La historia de cada país registra que, de cuando en cuando, nacen en su seno hombres valiosos y extraordinarios, cuya vida revoluciona el estado de cosas. Los cambios sociales, en la rueda de la historia, los hacen los pueblos, la clase trabajadora, pero dirigidos por líderes destinados a encabezar el salto histórico, por los héroes que hacen su aparición en la escena, unen a la masa del pueblo y la lanzan a la lucha por un cambio social, la impulsan a transformar el estado de cosas por un mundo mejor y más humano.
El mundo está de parto, dijo el Maestro Aquiles, y los que luchamos por ese mundo mejor debemos prepararnos para ese cambio, educar y organizar al pueblo de México.
Un hecho de esta magnitud se presenta por la fuerza de la ley del desarrollo de la sociedad humana y nadie, ninguna fuerza, puede interrumpir lo que tiene y debe ocurrir por necesidad.
En México, el nacimiento de los héroes inmortales de verdadera trascendencia en los siglos lo fue, en su momento, Cuauhtémoc, el último emperador azteca, quien, no importando la catástrofe anunciada, la caída de su ciudad, se alzó a la cabeza de su raza sin traicionarla hasta el último momento de su muerte a manos de los conquistadores españoles que todo lo destruyeron.
Desde aquellos días de la conquista de nuestro país, han pasado quinientos cincuenta años, y desde entonces al pueblo mexicano se le ha negado la justicia social que ha reclamado siempre.
El más reciente movimiento social que conmovió en lo hondo y llenó de ilusiones a las masas del país, empobrecidas por tanta explotación y que las hizo tomar las armas, fue la Revolución mexicana de 1910-1917, revolución de corte capitalista que dejó nuevamente al pueblo de México en la miseria y la pobreza.
Tras más de 100 años de ese levantamiento, la situación para los mexicanos empeora, entre otras causas, porque Estados Unidos de Norteamérica, con su presidente a la cabeza, Donald Trump, ha decidido atacarnos en serio con el pretexto de “acabar con las drogas porque afectan a su población”.
Respondiendo a esta delicada situación que preocupa a usted, a mí y a todos los mexicanos enterados, el maestro Aquiles Córdova Morán, fundador del Movimiento Antorchista, externó que México y el mundo enfrentan momentos difíciles, en los cuales se está decidiendo el futuro de la humanidad.
“Nos amenazan eventos de gran riesgo, violencia, muerte, en los cuales probablemente está en peligro la libertad y la soberanía de nuestra nación a manos del imperialismo norteamericano. Para intentar detener este peligro, es necesario que el pueblo se organice, se prepare y se eduque para defenderla (…) Hoy vivimos tiempos muy sombríos de asesinatos del hombre por el hombre, guerras de exterminio donde la humanidad juega un papel muy importante, pues sólo con su decisión podrá frenar el hambre de ganancia de los grandes capitalistas que han provocado todo este desorden y caos en el mundo”.
Ni gobernantes ni nadie, absolutamente nadie en este país ha expresado con esta meridiana claridad el quehacer inmediato de los mexicanos ante el peligro mortal que acecha a la patria.
Ciertamente, esta parte de su discurso, que he retomado para este artículo, la dijo ante un público atento y respetuoso de su líder máximo, el maestro Aquiles, creador de la organización antorchista, el hombre que, con sus hechos y palabras, se ha ganado el corazón y la conciencia de todos los antorchistas.
Desde hace 50 años, desde los difíciles orígenes de Antorcha, el maestro Aquiles ha dirigido con mano sabia a mujeres y hombres convencidos de su capacidad teórica, política y organizativa. Fundó y ha dirigido la organización de lucha social mejor estructurada del país, a la que los enemigos del progreso atacan de muchas y variadas formas, pero que, en cambio, cuenta con el cariño y la estimación de las capas más pobres y olvidadas de la sociedad. Además, cuenta con el cariño y el reconocimiento de los que sufren por el hambre y la miseria.
En estos días, los antorchistas de todo el país: obreros, campesinos pobres, estudiantes, colonos, amas de casa, profesores, profesionistas pobres, festejamos con alegría un año más de vida y de lucha de nuestro secretario general, el maestro Aquiles Córdova Morán.
Tener al maestro Aquiles es nuestro orgullo mayor y nuestro ejemplo de vida. Con su dirección en nuestra lucha por un México sin pobreza, sin la enorme desigualdad social que nos envuelve, vamos con paso firme y sostenido.
El desarrollo de la historia de lo inferior a lo superior no se detiene, todo cambia y los cambios a veces ocurren de manera acelerada. En México se están dando las condiciones de una transformación social de carácter radical.
“El mundo está de parto”, dijo el maestro Aquiles, y los que luchamos por ese mundo mejor debemos prepararnos para ese cambio, educar y organizar al pueblo de México. Porque así, en este futuro que está naciendo en las entrañas de la sociedad, el Movimiento Antorchista Nacional cumplirá su parte en la grandiosa y noble tarea de acabar con la pobreza en México.
A los que trabajan con el arado en el campo, a los obreros que dejan la salud en la fábrica, a los estudiantes, Antorcha los invita a la organización en sus filas. ¡Al pueblo sólo lo salvará el pueblo organizado!
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