Ya con anterioridad, se ha denunciado el grave problema de desabasto de agua potable que enfrenta el estado de Veracruz, así como la falta de este servicio en los pueblos y colonias en donde vive mayoritariamente gente humilde y trabajadora que ve agravada su pobreza por la carencia del líquido vital; sin embargo, no hay eco de parte de las autoridades y el problema continúa agravándose para desgracia de los veracruzanos.
Por su ubicación geográfica, su cercanía al mar y la cantidad de cuerpos de agua que posee Veracruz pudiera pensarse que no hay problemas de abasto de este recurso natural para toda la población; sin embargo, esto no ocurre así. Según los reportes del INEGI, correspondientes al año 2020, el 18 por ciento de los veracruzanos, algo así como millón y medio, no cuentan con acceso al agua potable. Una cifra similar, tampoco cuenta con sistemas o red de tuberías para que el servicio de agua llegué hasta sus hogares.
Hay municipios como Tantoyuca, Cazones de Herrera y otros de la sierra de Zongolica que ocupan los primeros lugares en falta de red de agua potable a nivel nacional. A pesar de ello, no se sabe que exista o que siquiera se plantee la necesidad de crear un plan de abasto hídrico para la entidad, sencillamente el problema no parece inquietar a las autoridades. 12 millones de pesos se destinó a la Comisión de Agua de Veracruz (CAEV) en este 2022 que sirven para nada, ni siquiera para reparar las fugas de la red de agua que ya existe.
El problema se agrava precisamente durante los meses de primavera y parte del verano por las altas temperaturas y la sequía que agobia a amplias zonas del estado. La Comisión Nacional de Agua (Conagua) calcula que actualmente 181 municipios de 212 que hay en la entidad tienen problemas en materia de escasez de agua y sequía. El estado se ubica en foco rojo por la sequía y 75 municipios la padecen de manera grave.
Esto tiene efectos devastadores sobre millones de familias que ven turbadas su vida cotidiana porque no tienen agua para realizar actividades tan elementales como asearse, cocinar, limpiar los enseres domésticos o deshacerse de los desechos humanos, lo que provoca toda una serie de enfermedades que perjudica e incluso cobra la vida de muchas personas. Una vía que utilizan las familias es la compra de pipas de agua a precios exorbitantes y que van en aumento, precisamente, por la escasez del líquido, lo que merma sus ingresos y repercute en la capacidad de comprar alimentos o de curarse.
También la producción agropecuaria se enfrenta a la destrucción masiva de cultivos y a la muerte del ganado, por la falta de agua. Como siempre ocurre en estos casos, los más afectados son los pequeños productores que ven pérdidas sus inversiones y en muchos casos su única fuente de ingresos o de consumo propio.
Frente a este gravísimo problema de subsistencia humanitaria tampoco hay, que se sepa, ninguna posición de las autoridades estatales que nos gobiernan. Ningún plan de apoyo a los campesinos y a los ganaderos, sobre todo, los más pobres que son los que más sufren.
Para colmo de males, estamos siendo testigos de la desaparición de distintos cuerpos de agua en Veracruz. Trascendió a nivel nacional la desecación de la laguna El Farallón, en Actopan, de la que dependía mucha de la vida económica de la región por la pesca y el turismo.
Los pobladores acusan directamente a la Comisión Federal de Electricidad (CFE), por este desastre natural, porque otorgó los permisos para la extracción masiva de agua. Sin embargo, otras 2 lagunas están en riesgo de desaparecer este año: San Julián en La Antigua y Laguna Verde (esta última también bajo jurisdicción de la CFE). En realidad, más de 300 cuerpos de agua de la zona centro de la entidad apenas conservan el 20 por ciento de su manto acuífero.
Cientos de grupos ambientalistas llevan años advirtiendo este grave peligro, pero nunca fueron escuchados ni por los anteriores ni por los actuales gobernantes. Ahora que el problema es tan grave, el gobernador Cuitláhuac García anunció que se invertirán 20 millones de pesos, a través de la Secretaría de Medio Ambiente, para dar mantenimiento e intentar revertir el proceso de desecación de las lagunas que están en peligro. Ojalá se pueda rescatar algo, de lo contrario, miles de familias humildes padecerán las pavorosas consecuencias.
Pero mientras un asunto tan delicado como la crisis por falta agua en Veracruz se desatiende, los altos funcionarios del gobierno morenista, comenzando por el propio gobernador dedican la mayor parte de su tiempo a preparar el terreno para el proceso electoral de 2024, placeando a sus candidatos, organizando eventos informativos a modo, acarreando gente para llenar plazas públicas o realizar desfiles como en los tiempos más rancios del PRI y atizando los conflictos internos y los chismes de lavandería en los medios de comunicación, todo a costa del erario público, no parece preocuparles para nada la suerte de los veracruzanos más humildes que sufren porque no tienen agua suficiente.
Ciertamente atacar y resolver un problema tan delicado, profundo y multifacético como lo son la carencia de agua potable en las comunidades, la desecación de los mantos acuíferos y la grave sequía que atraviesa la entidad es complicado y requiere la suma conjunta de esfuerzos y una cantidad importante de inversión de recursos, sin embargo, no se ve por ningún lado que el problema quiera atenderse en serio, por ninguna de las aristas que presenta. Eso habla mal de un gobierno que se dice al servicio de la gente más humilde, de la gente trabajadora, porque son ellos quienes más sufren las consecuencias.
No hay plan, ni siquiera se habla del problema oficialmente; se olvida y evade para mejor época. Ojalá las clases trabajadoras de Veracruz se den cuenta de esta situación y entiendan que solo un gobierno suyo, verdaderamente popular, podrá preocuparse y atender un problema tan grave como este. Por ahora, propongamos impedirles que los mentirosos e ineficientes de hoy vuelvan a tener las riendas de Veracruz en sus manos.
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