En unos días, el presidente finaliza su mandato. Sus resultados son peores que los presidentes anteriores debido a que ha agravado los errores ocurridos en el pasado, empleando un trato rústico, grosero, corrupto y mentiroso. Siempre admiró la imposición, nunca se preocupó por la democracia porque creía que los puestos como senadores, diputados, presidentes municipales no son tan importantes como la presidencia de la república. Por esta razón, todos deben obedecer a su mesías.
La “sensación térmica” es que las coaliciones están en un empate: no existe la diferencia que tratan de hacernos creer los medios de comunicación oficiales.
Pero AMLO no percibe las consecuencias de estos actos por su prepotencia, por su incapacidad estratégica, y no puede apreciar los riesgos que le esperan a México, por causa de sus desafortunados actos. No ostenta la capacidad de resolver los problemas de la nación y cree que solucionará los problemas del país solo.
Si las circunstancias les salen mal, “la culpa la tienen los conservadores” Zedillo, Fox, Calderón o Peña Nieto. No acepta que sus imposiciones no dieran resultados, ni los amigos y los deportistas famosos o artistas: todo resultó un fracaso.
La sociedad civil se encuentra en descontento, pero la administración, así como el presidente, no observa ni escucha. Están confiados en los acuerdos que sostienen con algunos líderes de partidos políticos, lo cual provoca que no puedan ver que ya no tienen los 30 millones de votos del 2018.
No aceptan que una gran cantidad de gente no votó, y que pueden hacerlo este 2024 en su contra. Las marchas, los estadios vacíos y las rechiflas son una prueba de que la popularidad del presidente y la cuarta transformación están disminuyendo rápidamente.
La sensación térmica, como dicen los pronósticos del tiempo en lo electoral, es que las coaliciones están en un empate: no existe la diferencia que tratan de hacernos creer los medios de comunicación oficiales.
Son una gran cantidad de encuestas que quieren convencer a los electores de que ya no hay nada que hacer, pero las manifestaciones de inconformidad aumentan en todo el país. En Campeche, por ejemplo, protestan contra la gobernadora de Morena. Ahora se escuchan duras críticas de empresarios como Carlos Salinas Pliego, académicos, investigadores, periodistas, así como de la sociedad civil en general.
Con tal de llevar agua a su molino, el presidente ha enfrentado a los diferentes grupos políticos, provocando un caldo de cultivo que está siendo aprovechado muy bien por el crimen organizado, porque en este sexenio tienen cancha libre. Estamos parados en un charco de sangre, consecuencia de la política de abrazos no balazos.
Esta política es muy peligrosa, ya que está jugando con fuego. Se está imponiendo el individualismo, el egoísmo, la imposición, en pocas palabras, toda una caja de Pandora. En efecto, ahí está el INE, los consejeros son cero a la izquierda, sólo simulan que hacen.
Los resultados son candidatos muertos, familiares de gobernadores, presidentes municipales amenazados, balaceras por todas las zonas, destacando en los primeros lugares los estados de Zacatecas y Guerrero, donde la lumbre les está llegando a los aparejos.
Las protestas en Campeche contra una gobernadora mala, sin resultados. Además, presentan problemas en San Luis Potosí, Tamaulipas, Veracruz, Chiapas, Morelos, Sinaloa y ahora en Celaya, Guanajuato, donde fue masacrada la candidata de Morena.
En la oposición, la sociedad civil solicita que la dejen caminar sola, dado que los partidos políticos, en su conjunto, han experimentado una situación de desgaste. Los partidos, por su parte, ejercen una presión hacia sus seguidores para fomentar el voto, hasta el momento con escasa suerte, dado que los líderes de los partidos no han abierto las chequeras.
Esto se debe a que los grupos en el poder se quedaron con el 99 % de las candidaturas, amigos, familiares, un pequeño grupo que se va cerrando. Cada año son las mismas caras, no hay líderes nuevos, los jóvenes en los puestos serán muy pocos. Esta es nuestra triste realidad.
Esta es la realidad, cruda pero objetiva. Creo que ante este panorama, es urgente el cemento que una a toda una sociedad inconforme y ponga freno a tanta ambición de poder de algunos líderes. Para lograr revertir esta práctica, es necesario que la sociedad organizada, partidos políticos, organizaciones, todos juntos como un solo hombre, luchen por un verdadero cambio.
No dejarse apantallar por la famosa popularidad de la cuarta transformación y de AMLO: que la verdad sea dicha; es menor a la de Fox, Calderón o Zedillo. La popularidad famosa es humo a los ojos. Es necesario hacerle caso a la realidad, a un pueblo que vive con miedo, con coraje, con sed de justicia.
El clima se está calentando mucho, es decir, varios líderes, como gobernadores, están perdiendo autoridad por sus malos resultados. Si la distancia es poca entre las candidatas, ya no les seguirán.
Si en verdad queremos que las cosas cambien, si ya no queremos más violencia, tenemos que unirnos, organizarnos para que el pueblo en verdad pueda elegir a sus candidatos y puedan votar sin amenazas, ni ser comprados por las tarjetitas.
Debemos vigilar todos, y todos somos todos; vigilar que lo prometido se cumpla. Solo así se podrá convertir a México y Aguascalientes en un país, un estado más progresista, con un desarrollo continuo, donde se elimine la miseria, el hambre y la violencia.
El verdadero camino del progreso es la unidad de todo el pueblo y esa unidad debe mantenerse a lo largo del tiempo bajo los ideales progresistas, por un país más justo, con desarrollo, con salud, educación, seguridad y trabajo para todos.
El primero de octubre, la candidata que gane gobernará sin AMLO, contará con su propia popularidad, así como los problemas que le dejará. Adiós a los caprichos, a la soberbia.
Esperamos que nuevos líderes puedan llevar mejor las riendas de este país, esperemos que en 2030 otro gallo nos cante mejor.
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