, con tres diferentes en menos de seis años, refleja una falta de continuidad y compromiso con las políticas educativas.
La pandemia de Covid-19 exacerbó las desigualdades en el sistema educativo. Con un alto porcentaje de estudiantes sin acceso adecuado a la educación a distancia, el rezago académico se incrementó significativamente. Las deserciones escolares aumentaron debido a la falta de comunicación con los maestros y la necesidad económica de las familias. Este periodo crítico evidenció la falta de preparación y respuesta efectiva por parte de la SEP, agravando la crisis educativa en México.
El nombramiento de Mario Delgado, un economista y líder político, como titular de la SEP ha generado preocupación entre los expertos. Consideran más un pago político que una elección basada en méritos educativos; su designación refuerza la tendencia de utilizar a la SEP como plataforma política. La rotación constante de titulares en la SEP durante esta administración, con tres diferentes en menos de seis años, refleja una falta de continuidad y compromiso con las políticas educativas.
Debemos reflexionar sobre la situación real en que vivimos día a día y tener claro que, para garantizar que todos los estudiantes en México tengan las mismas oportunidades de acceder a una educación de calidad, es no sólo necesario, sino fundamental, realizar ajustes que consideren las desigualdades socioeconómicas.
El deterioro de la SEP bajo la administración actual plantea serias dudas sobre el futuro de la educación en México. Es de carácter urgente que se recupere la autonomía y transparencia de los organismos evaluadores, se atiendan las desigualdades educativas deterioradas por la pandemia y se priorice la educación sobre los intereses políticos. Solo así se podrá garantizar un sistema educativo que verdaderamente prepare a los ciudadanos del mañana, en lugar de perpetuar la pobreza y la dependencia.
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