MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

La cara inocente de la migración hacia Estados Unidos

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La infancia, para muchos, es la etapa de la vida más entrañable, de la que conservamos los recuerdos más valiosos y bonitos, seguramente, tú, amigo lector, podrás coincidir conmigo. Cuando éramos niños, casi todos vivíamos con limitaciones económicas, no siempre nuestros padres nos podían dar algo que queríamos, como un juguete o una golosina, pero a tan corta edad no se puede comprender a fondo las razones. Ahora de adultos, muchos de esos niños saben de lo que hablo porque ya tienen familia, bocas que alimentar, enfermedades que curar, cuerpecitos que vestir y mentes que educar.

Ahora imaginemos que siendo niños nos dicen nuestros padres o quien nos haya criado, que tenemos que irnos a otro país para “vivir mejor”, porque es peligroso donde vivimos y porque que no hay mucho trabajo para mamá o papá; imaginemos que tenemos que ir a pie y cuidándonos de gente mala que nos quiere hacer daño, sin nosotros tener la culpa. Es aterrador solo imaginarlo, ¿verdad? Pues en esa realidad están miles de niños originarios de países de Centroamérica, una infancia de desconcierto, hambre, preocupación, de peligro; de pobreza. Y ellos no lo imaginan.

El tema de la migración infantil ha estado presente desde hace mucho tiempo en México y nuestros países hermanos del centro y sur de América, se van hacia Estados Unidos y la mayoría ya estando allá terminan la escuela, con suerte estudian una carrera, trabajan y forman una familia; crecen, pues, en una nación diferente. No todos los casos son exitosos; hay que hablar de los niños que, en el peligroso camino hacia un futuro mejor, sufren… mueren. 

Hay que hablar de los que dejan sus hogares que aman en busca de una vida mejor y de seguridad, pero a costa de los peligros a los que se exponen en el camino, que son innumerables. Pueden ser secuestrados, traficados, violados o asesinados; la mayoría de los niños migrantes que van hacia Estados Unidos, provienen de Honduras, El Salvador y Guatemala. Además de los peligros que ya mencioné, la exposición a un exterior desconocido provoca males de todo tipo, como diarreas, enfermedades respiratorias, deshidratación y otras dolencias que requieren atención inmediata.

Estos tres países son de los más pobres del hemisferio occidental. Según el reporte de 2018 realizado por UNICEF, el 74 por ciento de los niños de Honduras vive en hogares clasificados como pobres, igual que un 68 por ciento de Guatemala y 44 por ciento de El Salvador. Además, un 63 por ciento de los niños migrantes guatemaltecos interceptados en México y en los Estados Unidos pertenece a comunidades indígenas, las zonas con más índices de pobreza y marginación.

Y es que el flujo migratorio aumentó en México desde octubre de 2018, cuando caravanas con miles de migrantes, mayormente centroamericanos, comenzaron a ingresar al país para llegar a Estados Unidos; el entonces presidente Donald Trump presionó a México para que los frenara. Luego, cuando el presidente Biden llegó a la Casa Blanca, suspendió el programa “Permanecer en México” de su antecesor que obligaba a los solicitantes de asilo a esperar su audiencia desde territorio mexicano, con ello, el flujo migratorio volvió a repuntar, de manera que Estados Unidos detuvo el pasado julio en su frontera sur a 212 mil 672 indocumentados, la cifra más alta en 20 años.

Además, el Instituto Nacional de Migración (INM) informó que de enero a septiembre ha identificado a 34 mil 427 menores de edad, acompañados y no acompañados, que transitaban territorio mexicano. Señaló que ese flujo de población se triplicó con respecto al mismo periodo en 2020 en el que se identificaron a 11 mil 703 menores de edad, acompañados y no acompañado.

Esta es la alarmante realidad que vemos, que viven ellos, aunque no se dan cuenta. En la caravana que sigue en nuestro país, algunos niños llevan abrazados sus juguetes, caminando junto a sus padres, otros dormidos en sus carriolas; algunos otros van jugueteando con otros pequeños que han conocido en la fila. La inocencia en medio del sufrimiento de vivir en pobreza.

Con esto, opino que México debería hermanarse con los países latinoamericanos, en lugar de hacer pactos con el vecino del norte para frenar la migración, con violencia y engaños; es momento de hacer una Latinoamérica fuerte, con políticas económicas que ayuden a tener una vida digna para todos, pues a expensas de los intereses de Estados Unidos nos vamos a consumir en la pobreza y la desigualdad. Y los países neoliberales como éste mismo que acabo de mencionar, en lugar de preocuparse por hacer guerras contra otras potencias mundiales, deberían voltear hacia las masas trabajadoras que les ayudan a tener pan en la mesa, de lo contrario, su fin como país “poderoso” llegará pronto a su fin.

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