Por más que los laboratorios científicos y los dueños de las patentes de nuevos descubrimientos tecnológicos o de investigaciones modernas se las apropien para potenciar la explotación de la fuerza de trabajo, al final de cuentas, todos los inventos producidos deben servir a la humanidad en su conjunto, porque son creación suya.
En gran parte del mundo la ciencia ha devenido en patrimonio de una sola clase por virtud de la propiedad privada de los medios de producción y de cambio, la de los capitalistas; no es la clase social que la genera, pero es, en su condición de dueña del planeta y de la economía de los países débiles, la que se la apropia para convertirla en una aliada de la explotación del hombre por el hombre.
Por otro lado, Rusia, la socialista, sobre todo, logró avanzar en el campo de la ciencia con éxitos firmes en beneficio de todos: en 1957 colocó en el espacio el primer satélite artificial en la historia de la humanidad, el Sputnik I, del que se derivaron consecuencias favorables, tanto en materia de conocimiento espacial como científico; y ha seguido incursionando en diferentes campos. Actualmente, aún a pesar de que las autoridades sanitarias internacionales han hecho todo lo posible por minusvalorar y retardar el reconocimiento de la eficacia de su vacuna Sputnik V, é
sta puede resistir la variante Delta con una eficacia del 83.1% y, en relación con las demás cepas, tiene una eficacia general del 94.4%; el fármaco del Centro Gamaleya de Moscú reduce 6 veces el riesgo de contagio. Según estudios demostrados científicamente, en Moderna y Pfizer, la eficacia contra el contagio cayó significativamente -al 76% en Moderna y al 42% en Pfizer- cuando la variante Delta se ha convertido en dominante (Plataforma medRxiv).
Quienes han venido desencadenando, como parte de la guerra fría, guerras bacteriológicas a través de sus laboratorios que tienen en diversas partes del orbe, son el imperio estadounidense y las naciones que gravitan en torno a él, constituyendo el polo hegemónico del mundo. Como lo confirma un reciente informe del equipo científico internacional coordinado por la Organización Mundial de la Salud (OMS), se concluye como “extremadamente improbable” que el Sars-Cov-2 se originara en China. A pesar de ello, los científicos rusos del Centro Gamaleya y el Fondo Ruso de Inversión Directa (RDIF), comprometidos con la idea de proteger a los más débiles de la tierra y que sí dan resultados en materia de investigación, ha propuesto a Pfizer realizar ensayos clínicos con el uso del primer componente de Sputnik V como tercera inyección para las personas inoculadas con el fármaco estadounidense y de esa manera aumentar su efectividad contra la variante Delta, como una de las mejores opciones que existen hasta el momento.
¿Y en nuestro país? Aquí el Gobierno federal nos ha venido vacunando, como el mismo presidente dice, con “los medicamentos que tiene a la mano”, con las vacunas que le han podido regalar otros gobiernos, pero no con las mejores. No hay duda de que López Obrador no está pensando en sus gobernados como seres humanos que padecen la peste de la covid-19, y que lo pagan diariamente con sus vidas o con la de sus familiares. Se sabía desde antes que la mejor vacuna era la Sputnik V, pero, bajo el slogan de que “la mejor vacuna es la que tienes a la mano”, han aplicado a mucha gente la AstraZeneca que, como se sabe, está vinculada al Síndrome de Guillain-Barré (dolor, entumecimiento, debilidad muscular, dificultad para caminar y temblor).
No hay de otra, ante la demagogia de la 4T, debemos adoptar una actitud más crítica, más combativa, más consciente en lo teórico y en lo práctico para seguir trabajando en la organización y educación de las masas; en la preparación de un cambio de a de veras, en favor de la clase trabajadora y de nuestro país.
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