El coronavirus no da tregua y en pleno pico de la pandemia, nuestro "flamante" presidente, Andrés Manuel López Obrador (AMLO), realiza giras al por mayor promoviendo su imagen y la de su partido con miras a las elecciones próximas. Hugo López-Gatell, subsecretario de prevención y promoción de la salud, ha tenido que declarar sumisamente, "esenciales" las giras presidenciales, con tal de no contradecirlo y legitimar la irracionalidad de dichas acciones.
Si no fuera por lo que implica, las acciones del gobierno federal serían dignas de una tira cómica. Pareciera que vivimos en un mundo de locos con los dichos y acciones gubernamentales durante la contingencia sanitaria. Al principio la autoridad federal menospreció la posibilidad de contagio, luego minimizó la letalidad del virus (pasando por las payasadas de los amuletos y otros chistes), luego bufoneó de que México "estaba preparado" para enfrentar la pandemia y ahora hemos llegado al grotesco nivel en que el vocero de la estrategia antipandémica y el presidente, su jefe, se contradicen casi a diario en sus respectivas conferencias de prensa y se enorgullecen en público de negar dichas contradicciones.
Al momento de escribir estas líneas, México reporta un total de 245 mil contagios confirmados y 30 mil muertos más 1,891 muertes sospechosas y 647 que no se habían reportado (además de los que los que nunca llegaron al hospital y los que la oficialidad esconde), con una tasa de letalidad de casi 12 por ciento, más del doble mundial que es de 5.5 por ciento (https://coronavirus.jhu.edu/map.html); lo peor: el 20 por ciento de los infectados, lo señalan algunos columnistas, son médicos y a los pobres que mandan a confinarse, no tienen medios de subsistencia para resistir el encierro en casa.
Ante una situación así, los mexicanos esperaríamos que el gobierno que considerara equipar los hospitales, proteger y pagar mejor a los médicos, procurarles una mejor posibilidad de protegerse para que nos salven de la enfermedad (hasta el 16 de junio, se reportaban 463 médicos muertos); que brindara apoyo alimentario a las familias más pobres para que puedan soportar la cuarentena y así evitar mayores contagios; que se condonara el pago de los servicios básicos, dado que si la gente no tiene para comer, es comprensible que tiene menos para otros gastos.
Pero resulta incomprensible que, mientras el subsecretario mencionado, repita casi a diario que "la siguiente semana será el pico de la pandemia" (semana que tiene mes y medio sin llegar) y pide a los mexicanos mantener todas las medidas sanitarias; en varios foros, durante sus mañaneras, AMLO llama a "perder el miedo" y "ejercer la libertad", en clara alusión a salir del confinamiento y reiniciar las actividades laborales. ¿Por qué lo hace? Sencillamente porque no quiere gastar en la vida y la salud del pueblo, porque no quiere hacer nada por los pobres y no le importa la vida de miles de mexicanos que están en riesgo de morir por la pandemia o por hambre.
En este contexto se enmarcan las giras presidenciales y, en particular la segunda, que inició en Xalapa, Veracruz y terminó en Morelos, una gira no sólo llena de mentiras, sino también criminal.
En Veracruz, no atendió (y les aventó el vehículo en que viajaba) a las madres de desaparecidos, que llevan años protestando según porque no podía exponerse "ni exponerlos a ellos", cinismo puro, cuando todos lo hemos visto en la televisión, hablando y andando sin cubrecobocas en sus eventos y burlándose de las medidas sanitarias. Ahí ensalzó al inepto gobernador, Cuitláhuac García Jiménez, cuestionado por todos los sectores por no haber realizado absolutamente una sola acción en favor del pueblo veracruzano. Pero también ignoró a los que se manifestaban exigiendo alimentos para resistir la cuarentena, entre ellos los antorchistas.
En Tlaxcala ignoró a los propios morenistas que se quejaron de la coordinadora de programas federales de Tlaxcala, Lorena Cuéllar Cisneros, a quien acusan de corrupción y nepotismo; uno de los vehículos de la caravana presidencial atropelló a un manifestante y ni siquiera se detuvieron para ayudarlo. También cerró los ojos ante los que pedían que se atienda con alimentos a la gente más pobre para aguantar el confinamiento, los encabezaban los antorchistas.
En Puebla, respaldó la mentira al gobernador más prepotente e inepto en la historia, Miguel Barbosa, y junto con él mintió del gobernador en el sentido de que la criminalidad "va a la baja", mientras el huachicoleo sigue en aumento y los feminicidios son el pan de cada día. Ignoró el reclamo de los extrabajadores del Instituto de Salud para el Bienestar (INSABI) que fueron despedidos injustificadamente y no recibieron liquidaciones ni compensación. Y ya no pudo ignorar a los antorchistas que exigían apoyo alimentario para las miles de familias poblanas en la miseria, a punto de morir por el abandono gubernamental, prefirió descalificarlos, como es su costumbre, millones de familias en cuarentena, tanto el gobernador Barbosa como el presidente López Obrador, calumniándolos de "intermediarios" y de entregar apoyos "con moches".
En Hidalgo en acuerdo con Omar Fayad Meneses, gobernador de ese estado, desoyó a los exempleados del Tuzobús que exigían reinstalación y liquidaciones; ignoró a los estudiantes de la Universidad del Bienestar Benito Juárez de El Mexe (una de sus banderas para embaucar a la juventud) que solicitaban se apliquen los recursos destinados para la construcción de dicha institución prometido por el propio AMLO. Y huyó a la protesta del pueblo, que también les reclamó atención a las familias pobres con apoyo alimentario para sortear los efectos del confinamiento.
En Morelos, la tierra de Zapata, ninguneó las protestas de varias agrupaciones campesinas y populares y se regodeó de que son su "mero mole". Y aunque los haya ignorado, de nuevo, ahí estaban los antorchistas. ¿Qué prueba esto? Que los antorchistas representan al pueblo de a pie, al pueblo humilde, a los trabajadores de carne y hueso de este país y que, por eso, jamás podrá acabar con Antorcha mientras no acabe con la pobreza en México, pero mientras tanto, Antorcha será siempre la voz del pueblo.
Al gobierno de AMLO no le ha bastado mentir sobre las cifras de contagios y muertes por covid-19, mentir que se apoya a los médicos, engañar al pueblo de que la enfermedad no es tan letal. Miente también para que el pueblo se confíe, salga a trabajar y se sacrifique para poner en acción al país, exponiendo su vida. Y sobre todo miente al acusar a los dirigentes para atomizar al pueblo mexicano, para pretender desorganizarlos y romper con su unidad. Pero la eficacia de la mentira siempre es temporal, el pueblo lo sabe y lo resume en un refrán popular: "la verdad tarda, pero siempre llega". El sufrimiento del pueblo, el hambre en casa, la falta de techo, el dolor de ver morir a un familiar por falta de dinero para curarlo y muchos otros azotes de la vida le van abriendo los ojos.
El pueblo de México ya demostró en su historia que no se dejará morir, que su paciencia puede colmarse, ojalá que eso no lleve al derramamiento de sangre. Por eso los antorchistas le apostamos a la educación del pueblo, para que su lucha la conduzca por la vía democrática y no caiga en un nuevo fraude como el gobierno actual. Para que construya una sociedad mejor para todos. Pero si la mentira llega a levantar al México bárbaro, ya sabemos quién es el culpable.
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