El 23 de marzo recién pasado se cumplieron ya 27 años del asesinato del candidato del PRI a la presidencia de la Republica, Luis Donaldo Colosio, que nació en Magdalena Kino, Sonora en 1950 y estudió en el ITESM; funcionario en la Secretaría de Presupuesto, fue diputado federal por Sonora en 1985 y luego senador en 1988. Presidente del PRI nacional, en 1992 fue nombrado secretario de Desarrollo Social en el gabinete de Carlos Salinas de Gortari y el 28 de noviembre fue elegido como candidato priista a la presidencia de la República.
Su discurso en el Monumento a la Revolución sigue siendo válido en muchos aspectos. México tiene hambre y sed de justicia, el campo abandonado, las mujeres, los jóvenes siguen marginados y las posibles soluciones que podría tener el país. En aquellos tiempos en que competir por el Partido Revolucionario Nacional era garantía de triunfo. Se han escrito libros, artículos, documentales, etc. en primer lugar para que la gente lo vea como un mártir, ¿quién ordeno su muerte?, sólo comparable con Álvaro Obregón, solo que su magnicidio sucedió cuando ya era presidente electo.
Colosio se ha transformado en un mito y se complica reflexionar sobre el tema, pero es obligado ya que su hijo, que lleva el nombre de su padre Luis Donaldo Colosio, y busca llegar a la presidencia municipal de Monterrey, poniendo en primer lugar el apellido. Como si el simple hecho de haber nacido de un político de renombre fuera garantía de éxito. Se han creado corrientes al interior y fuera del tricolor que ostenta el nombre de Colosio.
Cuando se entra en el terreno de la especulación, se hacen utopías, libros y cuentos divagando sobre si él hubiera cambiado las cosas, siguiendo la doctrina de que un hombre bueno, puede cambiar el mundo. Que hubiera pasado si Colosio hubiera ganado la presidencia de la República. Se acabarían los problemas que él criticaba, la pobreza, el hambre, la injusticia social, como en automático, un país nuevo y diferente, casi como por arte de magia.
La teoría del superhombre no es nueva. Es un intento de la clase que tiene el poder el decir que sólo un hombre puede cambiar las cosas. En la historia universal se han dado casos en que se ha planteado la selección de un grupo muy reducido de gente, que con su ejemplo y su trabajo puede cambiar las cosas. Hicieron todo lo posible por demostrar que la teoría que planteaban fuera verdad, la práctica demostró lo contrario. En el período 70-73 hubo movimientos guerrilleros en Nuevo León y otros estados. Buscaban imitar la hazaña de Fidel y el Che.
Un pequeño núcleo se fue a las montañas para tratar de organizar a los campesinos, para que se rebelaran en contra del poder. Ahora solo quedan pocas huellas de ese movimiento, que se mezcló después de la derrota en la sierra, en las campañas electorales, incluyendo algunas figuras en la 4T.
La falta de estudio conduce a errores que llevan al pueblo al matadero, primero, hay que tener un análisis objetivo, es decir que existan las condiciones para que se dé un cambio radical y, después dar los pasos en el sentido correcto.
En palabras de Colosio hijo: “el sistema no está mal, sino los hombres que la conducen, por tanto, hay que cambiar los conductores para que el sistema cree las condiciones necesarias y marchen por el camino correcto”. Y en ese sentido eran las tendencias de su padre; es decir, sólo hacerle mejoras al sistema para que éste siguiera funcionando mejor que nunca.
Cuando un hombre toma todas las atribuciones para sí, como si fuera la perfección andando, conduce inevitablemente a un defecto de fábrica. Se dice que la política es la guerra por medios pacíficos. Un hombre solo no puede conocer la totalidad de conocimiento del mundo.
Cuando hay un proyecto municipal, estatal y/o nacional serio, no puede depender de un solo hombre. Inclusive, por ejemplo, el proyecto de país que pretende impulsar alguien tiene que haber líneas generales. El hecho de ser hijo de un revolucionario, no te hace serlo de forma automática. Una vez planteado los temas principales y que cientos de miles de hombres estén de acuerdo, no hay nada que los pueda detener. La clase del poder considera por ejemplo que los obreros, que los trabajadores, no deben figurar en la lista de los prospectos a un puesto público, por ejemplo.
Hay suficiente material sobre el tema: en tiempos de la colonia, sólo podían aspirar a un puesto público los que tenían cien por ciento sangre española. Sólo con la guerra de la independencia se abrieron algunos espacios para los criollos y mestizos. El Movimiento Antorchista es un proyecto nacional, pero no encabezado por un solo hombre y estamos claros que aún con los que forman las filas de este proyecto sigue siendo insuficiente, se ocupan de más hombres y mujeres, que aporten su esfuerzo y dedicación de tiempo completo a la causa común para la construcción de ese México, que sigue gritando y necesita justicia y equidad social.
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