La infraestructura es un apuntalador del crecimiento y el desarrollo; mejora la competitividad, conecta centros de producción y de consumo y mejora la calidad de vida de las personas con la provisión de servicios básicos. Además de las grandes obras de interés nacional, como aeropuertos, gasoductos, centrales hidroeléctricas o de extracción y refinación de petróleo, hay obras que inciden en la calidad de vida de la población como el alcantarillado, los caminos rurales y el buen manejo de los residuos. En México, según los estipula el artículo 115 constitucional , este último tipo de gasto lo hacen los gobiernos sub-nacionales, concretamente los municipios.
Los gobiernos municipales supuestamente conocen mejor la realidad de su localidad y son ellos quienes deberían tener la capacidad de proponer proyectos que se ajusten más a las necesidades reales de la población a la que representan y así aportar al desarrollo local. Pero no todos los municipios cuentan con el financiamiento para ejecutarlos. Ahí es donde deberían entrar en acción los bancos de desarrollo.
Los bancos de desarrollo se crearon para fomentar el progreso económico en los países de ingreso bajo, que se caracterizan por tener un sistema financiero local que no logra sostener un ritmo acelerado de inversión agregada. La mayoría de estas instituciones se fundaron en la fase inicial del proceso de industrialización con la función de promover y acelerar ese proceso. En México, la Banca de Desarrollo surgió en 1920 como uno de los principales vehículos del Estado mexicano para promover el crecimiento y el bienestar social mediante apoyos financieros preferenciales para aquellos que nos son atendidos por la banca comercial, ofrecer asesoría y capacitación.
Desde el cambio de modelo económico al neoliberalismo, la banca de desarrollo mexicana quedó restringida a un país con extrema escasez de recursos fiscales. El cambio consistió en hacer a los bancos de desarrollo bancos de segundo piso; es decir, no tratar directamente con los usuarios de los créditos, sino solo a través de instituciones financieras. Con esta modificación, se reducían los costos de operación pues ya no era necesario tener infraestructura, porque podían usar la de los bancos comerciales u otros intermediarios financieros, los bancos de primer piso. Además, se reajustan los lineamientos de la banca de desarrollo. Primero, el hecho servir como banco de segundo piso significa que debe proveer de recursos a la banca comercial y privada para que sean ellos quienes distribuyan el crédito a los usuarios. Segundo, de la antigua función de promover el desarrollo, ahora su función es otorgar créditos a proyectos rentables que le permitan mantenerse financieramente sanos. Bajo estas reglas quedan dibujadas las operaciones generales de la banca de desarrollo mexicana (Ochoa, 2007).
El Banco Nacional de Obras y Servicios Públicos (Banobras) es el banco de desarrollo más grande del país. El artículo 6 de su ley orgánica le ordena coadyuvar en el ámbito de su competencia, al fortalecimiento del pacto federal y del municipio libre en los términos del artículo 115 constitucional para lograr el desarrollo equilibrado del país y la descentralización de la vida del país; así como promover y financiar la dotación de infraestructura, servicios, equipamiento urbano junto con la modernización y fortalecimiento institucional en estados y municipios.
Sin embargo, lo que pasa es que la colocación de los recursos de Banobras no está ni siquiera caminando en este sentido, sino al contrario. El financiamiento de Banobras se concentra en los municipios más desarrollados, descuidando los menos desarrollados, de los cuales 80 están desatendidos. Banobras atiende a 19 por ciento de esos municipios y la banca comercial atiende a un por ciento (CNVB, 2021). Además, 95 por ciento de los municipios atendidos por Banobras no cumplen con las características mínimas de calificación, es decir, los proyectos emprendidos no tienen los resultados deseables.
La banca de desarrollo en México para apoyar a estados y municipios está menguada. Sus papeles como promotor de desarrollo y la disminución de las desigualdades están estancadas. Mediante el Fondo de Aportaciones a Infraestructura Social (FAIS), Banobras distribuye su crédito a los estados y estos lo reparten de acuerdo con el número de población (en el mejor de los casos), pero para los municipios –sobre todo los más pequeños– no hay un canal de atención. En este sentido, no existe diferencia de la banca comercial porque la banca comercial otorga crédito a los prestatarios con más posibilidades de pagar, y estos, evidentemente, son los estados y los municipios más grandes. Es decir, sigue sin atenderse el nicho de los municipios más pequeños y pobres.
Los bancos de desarrollo generalmente son vistos como agentes potenciales del cambio y del progreso económico debido a que no están motivados por la maximización de la ganancia. Sin embargo, los bancos de desarrollo funcionan en circunstancias sociales y económicas concretas. En México, esas circunstancias son las de un país con sistema financiero débil y dependiente de las estructuras de poder internacionales, que no le permiten ampliar sus acciones para fomentar el desarrollo económico que se necesita.
*Con autorización del Centro Mexicano de Estudios Económicos y Sociales
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