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Guadalajara, la mitad del año en sequía y la otra en inundaciones

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Para los que llevamos algunos años viviendo en algún punto del Área Metropolitana de Guadalajara (AMG), sabemos que basta una tormenta de menos de una hora para que se registren inundaciones en diferentes puntos de la ciudad. 

Investigaciones recientes de la Universidad de Guadalajara (UdeG) documentan un aumento a 570 de los puntos de riesgo en la Perla Tapatía; de estos, 180 son de alta peligrosidad por inundaciones, pues se ha observado que hay más agua, más velocidad, y los estancamientos son más frecuentes.

Algunos de estos lugares son los pasos a desnivel de Avenida Colón y Washington; Niños Héroes e Inglaterra; Héroes Ferrocarrileros y Washington; Servidor Público y Periférico; Mariano Otero y Periférico; Camino al Iteso y Periférico, entre otros.

Si bien es cierto que los desarrolladores son culpables de las inundaciones, no se debe perder de vista que estos actúan de acuerdo con su naturaleza, que es la de buscar a cualquier costo la máxima ganancia.

También la Avenida López Mateos en su totalidad y la zona de Plaza del Sol, donde, según el mapa del Instituto de Planeación y Gestión del Desarrollo del Área Metropolitana de Guadalajara (Imeplan), también presentado por la UdeG, en la última década se ha inundado 42 veces con un nivel máximo de agua de hasta 2 metros de altura.

El problema no se debe al exceso de agua; tiene causantes humanos. Investigadores de la máxima casa de estudios de Jalisco afirman que, debido a la mala planeación urbana de ciudades medianas y grandes como el AMG, y por acciones como convertir en calles de concreto las áreas naturales (como cauces de ríos y arroyos), ahora los pobladores, como los de la ciudad de Guadalajara, tienen la mitad del año en sequía y la otra mitad en inundaciones.

No hay duda de que esto es una verdadera contradicción: tener escasez de agua, sobre todo en las colonias populares de la Perla Tapatía, durante los meses de noviembre a mayo y, por otro lado, tener exceso de agua de junio a octubre, lo que causa graves malestares a la población.

Los académicos aseveran que la infiltración de agua es una de las principales variables del ciclo que se ve afectada porque ya no entra el agua al subsuelo.

No hay vegetación y el agua que cae del cielo, la lluvia, se va a los drenajes. Esto implica un desperdicio de alrededor de 526 millones de metros cúbicos al año de agua, lo que equivale a llenar 272 veces el estadio Jalisco, según cálculos de los especialistas.

El agua que cae del cielo no sólo es desperdiciada, sino que le ha costado a la población pérdidas materiales y la muerte de sus seres queridos.

Ante esta situación, los especialistas alertan que hay daños que pueden ser irreversibles; sin embargo, también proponen algunas soluciones para cambiar esta situación, entre ellas planear y ejecutar una serie de obras hidráulicas eficientes que sirvan para generar infiltración o zonas de recarga de agua de lluvia y con ello comenzar un proceso de recuperación de manantiales y acuíferos.

Asimismo, especialistas del Colegio de Arquitectos y Urbanistas del Estado de Jalisco señalan que la falta de un análisis general que se construya en puntos donde se tiene un flujo continuo de agua provoca el reblandecimiento de la tierra y, posteriormente, los daños y fracturas de vialidades. 

En otras palabras, es culpa o responsabilidad de los desarrolladores que solamente buscan adquirir recursos por medio de fraccionar y fraccionar donde puedan, con grandes edificios y grandes torres.

Como se ve, hay diagnósticos y propuestas viables para poner fin a los problemas de inundaciones, incluidos los socavones que azotan el Área Metropolitana de Guadalajara. Además, el Colegio de Ingenieros Civiles de la entidad estima que se requiere una inversión pública de 72 mil millones de pesos.

Pero, para los que buscamos soluciones concretas a todas las dificultades que afrontan los mexicanos, en especial los más marginados y desprotegidos, nos debe quedar claro que, a pesar de la evidente validez de las investigaciones y la contundencia de los señalamientos de los expertos, no bastan.

Si bien es cierto que los desarrolladores son culpables de las inundaciones, no se debe perder de vista que estos actúan de acuerdo con su naturaleza, que es la de buscar a cualquier costo la máxima ganancia; los mueve un interés que está fuera de su voluntad.

De igual manera, es sumamente difícil que los gobernantes en turno destinen cuantiosos recursos del erario en infraestructura que no redituará en votos para sus respectivos partidos; esta práctica fue más evidente con los morenistas que compraron conciencias a granel el pasado 2 de junio.

Ante las afectaciones por desastres naturales, que van desde económicas hasta lamentables pérdidas de vidas humanas, se impone la necesidad de crear una fuerza social capaz de instaurar un nuevo modelo económico que anteponga el cuidado y el uso racional de los recursos naturales, en lugar de producir para obtener la máxima ganancia a costa de depredar el medio ambiente.

Urge una salida, ya que las consecuencias se agravan año con año; basta ver que la ciudad de Guadalajara pasa la mitad del año en sequía y la otra en inundaciones.

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