MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

Inundaciones en Tláhuac e Iztapalapa, por negligencia y desigualdad

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Recientemente en la Ciudad de México han ocurrido graves inundaciones que han devastado las colonias humildes de Tláhuac e Iztapalapa. No estamos hablando de simples encharcamientos; estamos hablando de inundaciones que han dejado a miles de familias en la desesperación y el abandono.

Esto no es un problema menor, ni mucho menos un fenómeno aislado. Es una crisis que se repite año tras año, es una tragedia provocada por la negligencia de un Gobierno que ignora a los más vulnerables.

Todo mundo debe conocer la magnitud de lo que está sucediendo. No son encharcamientos, como quieren hacernos creer las autoridades.

Las inundaciones en Tláhuac e Iztapalapa son un recordatorio de que las promesas vacías no llenan los huecos que dejan la negligencia y la desigualdad.

Son inundaciones que han dejado a miles de familias con el agua hasta las rodillas, perdiendo no sólo sus pertenencias, sino también su dignidad y su seguridad.

Lo peor es que esto no es nuevo. Cada temporada de lluvias, las mismas zonas de la Ciudad de México se ven afectadas, y año con año, el Gobierno nos dice que son lluvias "atípicas".

Pero, ¿qué hay de atípico en que Tláhuac e Iztapalapa se inunden cada año? No es la lluvia la que nos sorprende, sino la falta de acciones serias para prevenir las inundaciones, y la indiferencia del Gobierno, por tratarse de zonas en donde vive gente pobre.

¿Por qué no vemos estos problemas en las zonas más ricas de la ciudad? La respuesta es clara: el Gobierno de la Ciudad de México es un Gobierno clasista, un Gobierno que prioriza a los ricos mientras deja que los pobres se ahoguen, literalmente, en su propia miseria.

El Gobierno no invierte en drenajes pluviales en estas zonas porque no le importan. No le importa que la gente pierda sus pertenencias y su salud. No le importa porque esta gente no tiene voz, porque no tienen poder.

Y así, año tras año, estas comunidades quedan atrapadas en un ciclo de pobreza y desesperación del que parece no haber escape.

Más allá de la devastación material, estas inundaciones traen consigo un riesgo gravísimo para la salud pública. Estas no son sólo aguas de lluvia; son aguas negras, cargadas de bacterias, virus y todo tipo de contaminantes que ponen en peligro la vida de los más vulnerables.

Los niños, los ancianos, los enfermos... todos están en riesgo. Las enfermedades se propagan rápidamente en estas condiciones, y el sistema de salud, ya de por sí colapsado, no tiene los recursos ni la capacidad para enfrentar una crisis de esta magnitud.

Estamos ante un desastre sanitario en potencia, y el Gobierno parece no querer verlo. Detrás de cada inundación, hay vidas destrozadas.

Al menos mil familias en los predios de El Porvenir, Buena Suerte, Atotolco, Mixquic, La Habana, Ampliación La Conchita, Tempiluli, Santa Cruz, col. López Portillo por mencionar algunas en la alcaldía de Tláhuac, han visto sus hogares invadidos por aguas negras debido al colapso del drenaje, una consecuencia directa de la falta de mantenimiento por parte del Gobierno.

El Sistema de Aguas de la Ciudad de México (Sacmex) ha fallado. Con tan solo 27 unidades para toda la ciudad, “Únicamente un equipo es de 2022, nueve son modelos 2016 y todos los demás son modelos de 2000 al 2007, 2009”, El Sol de México 4 de agosto de 2024.

Con este equipo obsoleto, no podrán controlar las anegaciones, estas inundaciones pudieron haberse evitado si al Gobierno le interesara verdaderamente proteger a los más pobres.

El Gobierno ha dejado que nuestra ciudad se caiga a pedazos. No hay mantenimiento, no hay inversión, no hay voluntad de resolver los problemas reales de la gente.

La política emprendida por la 4T radica en hacer recortes económicos a todo aquello que le sirve a la población, y dispendio total para los “elefantes blancos” del presidente: aeropuerto Sta. Lucía, Dos Bocas y Tren Maya, que han doblado o hasta triplicado sus costos, esta es la causa de los graves recortes al sector salud, a la educación, al fomento del arte y la cultura.

Y uno de los organismos que en la ciudad se han visto castigados con estos recortes es precisamente Sacmex:

“El Congreso capitalino aprobó para este 2024 un presupuesto de 13 mil 266 millones 358 mil 520 pesos para Sacmex, lo que representa una reducción de 28.6 % respecto a lo ejercido en 2019, el primer año de esta administración, que fue de 17 mil 63 millones 804 mil 467 pesos” (La Razón, 15 de febrero de 2024).

Llegó la hora de organizarnos y exigir soluciones, de dejar de aceptar las excusas del Gobierno. Necesitamos una inversión real y seria en infraestructura hidráulica. 

Necesitamos un sistema de drenaje que funcione, que proteja a todos los ciudadanos, no solo a los que viven en las zonas ricas. Y necesitamos ayuda inmediata para las personas que han perdido todo, antes de que esta crisis se convierta en una tragedia aún mayor.

Nuestra organización, el Movimiento Antorchista, ha iniciado una jornada de lucha para exigir que el Gobierno escuche y resuelva el problema de las familias inundadas.

El pasado martes 20 de agosto se realizó una protesta que partió del Ángel de la Independencia hasta llegar a Sacmex, los funcionarios se negaron a ayudar, por lo que se tuvo que volver a protestar hasta lograr compromisos de apoyo para desazolvar las aguas negras de los hogares de las familias damnificadas, y el pasado lunes 26, en reunión con el subsecretario de Gobierno, Erasto Ensástiga Santiago, se comprometió con ayudas para 42 familias de las más afectadas, para la reposición de sus muebles, ya que estas familias perdieron camas, estufas, refrigeradores y demás.

Estaremos pendientes de que se cumplan los compromisos de las autoridades. En caso contrario, volveremos a salir a las calles con movilizaciones, para denunciar la falta de cumplimiento a sus obligaciones.

Compañeros y compañeras, amigos y amigas, llegó la hora de levantar la voz. No más promesas vacías, no más indiferencia. Es hora de exigir atención y soluciones, de luchar por una ciudad en donde se proteja a todos sus habitantes, sin importar su clase social.

Porque sigue pendiente la respuesta a la pregunta: ¿Dónde está el Gobierno que prometió defender a los más vulnerables? ¿Dónde está la justicia social que tanto se pregona?

Las inundaciones en Tláhuac e Iztapalapa son un recordatorio de que las promesas vacías no llenan los huecos que dejan la negligencia y la desigualdad. Es hora de exigir que esas promesas se cumplan. Porque la justicia no puede esperar más.

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