La periodista Adriana Ochoa que escribe su columna semanal en el periódico El Pulso publicó en la edición del diario del domingo 19 de los corrientes, una serie de datos que evidencia, de manera palpable, la crisis ocasionada en el más importante nosocomio público del estado, hecho que perjudica no sólo a la clase laborante del Hospital, sino ante todo a la población más desamparada económicamente, que es la que recurre a él en busca de atención médica debido a su precaria situación.
La autora hace un recuento más o menos pormenorizado de la situación imperante en el lugar, a raíz de la extinción del programa federal del Seguro Popular, y la implementación del fallido programa de “Salud para el Bienestar”, no dejando lugar a dudas en el sentido de que las medidas tomadas por el gobierno de la 4T atentan contra la ya de por sí difícil situación de los pobres del país. Aquí un extracto de su trabajo:
“Si las cosas eran difíciles para el Hospital Central antes de que el Instituto de Salud para el Bienestar lo tomara en sus manos, el traspaso a la Federación ha sido para peor, sin duda.
Han pasado unos meses del traspaso del Central a la Federación, formalizado el 9 de abril pasado, pero antecede a esa operación un prolongado preámbulo de la ruina que significó la desaparición del Seguro Popular para el hospital público de mayor aprecio en San Luis.
Lo más grave no es que los directivos, médicos, enfermeras, paramédicos y personal de laboratorios padezcan carencias de materiales, medicamentos y equipos para hacer su trabajo. El costo mayor se lo lleva la población para la que el Central es su única posibilidad, la población más vulnerable. Entre pandemia y falta de recursos, hace año y medio no se practica un trasplante de riñón. Las cirugías de más alta especialidad están suspendidas. Y el tratamiento de fracturas se hizo lento.
Las cifras financieras no dejan mucho margen a duda el daño que la desaparición del Seguro Popular ha hecho, sin otro mecanismo que cubriera esta falta: de 2015 que entró la actual administración a 2017, el Hospital había logrado pasar del déficit presupuestal (-118.5 millones de pesos) a los números negros (34.3 mdp).
El Seguro Popular era un esquema de subrogación para quienes no tenían seguridad social, los más desfavorecidos. El inscrito en este esquema de beneficio buscaba los servicios del Hospital Central y el Seguro Popular pagaba esa cobertura. Según los números publicados por el propio hospital en su apartado de transparencia, los ingresos por concepto de Ventas de Bienes y Servicios rebasaron los 600 millones de pesos en 2018, el año de toma de posesión del actual gobierno federal.
Pongamos en grueso que el Hospital Central tiene un gasto de mil millones de pesos y las transferencias de recursos para que opere no rebasan los 450 millones de pesos, en su mejor época. Si no hay ingresos propios y se pierde el Seguro Popular que los genera, el hoyo financiero es enormemente claro.
Pero el gobierno federal resolvió desaparecer el Seguro Popular y de un ingreso propio superior a los 600 millones de pesos en 2018, el Central se fue a menos de cien millones de recaudación propia y regresaron los números rojos a partir de 2019. El año pasado el déficit fue de 77.3 millones de pesos y para este año superará los 260 millones de pesos.
Insabi anunció el propósito de equipar el nuevo edificio del Hospital Central por 840 millones de pesos y reconfigurarlo para que los servicios sean gratuitos, nada más que no tiene para cuándo meterle el dinero necesario y garantizar que funcione día a día. Un paciente oncológico o un trasplantado no están para esperar meses, si bien les va, a que el Insabi genere el esquema para los medicamentos y materiales que requiere tratarlo.
…Se deja de lado que problema de fondo de esta institución es otro: recursos suficientes para operar…”
Este sencillo botón de muestra revela que en materia de salud, lo mismo que en educación, economía, seguridad, y prácticamente en todos los rubros, este gobierno federal de MORENA, ha obrado en contra de los verdaderos intereses del pueblo pobre trabajador de México, y que, por lo tanto, se hace necesaria, cada vez más, la organización consciente y decidida de los humildes de la patria, para alcanzar por la vía democrática, lo más rápido posible, el poder político de la nación para construir desde ahí una patria mejor, más próspera y más justa con todos sus hijos, en primer lugar con quienes más lo necesitan.
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