La VI cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC), realizada el pasado 18 de septiembre en la Ciudad de México, es una clara expresión de la política exterior del gobierno de AMLO. Se trata de una política que perfectamente puede calificarse de errática, es decir, según las definiciones de la RAE: 1) que se mueve sin rumbo fijo o sin asentarse en un lugar y, 2) que es impredecible o que cambia con frecuencia. El primer elemento de este diagnóstico es el giro drástico que dio la 4T al abandonar la fórmula “la mejor política exterior es la política interior” establecida al principio del gobierno y asumir un rol activo en la escena latinoamericana. En la cumbre de CELAC 2021 encontramos más elementos de esta política sin rumbo fijo. Veamos.
En el discurso inaugural de la cumbre, AMLO planteó una idea que ya había expresado el 24 de julio, cuando conmemoró el nacimiento de Simón Bolívar. El presidente mexicano abrió su intervención haciendo votos para “consolidar las relaciones entre nuestros países de América Latina y el Caribe, y alcanzar el ideal de una integración económica con Estados Unidos y Canadá en un marco de respeto a nuestras soberanías”. En otras palabras, AMLO retomó la idea de que Estados Unidos debe dirigir un bloque económico continental, que incluya a todos los países latinoamericanos, para crear una alianza que le haga frente a la amenaza china.
Este planteamiento de integrar subordinadamente a las economías latinoamericanas (porque no puede ser de otra manera en las condiciones actuales) se hace en el seno de un organismo que fue creado para discutir problemas y alcanzar acuerdos específicamente latinoamericanos. La CELAC nació con el sello bolivariano que le imprimieron Lula y Chávez en el afán de construir un espacio latinoamericano paralelo a la OEA. Y es en ese lugar donde AMLO plantea la integración con Estados Unidos y Canadá. Por un lado, México busca relanzar la CELAC mediante la presidencia Pro Témpore, y por otro lado busca someter a América Latina a los intereses de Norteamérica. Por un lado, llama a terminar con la OEA por considerarla un instrumento intervencionista, y por el otro llama a los países latinoamericanos a abrirle sus puertas al imperialismo yanqui. ¿La 4T hace suyas las consignas de Martí y Bolívar o enarbola la bandera de la doctrina Monroe?
La participación de Xi Jinping en la cumbre es otro elemento importante. Xi congratuló a los países de la CELAC por los 10 años del organismo, felicitó a México por su conducción como presidente Pro Témpore y llamó a seguir fortaleciendo el Foro China-CELAC establecido en 2014. Además, el presidente chino enfatizó que las relaciones entre China y América Latina han entrado en una nueva era. Por un lado, AMLO invita a China a participar en la cumbre de la CELAC, pero al mismo tiempo sostiene que América Latina debe unirse bajo la égida de Estados Unidos para hacerle frente a la amenaza china. ¿La 4T apoya el acercamiento de México y América Latina a China o a Estados Unidos?
Lo mismo ocurre en la participación de México al interior de América Latina. La 4T se ha acercado a Cuba, Venezuela y Bolivia, ha denunciado el carácter títere de la OEA, y se ha desmarcado del Grupo de Lima. Sin embargo, en su intervención en la CELAC, López Obrador apeló al humanismo y a la sensibilidad política de Estados Unidos y solicitó un plan de ayudas económicas para América Latina similar al plan que lanzó Kennedy en la Guerra Fría para frenar al comunismo. De esa manera, AMLO se pronuncia a favor del eje Cuba-Venezuela-Bolivia (y en esa medida se aleja de Colombia-Chile-Brasil) pero no comparte su posición antiimperialista, lo que lo coloca en medio de los dos bandos que existen en América Latina. Este punto medio le da a México cierta neutralidad política, necesaria para encabezar un bloque regional, pero la ambigüedad de su posición se vuelve contra el país al trazar propuestas concretas de integración.
Más allá de pensar en un plan maestro detrás de la errática política exterior de la 4T, la hipótesis más plausible es que esta forma de tomar decisiones de manera inmediatista y poco pensadas es un rasgo distintivo de todo el gobierno de AMLO, algo que se observa por igual tanto en política interior como en política exterior. Si en el nivel interior es preocupante tomar decisiones de esta forma, en el nivel exterior es peligroso, sobre todo en un momento en el que se radicalizan las posiciones globales y el mundo parece marchar hacia un conflicto militar entre potencias.
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