Al inicio de la administración el Gobernador de Veracruz, Cuitláhuac García Jiménez, se comprometió a dar resultados en seguridad en un periodo de dos años. En ese momento dijo que pagaría mejores salarios a los policías y equiparía de armamento para dar una lucha decidida a la delincuencia. Y dijo de manera atinada que la violencia tenía su origen en la pobreza, porque había décadas de abandono y que él haría el cambio que todos los veracruzanos esperamos.
Así empezó a cacaraquear a los cuatro vientos en todos los medios masivos que el primer año lo dedicaría "a los pobres", el segundo a infraestructura hospitalaria, educativa y en carreteras; el tercer año se canalizarían los recursos a la educación y cultura. Todo esto como si fuera la receta perfecta.
Desgraciadamente las cosas no son así en Veracruz. Cualquiera pensaría que el gobernador es un ingenuo o un completo desconocedor de los problemas sociales y económicos del estado que gobierna.
Sin embargo, en el rubro de la seguridad las cosas se complicaron. Según la Encuesta Nacional de Seguridad Publica Urbana (ENSU) que publica el INEGI y otras encuestadoras serias nos ubican en el penúltimo lugar en violencia e inseguridad. Lugar histórico en tiempos de la 4T. A esto, el gobernador y el presidente de la República han achacado los problemas a la corrupción, al neoliberalismo y todo el rosario de justificaciones que escasos mexicanos escuchan por las mañanas. Sin embargo, Cuitláhuac García no ha podido frenar la ola de violencia en Veracruz porque es un ignorante de las políticas públicas, situación que es entendible porque le pasó como al burro que tocó la flauta de chiripa; mas no se debe al apoyo popular, sino al efecto AMLO donde solo quedan cenizas.
También hay que entender que el fracaso de la política de gobernador de Veracruz tiene que ver más con los actores perversos que lo acompañan como los secretarios de Gobierno, SEV, SIOP, Seguridad y STyPS. Todos ellos conocidos por su nepotismo y sus vínculos turbios que se han dado a conocer en los últimos días. Así pues, el problema no es la voluntad del gobernador, más bien, que desde adentro se siguen gestando los negocios más oscuros de todo tipo de calaña. Desde adentro están creando al Frankenstein que ante el descontento social está saliendo a la luz. Para ello conocemos tres ejemplos recientes que nos dan indicios de la descomposición acelerada de los defensores de la 4T veracruzana.
Recientemente, se ha dado un fenómeno con respecto a la distribución de estupefacientes. Algo conocido a voces pero pocas veces demostrable por sus implicaciones. Sin embargo, a últimas fechas llama la atención que se esté haciendo uso de los vehículos oficiales, trabajadores y familiares muy cercanos al gobernador para transportar o distribuir droga en el estado de Veracruz.
El primer caso se dio el 13 de abril de los corrientes cuando seguridad pública detuvo a Erik Sánchez Vázquez con 24 dosis de cristal en la Avenida Lázaro Cárdenas en una "zona roja" de Xalapa, a quien se señala como dealer (distribuidor de droga) de la SEV y quien ostentaba el cargo de Jefe del Departamento de Acuerdos y Seguimiento de Espacios Educativos y a quien se le vincula como operador del Secretario de Educación en Veracruz, Lic. Zenyazen Escobar.
El segundo caso se dio en la zona norte del estado, en Xilico, Chicontepec el 27 de abril cuando detuvieron a Efrén Cárdenas Argüelles con un paquete considerable de droga en un vehículo de uso exclusivo del estado; este joven es hijo de Guadalupe Argüelles quien era Secretariía del Trabajo y Previsión Social y quien fue obligada a renunciar por el gobernador Cuitláhuac García Jiménez. Efrén Cárdenas es hijastro de Gonzalo Vicencio Flores Exdirigente de MORENA en el estado de Veracruz y responsable del trabajo político en la zona norte. Ambos personajes son amigos íntimos del gobernador.
En una situación parecida pero no menos grave, se dio el 30 de abril del presente en la comunidad de Dos Arroyos, Tantoyuca, cuando la Fuerza Civil detuvo a Hugolino Márquez Torres quien es trabajador de Bienestar y conducía en estado de ebriedad un vehículo oficial del programa federal "Sembrando Vida" pues su conductor perdió el control del vehículo y se salió de la carretera, afectando gravemente a la unidad. Se sabe que lo acompañaba una mujer que se dio a la fuga después del penoso hecho.
Ante estos hechos la gente en su sano juicio se pregunta: ¿Qué paso con el discurso de la nueva sociedad? ¿Qué paso con el discurso del combate a la corrupción?
Antorcha sabe que para acabar con la pobreza necesitamos cambiar el modelo económico que permita una mejor distribución de la riqueza nacional. Que los cambios no los hacen los mesías, que tiene que ser obra del pueblo educado y organizado. Que quien debe tomar el poder en sus manos son los trabajadores, no un puñado de iluminados. Pero en Veracruz el poder está en manos de los mismos gánsteres y hoy sale a flote la verdad. Una verdad repugnante para entender una vez más que la 4T no es un proyecto de nación, es producto de los actores políticos más descompuestos en busca de un interés personal aunque pasen por encima de la dignidad de los hombres, haciendo uso a diestra y siniestra de los recursos públicos para llegar a su fin. Así como lo está haciendo hoy el presidente de la república, que quiere controlar los recursos del PEF a su obra y antojo. El estado de Veracruz es una réplica a imagen y semejanza de AMLO y su partido en el poder.
La sociedad no ha cambiado ni cambiara con la 4T, porque no hay cabeza, no hay programa, no hay rumbo. Por ello, ante los nuevos sucesos que surgen a lo largo y ancho de nuestro estado, la sociedad debe exigir resultados a las autoridades que nos gobiernan y hacerlas cumplir en lo que se comprometieron. Sobre todo, en estos momentos de la pandemia que azota a la sociedad es necesario un programa estatal para alimentar a los más pobres. Y a todo ello debe dar cuentas y resultados inmediatos Cuitláhuac García Jiménez. Si no los tiene, los veracruzanos le tenemos que decir: llegó la hora de renunciar.
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