MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

Feria de Tecomatlán, muestra de la lucha organizativa

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México es un país donde la desigualdad se profundiza y el pueblo trabajador enfrenta condiciones cada vez más adversas: falta de vivienda y de servicios básicos; falta de salud y de educación para nuestros hijos; falta de empleos bien remunerados y un ambiente cada vez más azotado por la violencia y el crimen. Esa es nuestra realidad; seamos sinceros, amigos.

Ante este panorama, cabe preguntarnos: ¿estamos condenados a que esto continúe así?, ¿no hay manera de corregirlo?

La Feria de Tecomatlán es una prueba de que la lucha organizada puede generar cambios tangibles y de que la cultura y la unidad popular son armas poderosas frente a la injusticia.

Antorcha dice que sí, que los males que aquejan a nuestra sociedad tienen remedio y que es posible combatirlos, porque todos ellos derivan de una causa profunda: la injusta distribución de la riqueza social que provoca pobreza. Esta, a su vez, trae consigo la serie de males sociales que nos aquejan.

Pero ¿cómo se distribuye la riqueza social? ¿Y cómo esta distribución mejora las condiciones de vida de la población? Antorcha respondió hace muchos años estos cuestionamientos y ha demostrado, en los hechos, cómo esto se puede volver realidad. Me explico.

La riqueza social es la que producimos todos los mexicanos y que los gobiernos concentran, en gran parte, a través de los impuestos que entregamos al erario en sus distintas modalidades: impuesto al valor agregado, impuesto sobre la renta, pago de servicios públicos, etcétera. 

Esta enorme cantidad de dinero es la que se nos tiene que regresar en obras y servicios, como un derecho al que somos acreedores por ser quienes la generamos. Es esta distribución la que puede mejorar el nivel de vida de los mexicanos.

Familias que cuentan con empleo y con servicios de salud dignos, que no tienen dificultad para mandar a sus hijos a la escuela porque hay suficientes y de calidad, que disponen de condiciones para practicar deporte y realizar actividades artísticas, son familias que no necesitan gastar parte de su salario en cuestiones que le corresponden al gobierno. Esto les permite sufragar gastos esenciales para el buen desempeño de sus hogares. 

Pero no sólo lo hemos dicho, lo hemos demostrado con hechos en los municipios donde hemos gobernado, como Chimalhuacán e Ixtapaluca en el Estado de México y Huitzilan de Serdán y Tecomatlán en Puebla.

Y es en este último municipio, cuna del Movimiento Antorchista Nacional, que en los años setenta del siglo pasado era el más pobre del estado, donde se manifiesta con más claridad el progreso que se logra cuando las autoridades trabajan en serio por mejorar la vida de sus gobernados.

Tecomatlán es, pues, el modelo de ciudad que le proponemos a los mexicanos, como muestra de que una forma digna, segura y agradable de vivir no sólo es posible, sino cada vez más urgente y necesaria. 

Por ello, año con año, invitamos a todos los mexicanos a que asistan a la Feria Tecomatlán para que conozcan de primera mano las bondades y maravillas que este municipio tiene para ofrecer, como modelo de comunidad y como inspiración para quienes anhelan vivir en paz y con desarrollo.

En este contexto de pobreza y violencia crecientes, “La feria de la unidad de los pueblos” de Tecomatlán cobra un significado especial. No se trata sólo de un evento cultural o de esparcimiento, sino de un símbolo de resistencia, unidad y organización popular. Detrás de esta feria se encuentra la historia de una lucha que generó una nueva forma de concebir y revolucionar la educación en varias zonas de México y que derivó en la fundación del Movimiento Antorchista, una organización que, desde hace décadas, ha buscado aglutinar a los sectores más golpeados por la pobreza y el abandono gubernamental.

El origen de Antorcha se remonta a los años setenta, cuando un grupo de profesores y estudiantes de la Escuela Nacional de Agricultura (ENA), liderado por el maestro Aquiles Córdova Morán, impulsó la transformación de la institución en la Universidad Autónoma Chapingo (UACh) con una meta clara: garantizar el acceso a la educación a hijos de campesinos y obreros para que tuvieran herramientas con las cuales mejorar la producción agrícola del país y, con ello, la calidad de vida de sus comunidades. 

La historia de esta lucha está marcada por la represión y el uso de la fuerza estatal para expulsar a los dirigentes de la ENA, pero también por el triunfo de una corriente que instituyó la participación de los estudiantes en la elección de los órganos de dirección en su universidad, participación que hoy sigue vigente en la UACh.

Tras la expulsión de Chapingo, los integrantes del movimiento comprendieron que la batalla no podía limitarse al ámbito estudiantil y que era necesario organizar a las masas populares para mejorar no solo la educación, sino la sociedad entera.

Así nació Antorcha Campesina, una organización que ha crecido hasta convertirse en la más grande y mejor estructurada de México, con millones de afiliados en todo el territorio nacional y con un proyecto claro y definido de país. Su modelo a seguir, guardando siempre las proporciones, es Tecomatlán, Puebla, que pasó de ser un pueblo sumido en la pobreza y el caciquismo a “La Atenas de la Mixteca”, gracias a las obras de infraestructura, servicios y oportunidades que se han generado con la participación de los habitantes organizados en Antorcha.

La Feria de Tecomatlán, pues, se ha consolidado como un evento anual que busca fortalecer los lazos comunitarios y ofrecer espacios de recreación y cultura totalmente gratuitos para quienes asistan. Este año, se celebrará del 2 al 9 de marzo y se esperan más de 150 mil visitantes. 

La feria es, en esencia, una declaración política en un México que se desmorona bajo la administración de Morena y la 4T. Mientras el Estado se desentiende de su deber de garantizar una vida digna para los ciudadanos, el Movimiento Antorchista Nacional demuestra que la organización popular es capaz de llenar los vacíos dejados por la ineptitud gubernamental.

No es casualidad que este evento sea gratuito y abierto a todos, pues responde a una visión que contrasta con la lógica neoliberal e individualista que domina el país.

En tiempos donde el pueblo se siente abatido por las carencias y el abandono estatal, la Feria de Tecomatlán representa una luz de esperanza. Es la prueba de que la lucha organizada puede generar cambios tangibles y de que la cultura y la unidad popular son armas poderosas frente a la injusticia.

Mientras el gobierno sigue prometiendo sin cumplir, los organizadores antorchistas demuestran con hechos que otro México es posible. Y esa, sin duda, es una lección que el país entero debería aprender.

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