Todas las mañanas las noticias del día comienzan por lo mismo: los mismos encabezados, pero sobre todo, el mismo contenido. Muertes anunciadas, asesinatos, homicidios en tal o cual colonia, personas decapitadas o envueltos se está convirtiendo en el día a día de todos los tijuanenses.
Lo más lamentable es que esta cotidianidad va provocando que los humanos vayamos perdiendo la sensibilidad ante algún fallecido o algún crimen; que nuestra indiferencia sea la misma que ver a un perro muerto que a un ser humano.
Con datos del estudio correspondiente al 2022 del Consejo Ciudadano para la Seguridad Pública y la Justicia Penal, Tijuana fue ubicada como la quinta ciudad más violenta en el mundo, con una tasa de 105 homicidios por cada 100 mil habitantes.
“El reto de inseguridad es difícil, pero hace dos años, cuando tomé el mando, Tijuana era el número uno; creo que bajar al quinto es importante”, aseveró al respecto el comandante de la Segunda Región Militar, Víctor Hugo Aguirre Serna. Este señaló además que le gustaría que el municipio pudiese estar en una posición más baja, mencionando a los medios que cuando estuvo como comandante en Mérida, Yucatán, dicha ciudad estuvo en la posición 32.
Sí, los tijuanenses hoy en día viven con el temor de ya no regresar a sus casas, de que las autoridades ya no tengan la capacidad para brindarles seguridad y bienestar para sus familias. La inseguridad que viven los tijuanenses es de las nunca antes vistas, pues hoy aunque hay miles de miembros de la Guardia Nacional, Ejércitos, Policía municipal y Marina en las calles, estos no aseguran que los actos delictivos dejen de ocurrir.
La inseguridad a estos niveles sobrepasa a los gobiernos y se requiere de una fuerza social que vaya más allá de una persona: se requiere de un pueblo consciente y organizado, de un pueblo que luche de la mano por una sociedad más justa, más equitativa; por una sociedad donde no exista la explotación y todos tengan las condiciones que se merecen.
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